Arcángel san Rafael
Médico y medicina de los dolientes, guía y defensor de los caminantes,
abogado y protector de los pretendientes, consuelo y alivio de los afligidos.
ADVERTENCIAS
(forma de hacer esta Novena con mayor perfección y fruto)
La primera y la más principal, es confesar y comulgar, para ponerse por este medio en gracia y amistad de Dios; pues así nos concederá su Majestad, como amigos suyos, los favores que le pedimos y deseamos; y aunque esta diligencia se debía hacer el primer día, se puede trasladar a cualquiera de la Novena.
La segunda y muy especial, es obligar a la Reina de los ángeles, renovando en nuestras almas las devociones antiguas, y acrecentando la confianza en la protección de esta poderosísima Señora; pues todos los beneficios y favores, que comunica Dios a sus criaturas, pasan y se participan por las liberales manos de su santísima Madre.
La tercera y más propia, es procurar imitar aquellas especiales virtudes que ejercitaba el santo Tobías, y por las cuales mereció que el santo Arcángel le comunicase tan singulares favores. Estas, según las refiere el mismo santo Arcángel fueron la oración, la limosna y el ayuno, la caridad con los prójimos, y la misericordia y piedad con los difuntos. Estas mismas procurará ejercitar en cuanto pudiere el que hiciere la Novena y espere lograr lo que tan cumplidamente logró el mismo Tobías, pues como dice la Historia sagrada, el santo Arcángel ofreció, y le consiguió de su Majestad, aun mucho más de lo que deseaba.
Se puede hacer esta Novena en cualquier tiempo del año, cuando la necesidad, o la devoción de cada uno le dictare. Pero parece que será muy acertado, por lo que mirar a la devoción publica, hacerla desde el último jueves del Carnaval hasta el primer viernes de cuaresma; pues en estos nueve días se incluyen los tres de Carnestolendas (periodo que comprende los tres días anteriores al miércoles de ceniza), que serán muy bien empleados, si se gastaren en esta devoción, y no en los pasatiempos y diversiones en que suelen emplearse.
Por lo que toca a la devoción privada de cada uno, podrá hacer la Novena en nueve lunes continuados por ser este día el dedicado a los coros de los ángeles. También la podrá hacer en cualesquiera días y tiempos del año, y tal puede ser la urgencia y la necesidad, que se podrá hacer en el espacio de un día, en nueve tiempos oportunos y discontinuados. También se podrá hacer, cuando se ha de emprender un viaje largo ya sea por tierra, por ser este santo Arcángel el especial protector de los caminantes. También cuando se pretende tomar estado, por el singular acierto que tiene san Rafael en punto tan dificultoso de acertar. En las cobranzas dificultosas se puede también obligar al santo Arcángel con su Novena, porque fue el mas desinteresado agente en la cobranza de Tobías. Y sobre todo en las enfermedades, porque su mismo nombre Rafael, es lo mismo que medicina de Dios. Y esta sagrada medicina la encontrará siempre con seguridad el que con fervor y confianza hiciere la Novena a este sagrado príncipe y soberano Arcángel san Rafael, procurando hacerla delante de su imagen; ya en la iglesia, de la que está en el altar mayor, ya en su casa, delante de su estampa.
ORACIONES PARA TODOS LOS DÍAS
Por la señal de la Santa Cruz,
de nuestro enemigos,
líbranos Señor,
Dios nuestro.
En el nombre del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Hincado de rodillas delante de la imagen del glorioso Arcángel san Rafael, se dará principio a su Novena con la señal de la santísima cruz: y levantando el corazón a Dios, procurar alentar la confianza y avivar la fe; haciéndose presente con la consideración a toda la corte celestial, y a la Reina de los ángeles, como especial abogada nuestra, en cuya presencia con humildad, dolor y arrepentimiento, dirá de todo corazón el acto de contrición.
ACTO DE CONTRICIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Padre, Creador y Redentor mío, por ser Vos quien sois, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido, y propongo firmemente la enmienda de nunca más pecar, de apartarme de las malas ocasione, confesarme, y cumplir la penitencia que se me fuere impuesta. Os ofrezco Señor mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados; y confío en vuestra bondad, y misericordia infinita me los perdonaréis, y me daréis gracia para enmendarme, y para perseverar en vuestro santo servicio hasta el fin de mi vida. Amén
ORACIÓN INICIAL PARA TODOS LOS DÍAS
Glorioso Arcángel san Rafael, sagrado príncipe de los siete que asisten al trono supremo del mismo Dios; si es para gloria de su Majestad divina y para honra de vuestra alteza, que yo consiga lo que deseo y pido en esta Novena, alcanzadme esta gracia del Señor, y si no enderezad mi petición, y pedid para mi a Dios aquello que mas me conviene, para mayor gloria suya, vida y provecho de mi alma.
ORACIÓN
Dios y Señor de los ángeles, a los cuales encomendáis la guarda de los hombres: yo os ofrezco los merecimientos de estos soberanos espíritus, y los de vuestro Arcángel san Rafael, que siendo de los supremos, bajó a ser guía, guarda y compañero de aquel piadoso joven Tobías, librándole en los caminos de los peligros de cuerpo y alma. Yo os suplico, que me concedáis la guarda, guía y protección de este santo Arcángel, y la gracia que pido en esta Novena a mayor honra y gloria vuestra. Amén.
Aquí se rezará tres veces el Padre Nuestro y Ave María.
Padre Nuestro
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Ave María
Dios te salve María
llena eres de gracia
el Señor es contigo;
bendita tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto
de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la ahora
de nuestra muerte. Amén
Después se dirá a san Rafael la oración correspondiente a cada día:
DÍA PRIMERO
Santísimo príncipe de la gloria y poderoso Arcángel san Rafael, grande en los bienes de la naturaleza, grande en los dones de la gracia, grande en el ardor de la caridad, grande en el resplandor de la sabiduría, grande en la piedad con los hombres, grande en el poder contra los demonios, grande en la dignidad, grandísimo en la humildad. Medicina de Dios, médico de la salud, príncipe de las médicos, prefecto de las curaciones, salud de los enfermos, luz de los ciegos, gozo de los afligidos, custodio de los caminantes, guía de los peregrinos, maestro de los que desean la perfección, protector dela virtud, celador de la gloria de Dios, ensalzador de la limosna, del ayuno y de la oración. Ruégote, piadosísimo Príncipe, por aquella caridad con que acompañaste a Tobías el mozo, guardándole de muchos peligros, librándole a él y a Sara su esposa de aquel cruel demonio Asmodeo, sanando al anciano Tobías de la enfermedad que padecía en sus ojos, y llenando su casa y familia de muchos bienes; me asistas en las enfermedades, me acompañes en los caminos, y me defiendas del demonio y de la torpeza, para que viviendo castamente en esta vida, merezca ver la luz de Dios eterna; y también os suplico me alcancéis lo que os pido en esta Novena, si es para mayor gloria de Dios y bien de mi alma. Amén.
Reza la Oración Final.
DÍA SEGUNDO
Dios y Señor de los arcángeles, a los cuales encomendáis los negocios mas gravísimos de vuestra gloria, y utilidad de los hombres: yo os ofrezco los merecimientos de estos diligentes espíritus y los de vuestro Arcángel san Rafael, a quien enviasteis, como ministro de vuestras piedades, para asistir a los negocios y encargos de la cobranza y casamiento del obediente mancebo, hijo de Tobías, el cual logró por su medio con toda felicidad lo que deseaba: yo os suplico me concedáis el acierto en todos los negocios que se encargaren a mi cuidado, y el cumplimiento de mis obligaciones, y también la gracia que os pido en esta Novena a mayor honra y gloria vuestra. Amén.
Reza la Oración Final.
DÍA TERCERO
Dios y Señor de los principados, los cuales por medio de los ángeles arcángeles, alumbrando, instruyendo y mandando, cuidan de la salud de los hombres: según la disposición de vuestra divina voluntad; yo os ofrezco los merecimientos de estos celosísimos espíritus, y los de vuestro Arcángel Rafael, el cual instruyó al joven Tobías para que conociese la medicinal virtud de las entrañas de aquel pez, y le alumbró del porte perfecto y santo que había de tener con su esposa Sara, para lograr sin peligro el fruto de bendición: yo os suplico que me concedáis la instrucción y luz de este santo Arcángel para conocer la espiritual medicina de mi alma, y el acierto en el estado en que me pusiere vuestra santísima mano, y la petición que os hago en esta Novena a mayor honra y gloria vuestra. Amén.
