San Judas Tadeo, intercesor de todo problema difícil consígueme un trabajo en que me realice como humano y que a mi familia no le falte lo necesario en ningún aspecto de la vida, que lo conserve a pesar de las circunstancias y problemas adversos. Que en el progrese mejorando siempre mi calidad y gozando de salud y fuerza. Y que día a día trate de ser útil a cuantos me rodean. Asocio tu intercesión a la Sagrada Familia, de la cual eres pariente y prometo difundir tu devoción como expresión de mi gratitud a tus favores. Amén.
¡Santo Apóstol San Judas, fiel siervo y amigo de Jesús!, la Iglesia te honra e invoca universalmente, como el patrón de los casos difíciles y desesperados. Ruega por mí, estoy solo y sin ayuda.
Te imploro hagas uso del privilegio especial que se te ha concedido, de socorrer pronto y visiblemente cuando casi se ha perdido toda esperanza. Ven en mi ayuda en esta gran necesidad, para que pueda recibir consuelo y socorro del cielo en todas mis necesidades, tribulaciones y sufrimientos, particularmente... (haga aquí su petición), y para que pueda alabar a Dios contigo y con todos los elegidos por siempre.
Te doy las gracias glorioso San Judas, y prometo nunca olvidarme de este gran favor, honrarte siempre como mi patrono especial y poderoso y, con agradecimiento hacer todo lo que pueda para fomentar tu devoción. Amén.
San Judas, Apóstol de Cristo y Mártir glorioso, deseo honrarte con especial devoción. Te acojo como mi patrón y protector. Te encomiendo mi alma y mi cuerpo, todos mis intereses espirituales y temporales y asimismo los de mi familia. Te consagro mi mente para que en todo proceda a la luz de la fe; mi corazón para que lo guardes puro y lleno de amor a Jesús y María; mi voluntad para que, como la tuya, esté siempre unida a la voluntad de Dios. Te suplico me ayudes a dominar mis malas inclinaciones y tentaciones evitando todas las ocasiones de pecado. Obténme la gracia de no ofender a Dios jamás, de cumplir fielmente con todas las obligaciones de mi estado de vida y practicar las virtudes necesarias para salvarme. Ruega por mi Santo Patrón y auxilio mío, para que, inspirado con tu ejemplo y asistido por tu intercesión, pueda llevar una vida santa, tener una muerte dichosa y alcanzar la gloria del Cielo donde se ama y da gracias a Dios eternamente. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de Contrición
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío. Por ser Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberte ofendido. También me pesa porque puedes castigarme con las penas del infierno. Te ofrezco mis sufrimientos como expiación de mis pecados, propongo confesarme y cumplir la penitencia que me sea impuesta. Ayudado de tu gracia propongo firmamente no pecar más y evitar las ocasiones próximas de pecado. Amén.
Oración a San Judas Tadeo
¡Oh gloriosísimo Apóstol San Judas! Siervo fiel y amigo de Jesús. El nombre del traidor que entregó a tu querido Maestro en manos de sus enemigos ha sido la causa de que muchos te hayan olvidado, pero la Iglesia te honra e invoca universalmente como patrón de los casos difíciles y desesperados. Ruega por mí que soy tan miserable y haz uso, te ruego, de ese privilegio especial a tí concedido de socorrer visible y prontamente cuando casi se ha perdido toda esperanza. Ven en mi ayuda en esta gran necesidad, para que reciba los consuelos y socorro del cielo en todas mis necesidades, tribulaciones y sufrimientos, particularmente(haga aquí cada una de sus súplicas especiales), y para que bendiga a Dios contigo y con todos los escogidos por toda la eternidad.
Te prometo, glorioso San Judas, acordarme siempre de este gran favor y nunca dejaré de honrarte como a mi especial y poderoso protector y hacer todo lo que pueda para fomentar tu devoción. Amén.