Reza la Oración Final.
DÍA CUARTO
Dios y Señor de las potestades, que tienen especial poder para refrenar los demonios; yo os ofrezco los merecimientos de estos poderosísimos espíritus y los de vuestro Arcángel san Rafael, a quien disteis la singular potestad para que ligase y encadenase en el desierto del superior Egipto al cruel enemigo de la pureza y astuto demonio llamado Asmodeo, defendiendo por este medio a los hombres de sus abominables asechanzas: yo os suplico queme concedáis la gracia y virtud de la pureza, defendiendo mi alma de las tentaciones de este cruel enemigo, y me deis en esta Novena a mayor honra y gloria vuestra. Amén.
Reza la Oración Final.
DÍA QUINTO
Dios y Señor de las virtudes, por las cuales hacéis milagros y prodigios propios de vuestro soberano poder; yo os ofrezco los merecimientos de estos prodigiosos espíritus y los de vuestro Arcángel san Rafael, por quien obró vuestra poderosa mano los milagros de dar vista al anciano Tobías, librar del pez a su hijo, defender a Sara de las calumnias de su criada y darle logro feliz de su matrimonio con dichosa sucesión: yo os suplico, que por la mano de este santo Arcángel ejecutéis en mi alma los prodigios de darme luz para conoceros, paso seguro para seguiros, tolerancia para sufrir las injurias, y confianza para esperar el remedio, y me deis lo que os pido en esta Novena a mayor honra y gloria vuestra. Amén.
Reza la Oración Final.
DÍA SEXTO
Dios y Señor de las dominaciones, que presiden a todos los espíritus inferiores, ministros de vuestra providencia, y ellos se sujetan a vuestra voluntad prontos siempre para ejecutarla; yo os ofrezco los méritos de estos excelentes espíritus y los de vuestro Arcángel san Rafael, que siendo de los supremos y superiores espíritus, se humilló y rindió, mostrándose como siervo para conducir al joven Tobías, y restituyéndole a su casa, después de haberle instruido en la perfecta obediencia a su anciano padre y pacifico gobierno con su esposa y familia: yo os suplico que me concedáis una pronta y perfecta obediencia a todos mis mayores y superiores, y la petición que os hago en esta Novena a mayor honra y gloria vuestra. Amén.
Reza la Oración Final.
DÍA SÉPTIMO
Dios y Señor de los tronos en que descansáis, como en trono de vuestra Majestad; yo os ofrezco los merecimientos de estos altísimos espíritus y los de vuestro Arcángel san Rafael, que después de los trabajos de aquel dilatado y peligroso camino, en que acompañó a Tobías, le puso en el descanso y quietud de su familia, logrando en gran consuelo todos los bienes, que por su dirección había conseguido: yo os suplico que me concedáis el descanso y la quietud de vivir siempre en el amparo de vuestra altísima providencia, y otorgarme la petición que os hago en esta Novena a mayor honra y gloria vuestra. Amén.
Reza la Oración Final.
DÍA OCTAVO
Dios y Señor de los querubines, que están adornados de perfectísima sabiduría; yo os ofrezco los merecimientos de estos sapientísimos espíritus y los de vuestro Arcángel san Rafael, que con su admirable sabiduría se dio a conocer, manifestando su excelentísima naturaleza a sus dos encomendados y amigos Tobías el padre y el hijo, y les reveló los soberanos secretos y maravillas de Dios, dejándolos muy ilustrados en su conocimiento y sano temor; yo os suplico, que por la ilustración de este santo Arcángel, alumbréis mi entendimiento, para que yo logre la verdadera ciencia de serviros, agradaros y temeros, y también me otorguéis la gracia que os pido en esta Novena a mayor honra y gloria vuestra. Amén.
Reza la Oración Final.
DÍA NOVENO
Dios y Señor de los serafines, que os aman con un amor ardentísimo; yo os ofrezco los merecimientos de estos abrasados espíritus y los de vuestro Arcángel san Rafael, que con el fuego de su ardentísima caridad dejó encendidos los corazones de toda aquella familia del santo anciano Tobías, en el amor y deseo de servir a vuestra soberana Majestad, con verdadero y perseverante agradecimiento de los favores que recibieron de vuestra mano: yo os suplico que abraséis con vuestro divino amor el velo de mi tibia voluntad, y encendáis mi apagado corazón en un perpetuo agradecimiento a vuestros beneficios, y continua perseverancia en el camino de la virtud, y me deis lo que pido en esta Novena a mayor honra y gloria vuestra. Amén.
Reza la Oración Final.
ORACIÓN FINAL
Después alentando cuanto se pudiere la confianza con las palabras
que a cada uno le dictare su afecto, le pedirá a san Rafael el favor que en especial desea conseguir.
(solicita aquí la gracia que deseas conseguir)
ORACIÓN A LA SERENÍSIMA REINA DE LOS ÁNGELES
(oración final para todos los días)
Serenísima Reina de los ángeles, medicina de la medicina, porque, Señora, sin vos no hay medicamento que sane. Vuestra virtud es el alma de los remedios, como bajó de vos la salud al mundo enfermo, baja por vuestra virtud la salud a todos los enfermos del mundo. Y así, soberana Señora, os suplicamos nos deis al médico perfecto Rafael, para que sea nuestro médico, siendo, Señora, vuestro, y cure nuestros males. Y siendo uno de los siete príncipes nobles que asisten a vuestro trono, por eso serán mas gratas tus alabanzas, y para nosotros mas poderosa su intercesión: pues lo que pidiere a Dios, a cuyo trono asiste, lo alcanzará, Señora, por vos, asistiendo a vuestro trono.
Fuente: BAEZA (1865). Novena al Glorioso Arcángel San Rafael (Num. 4). Impr. y litografía de la C. Gral. de Libros, (pp.1-21).
Tomado de Google Books, http://books.google.com.
Rafael es el Arcángel que envió Dios para acompañar y ayudar al joven Tobías en premio a las virtudes de su padre. Hermosa y aleccionadora es la historia que nos refiere la Sagrada Escritura y que no manifiesta la admirable providencia de Dios sobre el hombre.
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador y Redentor Mío, por ser vos quien sois, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido, y propongo firmemente de nunca más pecar, de apartarme de toda ocasión de ofenderos, confesarme y cumplir la penitencia que me fuera impuesta, y os ofrezco mi vida, obra y trabajo en satisfacción de todos mis pecados. Y como os suplico, así confió en vuestra bondad y misericordia infinita, me los perdonareis por los merecimientos de vuestra preciosa sangre, pasión y muerte, me daréis gracia para enmendarme y para perseverar hasta la muerte.Amén.
Glorioso Arcángel San Rafael, sagrado príncipe de los siete que asisten al trono supremo del mismo Dios, si es para gloria de su majestad divina y para honra de vuestra alteza que yo consiga lo que deseo y pido en esta Novena, alcanzadme esta gracia del señor, y si no, enderezad mi petición y pedid a Dios aquello que más me conviniere para mayor gloria suya , vida, salud y provecho de mi alma.
(Haga aquí la petición)
Oh Dios que en el viaje disteis a vuestro siervo Tobías la compañía del Arcángel Rafael, otorgadnos que en todo tiempo seamos vuestros siervos guardados bajo su tutela y protección. Por Nuestro Señor Jesucristo.
Santísimo Príncipe de la Gloria y poderoso Arcángel San Rafael, grande en los bienes de la naturaleza, grande en los dones de la gracia, grande en el ardor de la caridad, grande en el resplandor de la sabiduría, grande en la piedad con los hombres, grande en el poder contra los demonios, grande en la dignidad, grandísimo en la Humildad, Medicina de Dios, Médico de la salud, Príncipe de los Médicos, Prefecto de la curaciones, Salud de los enfermos, Luz de los ciegos, Gozo de los afligidos, Custodio de los caminantes, Guía de los peregrinos, Maestro de los que desean la perfección, Protector de la virtud, Celador de la gloria de Dios, Ensalzador de la limosna, del ayuno y de la oración:
Ruégote, piadosísimo Príncipe, por aquella caridad con que acompañaste a Tobías el mozo guardándolo de muchos peligros, librándole a él y a Sara su Esposa de aquel cruel demonio Asmodeo, sanando al anciano Tobías de la enfermedad que padecía en sus ojos, y llenándole su casa y familia de muchos bienes, me asistas en las enfermedades, me acompañes en los caminos y me defiendas del demonio y de la torpeza, para que viviendo castamente en esta vida, merezcamos ver la luz de Dios en la eterna: y también os suplico me alcancéis lo que pido en esta Novena, si es para mayor gloria de Dios y bien de mi alma. Amén.
Padre Nuestro, Avemaría y Gloria.
(Se reza un Padre nuestro, un Avemaría y un Gloria el primer día, dos el segundo y así sucesivamente aumentando uno todos los días).
Rafael significa "El Señor sana" o "Medicina de Dios" y es comúnmente invocado por los médicos y enfermeras
San Rafael Arcángel es uno de los siete arcángeles que está delante del trono de Dios. Se le conoce como el Arcángel sanador, por su intervención divina con el personaje Tobit, a quién sanó de una ceguera
A San Rafael también se le conoce principalmente como el patrón de los viajeros porque con su ayuda, guía en los viajes espirituales en la búsqueda de la verdad y el conocimiento. También es el patrono de los médicos y de los ciegos.
En el libro de Tobías, capítulos 5 al 9, (Antiguo Testamento), San Rafael ayudó a Tobías a hacer un bálsamos con las vísceras de un pescado, para así ayudar a sanar la ceguera de Tobit, su padre.
Rafael significa “El Señor sana” o “Medicina de Dios” y es comúnmente invocado por los médicos, enfermeras y todo aquel que sufra alguna dolencia o enfermedad.
San Rafael Arcángel es un poderoso intercesor que ayuda, por voluntad de Dios, a sanar la enfermedad física, mental y espiritual.
San Rafael comparte su día de fiesta con los otros Arcángeles, San Miguel y San Gabriel, durante la fiesta de los Santos Arcángeles, el 29 de septiembre
La siguiente oración puede ser recitada para invocar a San Rafael Arcángel cada vez que se desee por alguna intención especial
Oración de sanación a San Rafael Arcángel
Oh bondadoso y guía espiritual San Rafael Arcángel, yo te invoco como el patrón de aquellos que están afligidos por la enfermedad o dolencia corporal.
Tú hiciste preparar el remedio que sanó la ceguera del anciano Tobías, y tu nombre significa “El Señor sana”.
Me dirijo a ti, implorando tu auxilio divino en mi necesidad actual
(Mencionar aquí la petición)
Si es la voluntad de Dios, dígnate a sanar mi enfermedad, o al menos, concédeme la gracia y la fuerza que necesito para poder soportarla con paciencia, ofreciéndola por el perdón de mis pecados y por la salvación de mi alma.
Enséñame a unir mis sufrimientos con los de Jesús y de María y buscar la gracia de Dios en la oración y la comunión.
Deseo imitarte en tu afán de hacer la voluntad de Dios en todas las cosas.
Como el joven Tobías, yo te elijo como mi compañero en mi viaje a través de este valle de lágrimas. Deseo seguir tus inspiraciones cada paso del camino, para que pueda llegar al final de mi viaje bajo tu protección constante y en la gracia de Dios.
Oh Arcángel San Rafael Bendito, tú te revelaste a ti mismo como el asistente divina del Trono Dios, ven a mi vida y asísteme en este momento de prueba.
Concédeme la gracia y la bendición de Dios y el favor que te pido por tu poderosa intercesión.
Oh gran Médico de Dios, dígnate a curarme como lo hiciste con Tobías si es la voluntad del Creador.
San Rafael, Recurso de Dios, Ángel de la Salud, Medicina de Dios, ruega por mí. Amén.
DÍA PRIMERO
SAN RAFAEL GRAN PRIVADO DEL REY SUPREMO
Para formar el debido concepto de la privanza y especial predilección, con que honra a San Rafael el Rey Supremo, basta considerar la alta cumbre de honor a que le ha elevado. Más ¡oh, qué altura de honor tan asombrosa!
El menor de los Ángeles ocupa ya un trono incomparablemente más excelso y brillante, que el mayor de los monarcas de la tierra: ¿cuál, pues, será la elevación de un Espíritu que se eleva sobre millares de millones de Ángeles, por ser uno de los siete supremos Magistrados, que honran y decoran el celestial imperio?
Él mismo reveló por su propia boca a los dos Tobías esta tan sublime preeminencia, cuando les dijo: Yo soy el Ángel Rafael uno de los siete que estamos delante del Señor, esto es, uno de los siete más allegados a su Augusto Solio, prontos a desempeñar las comisiones con que nos honra como a sus más íntimos privados.
Y de aquí es que, del incalculable número de Ángeles que (como dice Santo Tomas con el Areopagita) es mucho más crecido que el número de todos los otros seres justos, sólo de San Rafael y de otros dos espíritus angélicos ha querido Dios dar cierta e individual noticia a los mortales; que por esto, sólo de estos tres celebra en particular su fiesta la Iglesia.
¡Oh excelencia de San Rafael, verdaderamente admirable!
Medítese un poco y pídase el favor que se desee alcanzar.
COLOQUIO
¡Qué grande os hizo, sublime San Rafael la poderosa diestra del Altísimo! ¡Ay! Yo quiero levantar la vista al refulgente solio de vuestra gloria; y los vivos rayos de brillante luz que os rodean, deslumbran y obligan a cerrar mis endebles ojos.
Vos sois uno de aquellos siete supremos senadores que forman al Rey inmortal e invisible su más secreto gabinete, y que, a la manera de inextinguibles antorchas, arden y brillan sobre los siete candeleros de oro, que vio San Juan en el Apocalipsis delante del Cordero de Dios.
A vos dirige con dulce Majestad sus cariñosos ojos el Rey de la gloria, haciéndoos con los reverberos de su luz eterna e increada un fidelísimo espejo de su hermosura.
A vos confía aquellos profundos arcanos, que no es lícito hablar al hombre, y como a su apreciado valido os concede todas las gracias con que, como Ángel de la caridad, queréis socorrer a los afligidos mortales.
Ya que tan grande sois, y tanto priváis con el Rey de Reyes, sacadme de mi pequeñez y miseria y alcanzadme de su Divina Majestad, que se eleve mi espíritu a las cosas celestiales y eternas, en cuya comparación todas las grandezas y pompas de este mundo no son más que vanidad y aflicción del espíritu.
Y para más obligaros, unido mi espíritu con las tres Jerarquías de los Ángeles, saludo a la Sacrosanta e individua Trinidad con tres Padre Nuestro, tres Ave María y un Gloria Patri.
ORACIÓN
(Para todos los días)
Excelentísimo Príncipe del Empíreo San Rafael, Ministro del gran Rey, celador de su honra, protector de la castidad, patrono de la limosna y oración, conductor de los caminantes, libertador en los peligros, auxilio cierto en las necesidades, iluminador de los ciegos, y médico universal de todas las enfermedades, a vos clamo, y a la sombra de vuestro patrocinio acudo, para que os dignéis sostenerme en todos mis peligros, consolarme en todas mis tristezas, dirigirme en todos mis apuros y remediarme en todas mis necesidades.
Vos reunís todas las prerrogativas de los nueve coros angélicos; tenéis la pureza y el candor de los demás Ángeles; sois Embajador de las cosas grandes, como los Arcángeles; sobre Vos descansa Dios como en los Tronos; con las Dominaciones señoreáis los ánimos; con los Principados veláis sobre Reyes y reinos; enfrenáis los demonios con las Potestades; obráis estupendos milagros como las Virtudes; en Vos, finalmente, se ven brillar las luces de los Querubines y arder las amorosas llamas de los espíritus Seráficos.
Ya, pues, que residen en Vos tanta grandeza, poder y gloria, usad de vuestra generosa beneficencia con esta inútil criatura, que aunque frágil, al fin os ama con dulce pasión, para que sea feliz en tiempo y eternidad. Amen.
DÍA SEGUNDO
SAN RAFAEL CELADOR DE LA HONRA DE DIOS
El alto grado de gloria al que elevó el Todopoderoso a Rafael, es una prueba cierta del ardiente celo con que en el día primero del mundo defendió la honra del Altísimo, inicuamente ajada por el príncipe de la soberbia Lucifer, cuando con impotente orgullo quiso este fijar su trono sobre el Monte del Testamento, elevarse sobre los astros del cielo y arrogarse la gloria del Altísimo.
Él fue entonces uno de los más valientes campeones, que al lado del grande Miguel sostuvo los derechos del Sumo de los Reyes, y con el rayo de la verdad, vibrado por su fulminante boca, lanzó a los abismos aquel dragón horrible y todos sus secuaces.