Letanías de San Judas Tadeo
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Oh Dios, Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Oh Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Oh Dios, Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
San Judas, pariente de Jesús y María (Ruega por nosotros).
San Judas, que viviendo en la tierra fuiste digno de ver a Jesús y María y de gozar de su compañía (Ruega por nosotros).
San Judas, elevado a la dignidad de Apóstol (Ruega por nosotros).
San Judas, que tuviste el honor de contemplar a tu Divino Maestro humillarse a lavar tus pies (Ruega por nosotros).
San Judas, que en la última cena recibiste la Sagrada Eucaristía de las manos de Jesús (Ruega por nosotros).
San Judas, que después del profundo dolor que te causó la muerte de tu querido Maestro, tuviste el consuelo de contemplarlo resucitado de entre los muertos y de asistir a su gloriosa Ascensión
(Ruega por nosotros).
San Judas, que fuiste lleno del Espíritu Santo en el día de Pentecostés (Ruega por nosotros).
San Judas, que predicaste el Evangelio en Persia (Ruega por nosotros).
San Judas, que hiciste grandes milagros con el poder del Espíritu Santo (Ruega por nosotros).
San Judas, que volviste la salud de alma y cuerpo a un rey idólatra (Ruega por nosotros).
San Judas, que hiciste callar a los demonios y confundiste sus oráculos (Ruega por nosotros).
San Judas, que pronosticaste a un príncipe débil una paz honrosa con su poderoso enemigo (Ruega por nosotros).
San Judas, que quitaste de las serpientes mortíferas el poder de dañar al hombre (Ruega por nosotros).
San Judas, que despreciando las amenazas de los impíos predicaste valerosamente la doctrina de Cristo (Ruega por nosotros).
San Judas, que sufriste gloriosamente el martirio por amor a tu divino Maestro (Ruega por nosotros).
¡Oh Apóstol Bendito con confianza te invocamos!
¡Oh Apóstol Bendito con confianza te invocamos!
¡Oh Apóstol Bendito con confianza te invocamos!
¡Oh San Judas, esperanza del desesperado, ayúdame en mi aflicción!
¡Oh San Judas, esperanza del desesperado, ayúdame en mi aflicción!
¡Oh San Judas, esperanza del desesperado, ayúdame en mi aflicción!
Que por tu intercesión, así los sacerdotes como el pueblo fiel de la Iglesia reciban un celo ardiente por la Fe de Jesucristo. (Te rogamos, óyeno).
Que defiendas al Soberano Pontífice y alcances la paz y la unidad a la Iglesia Santa. (Te rogamos, óyenos).
Que los paganos e incrédulos se conviertan a la verdadera fe. (Te rogamos, óyenos).
Que la fe, la esperanza y la caridad aumenten en nuestros corazones. (Te rogamos, óyenos).
Que nos veamos libres de todos los malos pensamientos y de todas las acechanzas del demonio. (Te rogamos, óyenos).
Que nos guardes de todo pecado y de toda ocasión de pecar. (Te rogamos, óyenos).
Que nos defiendas en la hora de la muerte contra la furia del demonio y de sus malvados espíritus. (Te rogamos, óyenos).
Ruega por nosotros, para que antes de la muerte expiemos todos nuestros pecados con sincero arrepentimiento y la recepción digna de los Santos Sacramentos.
Ruega por nosotros para que alcancemos un juicio favorable.
Ruega por nosotros para que seamos admitidos en la compañía de los bienaventurados para gozar de la presencia de Dios eternamente.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo. Perdónanos Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo. Óyenos, Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo. Ten piedad de nosotros.
Ruega por nosotros, San Judas Tadeo.
Para que seamos dignos de las promesas de Jesucristo.
Oración a Dios
Oh Dios, que nos concediste la gracia de que llegásemos a conocer tu santo nombre, mediante la predicación de tu Apóstol San Judas Tadeo, concédenos también que adelantemos en la virtud. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Primer Día: Vocación de San Judas
El que me sigue, no anda en tinieblas, dice el Señor. Estas palabras son de Cristo, con las cuales nos exhorta a que imitemos su vida y costumbres, si queremos ser librados de la ceguera del corazón y alumbrados verdaderamente. (Imitación de Cristo, Capítulo I).
Qué tan pronta y generosamente siguió San Judas e imitó a Jesucristo, puede deducirse de su vida enteramente consagrada al servicio de Jesús, especialmente desde que fue llamado a ser uno de sus doce Apóstoles. Fue siempre fiel a Cristo, del cual era pariente y uno de sus más celosos apóstoles, predicando el reino de Dios y enseñando con toda libertad, sin que nadie se lo prohibiese, lo tocante a Nuestro Señor Jesucristo. (Hechos, Capítulos XXVII, 31).
También tú, oh cristiano, tienes una vocación aquí en la tierra, aunque no sea de predicador del Evangelio y de extender el reino de Dios como el sacerdote, el misionero y la religiosa en lejanas misiones; pero sí que eres llamado a ser buen cristiano, a dar buen ejemplo al prójimo con tu paciencia, humildad, obediencia y todas las demás virtudes cristianas.
Padre nuestro que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve María, llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre, Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Oraciones Finales
Padre nuestro que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve María, llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre, Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de Contrición
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío. Por ser Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberte ofendido. También me pesa porque puedes castigarme con las penas del infierno. Te ofrezco mis sufrimientos como expiación de mis pecados, propongo confesarme y cumplir la penitencia que me sea impuesta. Ayudado de tu gracia propongo firmamente no pecar más y evitar las ocasiones próximas de pecado. Amén.
Oración a San Judas Tadeo
¡Oh gloriosísimo Apóstol San Judas! Siervo fiel y amigo de Jesús. El nombre del traidor que entregó a tu querido Maestro en manos de sus enemigos ha sido la causa de que muchos te hayan olvidado, pero la Iglesia te honra e invoca universalmente como patrón de los casos difíciles y desesperados. Ruega por mí que soy tan miserable y haz uso, te ruego, de ese privilegio especial a tí concedido de socorrer visible y prontamente cuando casi se ha perdido toda esperanza. Ven en mi ayuda en esta gran necesidad, para que reciba los consuelos y socorro del cielo en todas mis necesidades, tribulaciones y sufrimientos, particularmente(haga aquí cada una de sus súplicas especiales), y para que bendiga a Dios contigo y con todos los escogidos por toda la eternidad.
Te prometo, glorioso San Judas, acordarme siempre de este gran favor y nunca dejaré de honrarte como a mi especial y poderoso protector y hacer todo lo que pueda para fomentar tu devoción. Amén.
Letanías de San Judas Tadeo
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Oh Dios, Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Oh Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Oh Dios, Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
San Judas, pariente de Jesús y María (Ruega por nosotros).
San Judas, que viviendo en la tierra fuiste digno de ver a Jesús y María y de gozar de su compañía (Ruega por nosotros).
San Judas, elevado a la dignidad de Apóstol (Ruega por nosotros).
San Judas, que tuviste el honor de contemplar a tu Divino Maestro humillarse a lavar tus pies (Ruega por nosotros).
San Judas, que en la última cena recibiste la Sagrada Eucaristía de las manos de Jesús (Ruega por nosotros).
San Judas, que después del profundo dolor que te causó la muerte de tu querido Maestro, tuviste el consuelo de contemplarlo resucitado de entre los muertos y de asistir a su gloriosa Ascensión
(Ruega por nosotros).
San Judas, que fuiste lleno del Espíritu Santo en el día de Pentecostés (Ruega por nosotros).
San Judas, que predicaste el Evangelio en Persia (Ruega por nosotros).
San Judas, que hiciste grandes milagros con el poder del Espíritu Santo (Ruega por nosotros).