Este celo de la divina gloria es el resorte que da impulso a todas sus acciones; y aun, en los continuos actos de bondad y misericordia con que socorre a los hombres, lejos de buscar su propia gloria, no se propone otro objeto sino que los favorecidos bendigan, alaben y glorifiquen al Señor.
Esta es la única recompensa que exigió por los imponderables beneficios que había dispensado a los dos Tobías. Bendecid, les dijo, al Dios del Cielo y publicad su gloria delante de todos los vivientes, por haber usado para con vosotros de su misericordia.
Medítese un poco y pídase el favor que se desee alcanzar.
COLOQUIO
¡Cuán feliz sería yo, celosísimo Rafael, si llegase a imitaros en el celo de la honra de Dios!
Vuestra angelical esencia es un volcán de amor divino, y este fuego de amor es el que levanta allí la llama de vuestro celo.
Quien ama, olvida sus propios intereses, ni conoce más anhelo que los que se dirigen a provecho y gloria del amado. Vos que tanto ardéis en incendios de amor seráfico, sólo respiráis llamas de inflamado celo por la gloria de vuestro amado Dios.
Mas yo, ¿qué celo puedo tener de esta honra, cuando mi corazón para con Dios vence en frialdad y dureza al insensible mármol?
Todo concentrado dentro de mí solo, vengo a ser el ídolo de mí mismo, en cuyas solas aras quemo todos mis inciensos. Mis pensamientos, mis afectos, mis obras sólo se dirigen a contemporizar mi amor propio, procurando de mil maneras la satisfacción de todas mis inclinaciones y antojos, aunque para esto sea preciso ofender e insultar a mi Criador, violando su ley en su presencia. No sé mirar la más leve injuria que se me haga, sin amotinarse luego mis pasiones; y miro con indiferencia y sin dolor las innumerables ofensas que se hacen sin cesar al Dios de la Majestad y de la gloria.
¡Qué contraste, ardiente Rafael, entre mi frialdad y vuestro celo! Curadme, oh médico celestial, de enfermedad tan oprobiosa.
Y para más obligaros, unido mi espíritu con las tres Jerarquías de los Ángeles, saludo a la Sacrosanta e individua Trinidad con tres Padre Nuestros, tres Ave Marías y un Gloria Patri.
ORACIÓN
(PARA TODOS LOS DÍAS)
Excelentísimo Príncipe del Empíreo San Rafael, Ministro del gran Rey, celador de su honra, protector de la castidad, patrono de la limosna y oración, conductor de los caminantes, libertador en los peligros, auxilio cierto en las necesidades, iluminador de los ciegos, y médico universal de todas las enfermedades, a vos clamo, y a la sombra de vuestro patrocinio acudo, para que os dignéis sostenerme en todos mis peligros, consolarme en todas mis tristezas, dirigirme en todos mis apuros y remediarme en todas mis necesidades.
Vos reunís todas las prerrogativas de los nueve coros angélicos; tenéis la pureza y el candor de los demás Ángeles; sois Embajador de las cosas grandes, como los Arcángeles; sobre Vos descansa Dios como en los Tronos; con las Dominaciones señoreáis los ánimos; con los Principados veláis sobre Reyes y reinos; enfrenáis los demonios con las Potestades; obráis estupendos milagros como las Virtudes; en Vos, finalmente, se ven brillar las luces de los Querubines y arder las amorosas llamas de los espíritus Seráficos.
Ya, pues, que residen en Vos tanta grandeza, poder y gloria, usad de vuestra generosa beneficencia con esta inútil criatura, que aunque frágil, al fin os ama con dulce pasión, para que sea feliz en tiempo y eternidad. Amen.
DÍA TERCERO
SAN RAFAEL PROTECTOR DE LA PUREZA
Aunque la pureza sea blasón común de todos los Ángeles, por ser puros espíritus y carecer, por lo mismo, de esta grosera y corruptible masa de carne que agrava a nuestra triste alma; sin embargo ella pertenece y distingue de un modo especial al purísimo Rafael, por cuyo motivo es considerado por especial protector de la castidad.
Él es quien ata, sujeta y confina al infernal Asmodeo, que es el porta-estandarte de la lujuria.
Efectivamente, leemos en la Sagrada Escritura que el libró a Sara, hija de Raguel y Ana, de la obsesión de aquel inmundo demonio, que le había ya muerto siete maridos, en quienes había atizado antes el hediondo fuego de la lujuria. Pero la protección del grande Rafael escudó al joven Tobías, y lejos de permitir a aquel impuro espíritu que le asestase sus tiros como a los demás maridos de Sara: le atrapó, dice la Escritura, y le amarró en el desierto del alto Egipto.
Así es que este angélico protector de la pureza quita las fuerzas al demonio tentador y corona de triunfos a los que reclaman su auxilio en las arduas y siempre temibles batallas, con que pretenden los demonios conquistar el preciosísimo tesoro de una virtud tan bella, como fácil de perderse.
Medítese un poco y pídase el favor que se desee alcanzar.
COLOQUIO
Purísimo Rafael, ¡oh cuán enamorado os contemplo de la fragantísima azucena de la pureza! ¡Con qué ahínco, y con cuán sabias y oportunas instrucciones procurasteis a inspirarla a vuestro querido Tobías, pintándole la brutal condición de aquellos infelices que a la manera del caballo y el mulo corren precipitados a disfrutar unos placeres, que gustados acarrean la muerte!
Ángel de la pureza, interesaos también en mi ayuda, sostenedme en mis choques y esgrimid la espada de vuestra irresistible virtud contra los infernales enemigos, que con incesantes y porfiados ataques pretenden abrir brecha en mi corazón, para hurtarme aquella preciosa joya que forman las delicias del Hijo de la Virgen.
Mirad, que son muchos y muy temibles los enemigos que se han aliado con cruel mancomún contra de mí; el mundo, con mil aparatos lisonjeros, mi propia carne, con sensaciones tan halagüeñas como traidoras, todo el infierno, con innumerables artimañas; todo, Santo mío, conspira a triunfar de mi constancia en ser puro.
¿Qué haré, triste de mí, que no soy sino imbecilidad y flaqueza, sino sucumbir y perderme? Preciso me será una mano tan robusta como la vuestra, para sacarme airoso y triunfante. Esta mano, pues, pido, esta deseo y su favor espero.
Y para más obligaros, unido mi espíritu con las tres Jerarquías de los Ángeles, saludo a la Sacrosanta e individua Trinidad con tres Padre Nuestros, tres Ave Marías y un Gloria Patri.
ORACIÓN
(PARA TODOS LOS DÍAS)
Excelentísimo Príncipe del Empíreo San Rafael, Ministro del gran Rey, celador de su honra, protector de la castidad, patrono de la limosna y oración, conductor de los caminantes, libertador en los peligros, auxilio cierto en las necesidades, iluminador de los ciegos, y médico universal de todas las enfermedades, a vos clamo, y a la sombra de vuestro patrocinio acudo, para que os dignéis sostenerme en todos mis peligros, consolarme en todas mis tristezas, dirigirme en todos mis apuros y remediarme en todas mis necesidades.
Vos reunís todas las prerrogativas de los nueve coros angélicos; tenéis la pureza y el candor de los demás Ángeles; sois Embajador de las cosas grandes, como los Arcángeles; sobre Vos descansa Dios como en los Tronos; con las Dominaciones señoreáis los ánimos; con los Principados veláis sobre Reyes y reinos; enfrenáis los demonios con las Potestades; obráis estupendos milagros como las Virtudes; en Vos, finalmente, se ven brillar las luces de los Querubines y arder las amorosas llamas de los espíritus Seráficos.
Ya, pues, que residen en Vos tanta grandeza, poder y gloria, usad de vuestra generosa beneficencia con esta inútil criatura, que aunque frágil, al fin os ama con dulce pasión, para que sea feliz en tiempo y eternidad. Amen.
DÍA CUARTO
Estampa de San Rafael, de juan Díaz, de 1752, basado en Antonio del Castillo
SAN RAFAEL AMIGO DE LAS OBRAS DE MISERICORDIA
Otro de los timbres que más ilustran y engrandecen a Rafael, es aquel vivo empeño que atender y recompensar las obras de misericordia, con que los hombres se socorren unos a otros. y especialmente la limosna. Su genio tierno, benéfico y bondadoso le hace mirar con fino cariño a cuantos congenian con Él en la piedad y misericordia.
Aquel héroe de la caridad para con los vivos y difuntos, el anciano Tobías, ¿qué beneficios no recibió de la mano de este generosísimo Príncipe? Cuando él distribuía con franca mano su pan a los pobres; cuando interrumpía su comida y se desprendía del descanso del sueño nocturno para dar sepultura a los muertos; cuando, en fin, desplegaba de mil modos su caritativo pecho en beneficio de sus concautivos hermanos, Rafael vigilaba solícito atendiendo con dulce complacencia estos actos de misericordia, presentándolos en copa de oro ante el acatamiento del Dios de las misericordias.
¿De qué bienes enseguida no colmó su persona, su casa y su familia? Vista, riquezas, consuelo, larga vida, toda clase de prosperidades fueron la recompensa, que con su benigna aparición le negoció. Tanto como éste, ama San Rafael la misericordia.
Medítese un poco y pídase el favor que se desee alcanzar.
COLOQUIO
Misericordioso San Rafael, yo no sé ver en Vos sino la más cabal y exacta imagen del Padre de las misericordias y Dios de toda consolación. A imitación suya no contento con favorecer Vos a vuestros queridos hombres, formáis, un empeño de que ellos se favorezcan recíprocamente.
Mientras que Vos estabais acumulando mil importantes beneficios sobre las dos casas de Raguel y Tobías, inculcabas con estilo enérgico el ejercicio de la limosna y demás actos de beneficencia. Mejor es, decíais, la limosna que almacenar tesoros de oro. Ella es la que preserva de la muerte; ella la que limpia los pecados, y el más seguro garante de la misericordia de Dios y de la vida eterna.
¡Ay de mí! Que tengo un corazón tan de piedra para con mis hermanos. Todo miel y regalo para conmigo, reservo la hiel y los ajenjos para los otros; y antes de arrostrar la menor incomodidad, sufriré que perezca de hambre un infeliz.
¿Cómo podréis Vos mirarme con buen ojo? No, no es vuestra protección para los insensibles y crueles. Rogad pues a Dios, mi amado Arcángel, que sensibilice mi corazón, para que a ejemplo vuestro me haga todo para todos, ejercitándome en adelante en todas las obras de misericordia. Esta es la merced que hoy os pido.
Y para más obligaros, unido mi espíritu con las tres Jerarquías de los Ángeles, saludo a la Sacrosanta e individua Trinidad con tres Padre Nuestros, tres Ave Marías y un Gloria Patri.
ORACIÓN
(Para todos los días)
Excelentísimo Príncipe del Empíreo San Rafael, Ministro del gran Rey, celador de su honra, protector de la castidad, patrono de la limosna y oración, conductor de los caminantes, libertador en los peligros, auxilio cierto en las necesidades, iluminador de los ciegos, y médico universal de todas las enfermedades, a vos clamo, y a la sombra de vuestro patrocinio acudo, para que os dignéis sostenerme en todos mis peligros, consolarme en todas mis tristezas, dirigirme en todos mis apuros y remediarme en todas mis necesidades.
Vos reunís todas las prerrogativas de los nueve coros angélicos; tenéis la pureza y el candor de los demás Ángeles; sois Embajador de las cosas grandes, como los Arcángeles; sobre Vos descansa Dios como en los Tronos; con las Dominaciones señoreáis los ánimos; con los Principados veláis sobre Reyes y reinos; enfrenáis los demonios con las Potestades; obráis estupendos milagros como las Virtudes; en Vos, finalmente, se ven brillar las luces de los Querubines y arder las amorosas llamas de los espíritus Seráficos.
Ya, pues, que residen en Vos tanta grandeza, poder y gloria, usad de vuestra generosa beneficencia con esta inútil criatura, que aunque frágil, al fin os ama con dulce pasión, para que sea feliz en tiempo y eternidad. Amen.
DÍA QUINTO
SAN RAFAEL ABOGADO DE LA ORACIÓN
Es increíble la complacencia, que perciben los Santos Ángeles en las oraciones que dirigen los hombres al Omnipotente. Por eso se nos describen en el Apocalipsis con copas de oro en sus manos llenas de aromáticos olores, que, como allí mismo se dice, son las oraciones de los Santos, que ellos presentan como fragantes timiama ante el inaccesible Altar de la tremenda y centelleante Divinidad.
Pero además de este amoroso anhelo, con que todas las inteligencias angélicas generalmente miran y protegen la oración, tenemos datos particulares del especial interés que toma en ella el gran San Rafael. Desde los altos cielos parece está continuamente atalayando para ver y descubrir los hombres de oración y ofrecerla al Altísimo en favor de ellos.
Cuando tú orabas con tierno llanto, yo fui quien ofrecía a Dios tu oración. Así amorosamente lo manifestó a Tobías. Y no hay duda que hará lo mismo con cuantos se dediquen con esmero a la oración, especialmente si invocan su auxilio con fervor y alentada confianza; que por esto lo considera la Iglesia estar de pie con el incensario en la mano delante del ara del Templo, como que está siempre en actitud de ofrecer a Dios el oloroso perfume de nuestras oraciones.
Medítese un poco y pídase el favor que se desee alcanzar.
COLOQUIO
Ya que sois, excelso Príncipe Rafael, el abogado y promotor de la oración, alcanzadme de Dios el espíritu de esta virtud elevadora, que transforma los hombres en Serafines. Ella es la que corre la cortina a los sublimes espectáculos de la eternidad, entabla una amistosa correspondencia entre Dios y el hombre, da al alma alas de paloma, con que se traslada en un momento desde el abismo de la nada hasta el refulgente solio de la divinidad, enerva la fuerza tirana de las pasiones, corrige los vicios, da vida a las virtudes, hace llover del cielo muy salubres destellos en toda suerte de favores; ella, en fin, enciende en el alma aquella dulce y vehemente llama, que limpiándola de toda escoria de terrenos afectos, la eleva a los místicos óculos y abrazos del Dios del amor puro, hasta unirla y hacerla un mismo espíritu con Él.
Ella, pues, formará en adelante mis delicias, dedicando a su ejercicio tantas horas como hasta aquí se me ha llevado la ociosidad y unas tareas vanas y aun perjudiciales.
Estos son mis propósitos. Vos que sois el amigo de la oración, suplicad al Señor, que me dé la gracia de saber ponerlos en obra. Así lo espero de vuestra generosa condición.
Y para obligaros, unido mi espíritu con las tres Jerarquías de los Ángeles, saludo a la Sacrosanta e individua Trinidad con tres Padre Nuestros, tres Ave Marías y un Gloria Patri.
ORACIÓN
(Para todos los días)
Excelentísimo Príncipe del Empíreo San Rafael, Ministro del gran Rey, celador de su honra, protector de la castidad, patrono de la limosna y oración, conductor de los caminantes, libertador en los peligros, auxilio cierto en las necesidades, iluminador de los ciegos, y médico universal de todas las enfermedades, a vos clamo, y a la sombra de vuestro patrocinio acudo, para que os dignéis sostenerme en todos mis peligros, consolarme en todas mis tristezas, dirigirme en todos mis apuros y remediarme en todas mis necesidades.
Vos reunís todas las prerrogativas de los nueve coros angélicos; tenéis la pureza y el candor de los demás Ángeles; sois Embajador de las cosas grandes, como los Arcángeles; sobre Vos descansa Dios como en los Tronos; con las Dominaciones señoreáis los ánimos; con los Principados veláis sobre Reyes y reinos; enfrenáis los demonios con las Potestades; obráis estupendos milagros como las Virtudes; en Vos, finalmente, se ven brillar las luces de los Querubines y arder las amorosas llamas de los espíritus Seráficos.
Ya, pues, que residen en Vos tanta grandeza, poder y gloria, usad de vuestra generosa beneficencia con esta inútil criatura, que aunque frágil, al fin os ama con dulce pasión, para que sea feliz en tiempo y eternidad. Amen.
DÍA SEXTO
SAN RAFAEL CONDUCTOR DE LOS CAMINATES
Pasma verdaderamente la cariñosa solicitud que manifestó el gran San Rafael en ofrecerse por compañero de Tobías, y seguirle en todos los puntos de su famoso viaje y peregrinación.
Disimulando la alta dignidad de su carácter y transformado en un joven viajero con el nombre de Azarías para hacerse más franco y familiar, ¿qué dulzura no usa en su trato?, ¿de qué riesgos no le preserva?, ¿qué bienes no le alcanza?, ¿y qué saludables preceptos y máximas no le inspira?
De esta manera, mientras es su guía y conductor por los caminos de la tierra, es al mismo tiempo un sabio Mentor, que le ilustra e instruye, enseñándole el verdadero camino que lleva a la eterna vida. Y verdaderamente, como dice San Gregorio, mientras vivimos en el mundo estamos como en camino, con que nos dirigimos a la Patria; que por esto somos llamados viadores.