San Judas, que volviste la salud de alma y cuerpo a un rey idólatra (Ruega por nosotros).
San Judas, que hiciste callar a los demonios y confundiste sus oráculos (Ruega por nosotros).
San Judas, que pronosticaste a un príncipe débil una paz honrosa con su poderoso enemigo (Ruega por nosotros).
San Judas, que quitaste de las serpientes mortíferas el poder de dañar al hombre (Ruega por nosotros).
San Judas, que despreciando las amenazas de los impíos predicaste valerosamente la doctrina de Cristo (Ruega por nosotros).
San Judas, que sufriste gloriosamente el martirio por amor a tu divino Maestro (Ruega por nosotros).
¡Oh Apóstol Bendito con confianza te invocamos!
¡Oh Apóstol Bendito con confianza te invocamos!
¡Oh Apóstol Bendito con confianza te invocamos!
¡Oh San Judas, esperanza del desesperado, ayúdame en mi aflicción!
¡Oh San Judas, esperanza del desesperado, ayúdame en mi aflicción!
¡Oh San Judas, esperanza del desesperado, ayúdame en mi aflicción!
Que por tu intercesión, así los sacerdotes como el pueblo fiel de la Iglesia reciban un celo ardiente por la Fe de Jesucristo. (Te rogamos, óyeno).
Que defiendas al Soberano Pontífice y alcances la paz y la unidad a la Iglesia Santa. (Te rogamos, óyenos).
Que los paganos e incrédulos se conviertan a la verdadera fe. (Te rogamos, óyenos).
Que la fe, la esperanza y la caridad aumenten en nuestros corazones. (Te rogamos, óyenos).
Que nos veamos libres de todos los malos pensamientos y de todas las acechanzas del demonio. (Te rogamos, óyenos).
Que nos guardes de todo pecado y de toda ocasión de pecar. (Te rogamos, óyenos).
Que nos defiendas en la hora de la muerte contra la furia del demonio y de sus malvados espíritus. (Te rogamos, óyenos).
Ruega por nosotros, para que antes de la muerte expiemos todos nuestros pecados con sincero arrepentimiento y la recepción digna de los Santos Sacramentos.
Ruega por nosotros para que alcancemos un juicio favorable.
Ruega por nosotros para que seamos admitidos en la compañía de los bienaventurados para gozar de la presencia de Dios eternamente.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo. Perdónanos Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo. Óyenos, Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo. Ten piedad de nosotros.
Ruega por nosotros, San Judas Tadeo.
Para que seamos dignos de las promesas de Jesucristo.
Oración a Dios
Oh Dios, que nos concediste la gracia de que llegásemos a conocer tu santo nombre, mediante la predicación de tu Apóstol San Judas Tadeo, concédenos también que adelantemos en la virtud. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Segundo Día: Amor de San Judas
Bienaventurado el que conoce lo que es amar a Jesús y despreciarse a sí mismo por Jesús. Conviene dejar un amor por otro amor, porque Jesús quiere ser amado, El sólo sobre todas las cosas. El amor de la criatura es falaz y mudable; el amor de Jesús es fiel y constante. "Ama y ten por amigo a Aquel que, aunque todos te desamparen, no te desamparará, ni te dejará perecer en el fin" (Kempis, Lib. II, Cap. VII). Grande fue el amor de San Judas a Jesús, y quería que todo el mundo le amase como le dio a entender después de la última cena al decirles Nuestro Señor (Evangelio de San Juan, Cap. XIV, 21) "El que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré, y yo mismo me manifestaré en él". Dice Judas, no el Iscariote, sino nuestro Santo: "Señor, ¿qué causa hay para que te hayas manifestado claramente a nosotros, y no al mundo?". Jesús le respondió así: "Cualquiera que me ama observará mi doctrina, y mi Padre le amará, y vendremos a él y haremos mansión dentro de él". Este amor grande de San Judas a Jesús lo manifiesta en su carta al decirnos: "Manténganse constantes en el amor de Dios, esperando la misericordia de Nuestro Señor Jesucristo para alcanzar la vida eterna".