¡Dichoso y afortunado el hombre que, desviándose del camino de la iniquidad y perdición, elige aquel que guía a la morada feliz de los bienaventurados! ¡Y mil veces también dichoso el que logra para esto un conductor tan diestro y artificioso como San Rafael!
Seguro podrá estar con tan buen compañero de no tropezar en los continuos obstáculos que se atraviesan por este camino, y llegar prósperamente al fin de tan crítica e interesante jornada.
Medítese un poco y pídase el favor que se desee alcanzar.
COLOQUIO
A Vos invoco, dulcísimo San Rafael, mientras que voy viajando por la peligrosa carrera de esta frágil y deleznable vida. Más tímido e inexperto que el mozo Tobías, preciso será que os dignéis asirme de la mano, para que no dé en algún horrible precipicio.
Por todos los puntos de este camino hay ladrones y asesinos, que están continuamente asechando, para hurtarme el oro de las virtudes y hasta la vestidura de la gracia, y quitarme con esto la vida del alma, que es la única verdadera vida.
Se hallan con frecuencia caminos espaciosos y amenos, cubiertos de flores y de varios hechizos a que se nos llama con mil lisonjeros atractivos de honras, riquezas y placeres.
De otra parte se presentan lugares desiertos, montes escabrosos y ardientes arenales, que ponen miedo y horror de solo verlos.
¡Cuán fácil es atendida nuestra innata propensión a lo agradable, andarse por los caminos deliciosos, y volver las espaldas a los arduos! Y sin embargo estos son, en boca de la Verdad Eterna, los que guían a la vida, mientras que aquellos tienen por remate la muerte en la sombría región del llanto sempiterno.
Tenedme, pues, siempre de la mano, Santo Ángel conductor, y obligadme, aunque me cueste la vida, a seguir siempre los que tienen por término la eterna vida.
Y para obligaros, unido mi espíritu con las tres Jerarquías de los Ángeles, saludo a la Sacrosanta e individua Trinidad con tres Padre Nuestros, tres Ave Marías y un Gloria Patri.
ORACIÓN
(PARA TODOS LOS DÍAS)
Excelentísimo Príncipe del Empíreo San Rafael, Ministro del gran Rey, celador de su honra, protector de la castidad, patrono de la limosna y oración, conductor de los caminantes, libertador en los peligros, auxilio cierto en las necesidades, iluminador de los ciegos, y médico universal de todas las enfermedades, a vos clamo, y a la sombra de vuestro patrocinio acudo, para que os dignéis sostenerme en todos mis peligros, consolarme en todas mis tristezas, dirigirme en todos mis apuros y remediarme en todas mis necesidades.
Vos reunís todas las prerrogativas de los nueve coros angélicos; tenéis la pureza y el candor de los demás Ángeles; sois Embajador de las cosas grandes, como los Arcángeles; sobre Vos descansa Dios como en los Tronos; con las Dominaciones señoreáis los ánimos; con los Principados veláis sobre Reyes y reinos; enfrenáis los demonios con las Potestades; obráis estupendos milagros como las Virtudes; en Vos, finalmente, se ven brillar las luces de los Querubines y arder las amorosas llamas de los espíritus Seráficos.
Ya, pues, que residen en Vos tanta grandeza, poder y gloria, usad de vuestra generosa beneficencia con esta inútil criatura, que aunque frágil, al fin os ama con dulce pasión, para que sea feliz en tiempo y eternidad. Amen.
DÍA SÉPTIMO
SAN RAFAEL LIBERTADOR EN LOS PELIGROS
De ningún otro de los espíritus angélicos refiere la Sagrada Escritura tantas particularidades y por menores, como de San Rafael. La historia de Tobías no parece también sino la historia de este bondadosísimo Arcángel. Allí pues se descubre su sabiduría y prontitud en librar de los peligros al hijo de aquel héroe.
Un pez descomunal sale del fondo del rio Tigris, y va con furia a tragar a Tobías mozo, mientras que este quería lavarse los pies. Asustado y atónito el joven grita con alta voz al Arcángel: − Señor, mirad que me acomete. − No te asustes, le responde; antes bien agárralo por la agalla, y échalo en la tierra. Así lo hizo impávido; y lo que al principio causó susto y sobresalto, fue después origen de imponderables ventajas.
Con no menos prevención libró al mismo, y a su esposa Sara, del inminente riesgo de la crueldad del demonio, enseñándoles el medio con que precaverse de su furor, y hacerse invulnerables a sus tiros.
Y si pudiésemos abrir aquí los anales de la Iglesia, ¿no hallaríamos innumerables testigos del pronto auxilio que experimentaron, invocando a San Rafael en sus peligros?
Acudamos, pues, a él con viva fe y será nuestro fiel libertador de cuantos males pueden amenazarnos.
Medítese un poco y pídase el favor que se desee alcanzar.
COLOQUIO
Con tantas voces quisiera aquí llamaros, mi amado San Rafael, cuántos son los innumerables peligros que me rodean. Peligros de salud, peligros de la fama, peligros de los bienes de fortuna, peligros en la soledad, peligros en las concurrencias y falsos hermanos, peligros en el mar, peligros en la tierra, peligros de cuerpo y, lo que es más sensible y aún más frecuente, peligros del espíritu.
¡Oh con cuánta propiedad mostró Dios al gran San Antonio Abad este mundo como un campo vastísimo, todo sembrado de lazos y peligros! ¿Qué vigilancia no se necesita para poner el pie en punto seguro? ¿Qué astucia y valor, para no ser presa de nuestro adversario el diablo, que como león bravo da con feroz rugido mil vueltas a nuestro rededor para devorarnos? ¿Qué superioridad de espíritu, para no sucumbir a la fuerza dominante de unas costumbres perversas, que tanto se han generalizado en nuestros días con dispendio de la divina Ley?
Casi cuanto vemos, cuanto oímos, cuanto gustamos, cuanto, en fin, está cerca de nosotros, compromete nuestra seguridad, y pone en contingencia nuestra salvación.
Vos, pues, que tanto os distinguís en preservar de los peligros a los que os invocan, sedme presente en mis apuros, protegedme, cubridme, salvadme y no me desamparéis hasta ponerme en la excelsa región de la imperturbable seguridad.
Y para más obligaros, unido mi espíritu con las tres Jerarquías de los Ángeles, saludo a la Sacrosanta e individua Trinidad con tres Padre Nuestros, tres Ave Marías y un Gloria Patri.
ORACIÓN
(PARA TODOS LOS DÍAS)
Excelentísimo Príncipe del Empíreo San Rafael, Ministro del gran Rey, celador de su honra, protector de la castidad, patrono de la limosna y oración, conductor de los caminantes, libertador en los peligros, auxilio cierto en las necesidades, iluminador de los ciegos, y médico universal de todas las enfermedades, a vos clamo, y a la sombra de vuestro patrocinio acudo, para que os dignéis sostenerme en todos mis peligros, consolarme en todas mis tristezas, dirigirme en todos mis apuros y remediarme en todas mis necesidades.
Vos reunís todas las prerrogativas de los nueve coros angélicos; tenéis la pureza y el candor de los demás Ángeles; sois Embajador de las cosas grandes, como los Arcángeles; sobre Vos descansa Dios como en los Tronos; con las Dominaciones señoreáis los ánimos; con los Principados veláis sobre Reyes y reinos; enfrenáis los demonios con las Potestades; obráis estupendos milagros como las Virtudes; en Vos, finalmente, se ven brillar las luces de los Querubines y arder las amorosas llamas de los espíritus Seráficos.
Ya, pues, que residen en Vos tanta grandeza, poder y gloria, usad de vuestra generosa beneficencia con esta inútil criatura, que aunque frágil, al fin os ama con dulce pasión, para que sea feliz en tiempo y eternidad. Amen.
DÍA OCTAVO
SAN RAFAEL AUXILIO CIERTO EN LAS NECESIDADES
También mueve los deseos solícitos de San Rafael los socorros materiales que necesitamos para pasar esta miserable vida, si lo que pedimos no es para prodigarlo a la satisfacción de nuestras desordenadas pasiones, sino para el decente sustento, socorro de los pobres y mayor gloria de Dios, entonces, con más liberalidad atiende a nuestro auxilio.
Testigo de esta verdad será en todos los siglos la casa de Tobías, para quien no sólo fue Él mismo en persona a cobrar la considerable suma de diez talentos de plata, que le adeudaba el buen Gabelo vecino de la ciudad de Ragés en Media; más aún enriqueció su casa con la mitad del opulento patrimonio de Raguel, y aún con todo el patrimonio entero, seguida la muerte de este virtuoso varón.
Esta misma generosa providencia mostraría a los necesitados, si con los fines arriba indicados, depositasen en Él toda su confianza, como lo han experimentado diferentes, recurriendo a este tesoro del gran Rey con viva fe e inflamada devoción.
Enciéndase, pues, en nuestro pecho la viva llama de nuestro afecto y confianza; y desde luego nos inundarán las efusiones de generosidad y bizarría, con que este Arcángel de la conmiseración nos auxiliará en todas nuestras necesidades.
Medítese un poco y pídase el favor que se desee alcanzar.
COLOQUIO
Benéfico y próvido San Rafael, pues que tantas pruebas de socorro habéis dado en todo tiempo, a vuestra providencia me asilo para que me alcancéis todo cuanto me sea menester para pasar en tranquila paz y decencia esta breve y fugitiva vida.
No pretendo montañas de oro para fijar sobre su cumbre un trono a mi soberbia, sino precisamente aquello que Vos, ilustrado con los rayos de la eterna luz, sabéis que me conviene para mi manutención y otros fines de la Divina gloria.
Pero los bienes, de que con más ahínco os suplico me proveáis, son los bienes del alma en cuya comparación, según expresión del Sabio, la plata no es más que lodo, el oro sino despreciable arena, y todas las riquezas no merecen otro nombre que el de nada.
¿De qué me serviría, que montes de oro precediesen mi carro triunfal, como al de Pompeyo; si en remate quedase privado para siempre de las verdaderas riquezas, de que hace magnifica ostentación el Rey inmortal de los siglos, en aquel brillante Reino, que mide su duración con la eternidad?
¿Seré tan loco como Esaú, que por un puñado de legumbres me venda tan rico patrimonio?
No, no, Santo mío. Lo que primero pido es el Reino de Dios y su justicia; y lo demás sólo por añadidura. Esto espero de Vos.
Y para más obligaros, unido mi espíritu con las tres Jerarquías de los Ángeles, saludo a la Sacrosanta e individua Trinidad con tres Padre Nuestros, tres Ave Marías y un Gloria Patri.
ORACIÓN
(PARA TODOS LOS DÍAS)
Excelentísimo Príncipe del Empíreo San Rafael, Ministro del gran Rey, celador de su honra, protector de la castidad, patrono de la limosna y oración, conductor de los caminantes, libertador en los peligros, auxilio cierto en las necesidades, iluminador de los ciegos, y médico universal de todas las enfermedades, a vos clamo, y a la sombra de vuestro patrocinio acudo, para que os dignéis sostenerme en todos mis peligros, consolarme en todas mis tristezas, dirigirme en todos mis apuros y remediarme en todas mis necesidades.
Vos reunís todas las prerrogativas de los nueve coros angélicos; tenéis la pureza y el candor de los demás Ángeles; sois Embajador de las cosas grandes, como los Arcángeles; sobre Vos descansa Dios como en los Tronos; con las Dominaciones señoreáis los ánimos; con los Principados veláis sobre Reyes y reinos; enfrenáis los demonios con las Potestades; obráis estupendos milagros como las Virtudes; en Vos, finalmente, se ven brillar las luces de los Querubines y arder las amorosas llamas de los espíritus Seráficos.
Ya, pues, que residen en Vos tanta grandeza, poder y gloria, usad de vuestra generosa beneficencia con esta inútil criatura, que aunque frágil, al fin os ama con dulce pasión, para que sea feliz en tiempo y eternidad. Amen.
DÍA NOVENO
SAN RAFAEL MÉDICO DE NUESTRA SALUD
Si bien en todo género de urgencias se ha mostrado siempre San Rafael un dulce amigo de los hombres; pero lo que más peculiarmente le distingue y caracteriza, es el oficioso anhelo con que se interesa en curar nuestras enfermedades.
Su nombre es ya su más completo elogio; pues Rafael significa Medicina de Dios. ¿Qué enfermedad habrá tan renitente, que no ceda a tal medicina y a tal medico? Cede en efecto la ceguera de Tobías; cede la obsesión de Sara; cede la devorante melancolía de Ana y Raguel; toda aflicción en fin, toda dolencia cede.
Persuadida la Iglesia Santa de esta verdad consoladora, invoca en las enfermedades de sus hijos a este Ángel de la Piscina, como al único instrumento de que se vale Dios en todas las curaciones milagrosas, como dicen los Santos Padres Gregorio y Agustín.
La ciudad de Córdoba con sólo acudir a este Medico celestial, y colocar su imagen en el pináculo de su catedral, vio cesar repentinamente una peste asoladora, que iba acabando con todos sus vecinos, sembrando por todo el llanto, el luto y la orfandad.
¿Qué beneficios no recibió de Él, aquel inmortal héroe de la caridad con los enfermos San Juan de Dios, hasta verle con hábito de su orden servir y curar a aquellos, y tenerle por su agonizante en la última hora de su vida? Acudamos pues a Él con viva fe, y sanará nuestras enfermedades.
Medítese un poco y pídase el favor que se desee alcanzar.
COLOQUIO
Sapientísimo Medico del Cielo y piadoso Príncipe San Rafael ¡qué tiernos que son vuestros afectos, y cuán fino y dulce vuestro amor, pues tanto interés tomáis en consolar y aliviar a los afligidos dolientes, que yacen sobre el lecho de su dolor!
Ya pues que tan tierno sois, y tan piadoso, a Vos pido y de Vos espero la salud de cuerpo, para poder trabajar continuamente a gloria del Criador y bien de sus hechuras. Pero ante todo os suplico miréis con ojo compasivo las innumerables enfermedades de que adolece mi alma. ¡Oh qué campo tan ancho ofrecen estas a vuestra compasión y humanidad!
La hinchazón de la soberbia me tiene todo entumecido, la comezón de la codicia me irrita; la maligna calentura de la lujuria me enciende, la inflamatoria ira me agita; la sedienta gula me embrutece, el tétrico humor de la envidia me tiene pálido y afilado, y la gota de la pereza me tiene del todo paralizado.
Tantos, tan graves, y tan inveterados males sólo la medicina de Dios podrá curarlos. Vos pues, a quien honra el Todopoderoso con tan interesante dictado, enterneceos sobre tan horroroso cúmulo de males, curando las dolencias de aquellos vicios capitales con los medicamentos de las virtudes opuestas.
Este es el fruto especial que deseo alcanzar por vuestra mediación en esta Novena; pues él sólo me asegura la salud eterna de la gloria.
Y para más obligaros, unido mi espíritu con las tres Jerarquías de los Ángeles, saludo a la Sacrosanta e individua Trinidad con tres Padre Nuestros, tres Ave Marías y un Gloria Patri.
ORACIÓN
(PARA TODOS LOS DÍAS)
Excelentísimo Príncipe del Empíreo San Rafael, Ministro del gran Rey, celador de su honra, protector de la castidad, patrono de la limosna y oración, conductor de los caminantes, libertador en los peligros, auxilio cierto en las necesidades, iluminador de los ciegos, y médico universal de todas las enfermedades, a vos clamo, y a la sombra de vuestro patrocinio acudo, para que os dignéis sostenerme en todos mis peligros, consolarme en todas mis tristezas, dirigirme en todos mis apuros y remediarme en todas mis necesidades.
Vos reunís todas las prerrogativas de los nueve coros angélicos; tenéis la pureza y el candor de los demás Ángeles; sois Embajador de las cosas grandes, como los Arcángeles; sobre Vos descansa Dios como en los Tronos; con las Dominaciones señoreáis los ánimos; con los Principados veláis sobre Reyes y reinos; enfrenáis los demonios con las Potestades; obráis estupendos milagros como las Virtudes; en Vos, finalmente, se ven brillar las luces de los Querubines y arder las amorosas llamas de los espíritus Seráficos.
Ya, pues, que residen en Vos tanta grandeza, poder y gloria, usad de vuestra generosa beneficencia con esta inútil criatura, que aunque frágil, al fin os ama con dulce pasión, para que sea feliz en tiempo y eternidad. Amen.
29 de septiembre (III)
SAN RAFAEL ARCÁNGEL*
Fiesta
— La figura de este Arcángel en la Sagrada Escritura.
— La vocación personal.
— Ayudar a otros a encontrar su camino.