Pidámosle que nuestro corazón esté siempre inflamado del amor a Jesús.
Gloria al Padre, Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Oraciones Finales
Padre nuestro que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve María, llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre, Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de Contrición
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío. Por ser Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberte ofendido. También me pesa porque puedes castigarme con las penas del infierno. Te ofrezco mis sufrimientos como expiación de mis pecados, propongo confesarme y cumplir la penitencia que me sea impuesta. Ayudado de tu gracia propongo firmamente no pecar más y evitar las ocasiones próximas de pecado. Amén.
Oración a San Judas Tadeo
¡Oh gloriosísimo Apóstol San Judas! Siervo fiel y amigo de Jesús. El nombre del traidor que entregó a tu querido Maestro en manos de sus enemigos ha sido la causa de que muchos te hayan olvidado, pero la Iglesia te honra e invoca universalmente como patrón de los casos difíciles y desesperados. Ruega por mí que soy tan miserable y haz uso, te ruego, de ese privilegio especial a tí concedido de socorrer visible y prontamente cuando casi se ha perdido toda esperanza. Ven en mi ayuda en esta gran necesidad, para que reciba los consuelos y socorro del cielo en todas mis necesidades, tribulaciones y sufrimientos, particularmente(haga aquí cada una de sus súplicas especiales), y para que bendiga a Dios contigo y con todos los escogidos por toda la eternidad.
Te prometo, glorioso San Judas, acordarme siempre de este gran favor y nunca dejaré de honrarte como a mi especial y poderoso protector y hacer todo lo que pueda para fomentar tu devoción. Amén.
Letanías de San Judas Tadeo
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Oh Dios, Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Oh Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Oh Dios, Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
San Judas, pariente de Jesús y María (Ruega por nosotros).
San Judas, que viviendo en la tierra fuiste digno de ver a Jesús y María y de gozar de su compañía (Ruega por nosotros).
San Judas, elevado a la dignidad de Apóstol (Ruega por nosotros).
San Judas, que tuviste el honor de contemplar a tu Divino Maestro humillarse a lavar tus pies (Ruega por nosotros).
San Judas, que en la última cena recibiste la Sagrada Eucaristía de las manos de Jesús (Ruega por nosotros).
San Judas, que después del profundo dolor que te causó la muerte de tu querido Maestro, tuviste el consuelo de contemplarlo resucitado de entre los muertos y de asistir a su gloriosa Ascensión
(Ruega por nosotros).
San Judas, que fuiste lleno del Espíritu Santo en el día de Pentecostés (Ruega por nosotros).
San Judas, que predicaste el Evangelio en Persia (Ruega por nosotros).
San Judas, que hiciste grandes milagros con el poder del Espíritu Santo (Ruega por nosotros).
San Judas, que volviste la salud de alma y cuerpo a un rey idólatra (Ruega por nosotros).
San Judas, que hiciste callar a los demonios y confundiste sus oráculos (Ruega por nosotros).
San Judas, que pronosticaste a un príncipe débil una paz honrosa con su poderoso enemigo (Ruega por nosotros).
San Judas, que quitaste de las serpientes mortíferas el poder de dañar al hombre (Ruega por nosotros).
San Judas, que despreciando las amenazas de los impíos predicaste valerosamente la doctrina de Cristo (Ruega por nosotros).
San Judas, que sufriste gloriosamente el martirio por amor a tu divino Maestro (Ruega por nosotros).
¡Oh Apóstol Bendito con confianza te invocamos!
¡Oh Apóstol Bendito con confianza te invocamos!
¡Oh Apóstol Bendito con confianza te invocamos!