I. Te doy gracias, Señor, de todo corazón; delante de los ángeles tañeré para Ti
El Arcángel San Rafael se nos da a conocer principalmente por la historia de Tobías, «tan significativa por el hecho de confiar a los ángeles los hijos pequeños de Dios, siempre necesitados de custodia, cuidado y protección». Narra la Sagrada Escritura que cuando Tobías, joven aún, se disponía a emprender un largo viaje, fue en busca de uno que le acompañara y se encontró con Rafael, que era un ángel. No supo Tobías al principio quién era su compañero, pero a lo largo del camino tuvo ocasión de experimentar repetidamente su protección. Le condujo felizmente hasta su pariente Ragüel, con cuya hija Sara casó, después de librarla de un mal espíritu. También curó a Tobías padre de su ceguera. Por eso se le venera como patrono de los caminantes y enfermos.
Al regreso del viaje, el Arcángel descubrió su identidad: Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que presentamos las oraciones de los justos y tienen entrada ante la majestad del Santo.
La vida es un largo viaje que acaba en Dios. Para recorrerlo necesitamos ayuda, protección y consejo, pues son muchas las posibilidades de extraviarnos, o de entretenernos innecesariamente en el camino, perdiendo un tiempo precioso. Dios ha señalado a cada uno el sendero –la vocación personal– que conduce hasta Él. Importa mucho no equivocar la ruta, pues de lo que se trata es de conocer y seguir la Voluntad de Dios. Por eso, San Rafael, aunque a él nos podemos encomendar todos, es especial guía de aquellos que aún han de conocer lo que Dios espera de ellos. Para unos, el sendero que conduce hasta Dios será el matrimonio camino de santidad, cooperando con Dios para traer hijos al mundo, educándolos, sacrificándose por ellos para que sean buenos hijos de Dios. «¿Te ríes porque te digo que tienes “vocación matrimonial”? Pues la tienes: así, vocación.
»Encomiéndate a San Rafael, para que te conduzca castamente hasta el fin del camino, como a Tobías».
Sobre otros, Dios tiene unos planes llenos de una particular predilección. «¡Cómo te reías, noblemente, cuando te aconsejé que pusieras tus años mozos bajo la protección de San Rafael!: para que te lleve a un matrimonio santo, como al joven Tobías, con una mujer buena y guapa y rica te dije, bromista.
»Y luego, ¡qué pensativo te quedaste!, cuando seguí aconsejándote que te pusieras también bajo el patrocinio de aquel apóstol adolescente, Juan: por si el Señor te pedía Más»; por si Él te pide todo, en una entrega sin reservas.
II. ...Le daré también una piedrecita blanca, y escrito en la piedrecita un nombre nuevo, que nadie conoce sino el que lo recibe. San Juan hace mención aquí a la costumbre de mostrar una piedra, sellada de forma adecuada, como contraseña o billete de entrada para poder participar en una fiesta o banquete. Expresa la vocación única y personal y las particulares relaciones con Dios que esa gracia lleva consigo.
Dios nos llama a cada uno para que, de modo voluntario, participemos en su proyecto divino de salvación. Él es siempre el que llama, el que sabe verdaderamente cuáles son los planes mejores: No me habéis elegido vosotros a Mí, sino que Yo os elegí a vosotros. Ocurre algo parecido a lo que hace un director de cine que busca los actores para el guión de su película. «Está sentado frente a su mesa de trabajo, sobre la cual yacen desplegadas docenas de fotografías facilitadas por los agentes cinematográficos. Al cabo de un rato, escoge una de ellas, la contempla detenidamente y dice a su secretaria: “Sí, este es el tipo de mujer que necesito. Llámela y cítela aquí mañana” (...).
»A través de este ejemplo -imperfecto, desde luego- podemos hacernos una idea de la razón de ser de nuestra existencia. Allá, en lo más profundo de la eternidad -hablando a lo humano-, Dios proyectó el Universo entero y escogió a los protagonistas -todos- del gran argumento que habría de desarrollarse hasta el fin de los tiempos. Ante su divina mente fueron desfilando las fotografías de las almas -ilimitadas en número- que Él podía crear. Cuando se topó con tu imagen, se detuvo y dijo: “Esta es un alma que me mueve a amarla... La necesito para que desarrolle un papel único, personal, y, luego, goce de mi presencia durante toda la eternidad...”». Dios se detuvo con amor, interesado, nos llamó a la vida, y luego a la entrega, al cumplimiento fiel de sus planes, donde alcanzaríamos la plenitud, la felicidad. «En efecto -señala el Papa Juan Pablo II-, Dios ha pensado en nosotros desde la eternidad y nos ha amado como personas únicas e irrepetibles, llamándonos a cada uno por nuestro nombre, como el Buen Pastor que a sus ovejas las llama por su nombre (Jn 10, 3)».
La vocación es ese proyecto divino sobre nuestras vidas que se presenta como un camino a recorrer, al final del cual está Dios esperándonos. Importa mucho acertar con esta senda, con este papel que Dios quiere que representemos en su obra de salvación. «Al escoger, al decidir, “lo que quiere Dios” se antepone siempre a “lo que quiero yo”, a lo que me gusta o lo que me apetece. Esto no significa que la voluntad de Dios y la mía tengan que estar siempre en conflicto. A menudo, hacer su Voluntad es algo sumamente atractivo. Otras veces, nuestra voluntad no corresponde exactamente a lo que Él mismo quiere. Pero el conflicto puede surgir, y debemos estar dispuestos a rectificar siempre que seamos conscientes de que nuestra voluntad y la Suya van por distinto camino. Será una prueba infalible de que amamos a Dios, la mejor manera de corresponder a su amor».
Pidamos hoy al Santo Arcángel Rafael que nos guíe para que entre las muchas decisiones que hemos de tomar en la vida sepamos buscar siempre la Voluntad de nuestro Padre Dios. Pidamos también por nuestros amigos, especialmente por los más jóvenes, para que sepan acertar en su caminar hasta el Señor; procuremos, como hizo el Arcángel, acompañarles de modo discreto y sencillo, como un buen amigo, en los momentos más difíciles: que nunca les falten nuestro consejo y la firmeza de nuestra amistad, sin olvidar que la tarea más divina es cooperar con Dios en la salvación de otras almas.
III. Ayudar a otros en su camino hacia el Señor es uno de los más nobles cometidos de nuestra existencia. Nosotros queremos ir derechamente hacia el Señor, y en el camino encontramos con frecuencia a otros que vacilan, que dudan o que desconocen la ruta. Dios nos da luz para otros: Vosotros sois la luz del mundo, ha dicho el Maestro a todos los que le siguen. Más luz, cuanto más cerca estemos de Él. Los cristianos, cuando nos mantenemos cerca del Señor, cuando nuestra amistad con Él es verdadera, somos «portadores de la única llama capaz de iluminar los caminos terrenos de las almas, del único fulgor, en el que nunca podrán darse oscuridades, penumbras ni sombras.
»-El Señor se sirve de nosotros como antorchas, para que esa luz ilumine... De nosotros depende que muchos no permanezcan en tinieblas, sino que anden por senderos que llevan hasta la vida eterna». ¡Qué alegría haber sido la ocasión para que un amigo haya encontrado su vocación, o para que alguien que vacilaba se reafirme en sus pasos!
Muchas veces sucede lo que leemos en el Libro de Tobías: fue a buscar a alguien que le acompañara. Nuestros amigos nos han de encontrar siempre dispuestos a recorrer con ellos el camino que lleva a Dios. La amistad será el instrumento ordinario del que se servirá Dios para que muchos se acerquen a Él, o para que descubran su llamada a seguir a Cristo más de cerca. Por eso se manifiestan tan importantes esas virtudes que son el soporte del trato amistoso con los demás: la ejemplaridad, la alegría, la cordialidad, el optimismo, la comprensión, el desinterés...
La Sagrada Escritura califica la amistad como un tesoro: Un amigo fiel es poderoso protector; el que lo encuentra halla un tesoro. Nada vale tanto como un amigo fiel; su precio es incalculable. Eso mismo han de poder decir muchos de cada uno de nosotros: que hemos sido para ellos ese amigo fiel de valor incalculable, ante todo porque nuestra amistad sirvió siempre para que se acercaran más a Dios y, en muchos casos, para que descubrieran y siguieran su propio camino, aquel al que el Señor les llamó desde la eternidad.
Cor Mariae dulcissimum iter para tutum. Corazón dulcísimo de María prepárales... prepáranos un camino seguro.