¡Oh San Judas, esperanza del desesperado, ayúdame en mi aflicción!
¡Oh San Judas, esperanza del desesperado, ayúdame en mi aflicción!
¡Oh San Judas, esperanza del desesperado, ayúdame en mi aflicción!
Que por tu intercesión, así los sacerdotes como el pueblo fiel de la Iglesia reciban un celo ardiente por la Fe de Jesucristo. (Te rogamos, óyeno).
Que defiendas al Soberano Pontífice y alcances la paz y la unidad a la Iglesia Santa. (Te rogamos, óyenos).
Que los paganos e incrédulos se conviertan a la verdadera fe. (Te rogamos, óyenos).
Que la fe, la esperanza y la caridad aumenten en nuestros corazones. (Te rogamos, óyenos).
Que nos veamos libres de todos los malos pensamientos y de todas las acechanzas del demonio. (Te rogamos, óyenos).
Que nos guardes de todo pecado y de toda ocasión de pecar. (Te rogamos, óyenos).
Que nos defiendas en la hora de la muerte contra la furia del demonio y de sus malvados espíritus. (Te rogamos, óyenos).
Ruega por nosotros, para que antes de la muerte expiemos todos nuestros pecados con sincero arrepentimiento y la recepción digna de los Santos Sacramentos.
Ruega por nosotros para que alcancemos un juicio favorable.
Ruega por nosotros para que seamos admitidos en la compañía de los bienaventurados para gozar de la presencia de Dios eternamente.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo. Perdónanos Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo. Óyenos, Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo. Ten piedad de nosotros.
Ruega por nosotros, San Judas Tadeo.
Para que seamos dignos de las promesas de Jesucristo.
Oración a Dios
Oh Dios, que nos concediste la gracia de que llegásemos a conocer tu santo nombre, mediante la predicación de tu Apóstol San Judas Tadeo, concédenos también que adelantemos en la virtud. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Tercer Día: Celo de San Judas
El verdadero celo es la más clara muestra y como resultado natural del amor a Jesucristo. Pues nada desea Jesús como la gloria de su Padre y la salvación de las almas. San Judas manifestó su amor a Jesús y su gran celo por la salvación de las almas, no sólo con la predicación del Evangelio hasta las más distantes naciones en donde por amor a Jesucristo dio su sangre y su vida, padeciendo glorioso martirio en Persia; sino que quiso dejarnos un recuerdo eterno al decirnos en su carta (17): "Ustedes, sin embargo, queridos míos, acuérdense de las palabras que les fueron antes dichas por los apóstoles de Nuestro Señor Jesucristo, las cuales les decían que en los últimos tiempos han de venir unos impíos, que seguirán sus pasiones llenas de impiedad. Estos son los que separan a sí mismos de la grey de Jesucristo, hombres sensuales, que no tienen el espíritu de Dios".
¿Imitamos a San Judas en el celo por la gloria de Dios y la salvación de nuestro prójimo con las palabras y el ejemplo de su vida consagrada al servicio de Jesús?
Gloria al Padre, Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Oraciones Finales
Padre nuestro que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve María, llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre, Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de Contrición
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío. Por ser Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberte ofendido. También me pesa porque puedes castigarme con las penas del infierno. Te ofrezco mis sufrimientos como expiación de mis pecados, propongo confesarme y cumplir la penitencia que me sea impuesta. Ayudado de tu gracia propongo firmamente no pecar más y evitar las ocasiones próximas de pecado. Amén.
Oración a San Judas Tadeo
¡Oh gloriosísimo Apóstol San Judas! Siervo fiel y amigo de Jesús. El nombre del traidor que entregó a tu querido Maestro en manos de sus enemigos ha sido la causa de que muchos te hayan olvidado, pero la Iglesia te honra e invoca universalmente como patrón de los casos difíciles y desesperados. Ruega por mí que soy tan miserable y haz uso, te ruego, de ese privilegio especial a tí concedido de socorrer visible y prontamente cuando casi se ha perdido toda esperanza. Ven en mi ayuda en esta gran necesidad, para que reciba los consuelos y socorro del cielo en todas mis necesidades, tribulaciones y sufrimientos, particularmente(haga aquí cada una de sus súplicas especiales), y para que bendiga a Dios contigo y con todos los escogidos por toda la eternidad.
Te prometo, glorioso San Judas, acordarme siempre de este gran favor y nunca dejaré de honrarte como a mi especial y poderoso protector y hacer todo lo que pueda para fomentar tu devoción. Amén.
Letanías de San Judas Tadeo
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Oh Dios, Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Oh Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Oh Dios, Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
San Judas, pariente de Jesús y María (Ruega por nosotros).
San Judas, que viviendo en la tierra fuiste digno de ver a Jesús y María y de gozar de su compañía (Ruega por nosotros).
San Judas, elevado a la dignidad de Apóstol (Ruega por nosotros).
San Judas, que tuviste el honor de contemplar a tu Divino Maestro humillarse a lavar tus pies (Ruega por nosotros).
San Judas, que en la última cena recibiste la Sagrada Eucaristía de las manos de Jesús (Ruega por nosotros).
San Judas, que después del profundo dolor que te causó la muerte de tu querido Maestro, tuviste el consuelo de contemplarlo resucitado de entre los muertos y de asistir a su gloriosa Ascensión
(Ruega por nosotros).
San Judas, que fuiste lleno del Espíritu Santo en el día de Pentecostés (Ruega por nosotros).
San Judas, que predicaste el Evangelio en Persia (Ruega por nosotros).
San Judas, que hiciste grandes milagros con el poder del Espíritu Santo (Ruega por nosotros).
San Judas, que volviste la salud de alma y cuerpo a un rey idólatra (Ruega por nosotros).
San Judas, que hiciste callar a los demonios y confundiste sus oráculos (Ruega por nosotros).
San Judas, que pronosticaste a un príncipe débil una paz honrosa con su poderoso enemigo (Ruega por nosotros).
San Judas, que quitaste de las serpientes mortíferas el poder de dañar al hombre (Ruega por nosotros).
San Judas, que despreciando las amenazas de los impíos predicaste valerosamente la doctrina de Cristo (Ruega por nosotros).
San Judas, que sufriste gloriosamente el martirio por amor a tu divino Maestro (Ruega por nosotros).
¡Oh Apóstol Bendito con confianza te invocamos!
¡Oh Apóstol Bendito con confianza te invocamos!
¡Oh Apóstol Bendito con confianza te invocamos!
¡Oh San Judas, esperanza del desesperado, ayúdame en mi aflicción!
¡Oh San Judas, esperanza del desesperado, ayúdame en mi aflicción!
¡Oh San Judas, esperanza del desesperado, ayúdame en mi aflicción!
Que por tu intercesión, así los sacerdotes como el pueblo fiel de la Iglesia reciban un celo ardiente por la Fe de Jesucristo. (Te rogamos, óyeno).
Que defiendas al Soberano Pontífice y alcances la paz y la unidad a la Iglesia Santa. (Te rogamos, óyenos).
Que los paganos e incrédulos se conviertan a la verdadera fe. (Te rogamos, óyenos).
Que la fe, la esperanza y la caridad aumenten en nuestros corazones. (Te rogamos, óyenos).
Que nos veamos libres de todos los malos pensamientos y de todas las acechanzas del demonio. (Te rogamos, óyenos).
Que nos guardes de todo pecado y de toda ocasión de pecar. (Te rogamos, óyenos).
Que nos defiendas en la hora de la muerte contra la furia del demonio y de sus malvados espíritus. (Te rogamos, óyenos).
Ruega por nosotros, para que antes de la muerte expiemos todos nuestros pecados con sincero arrepentimiento y la recepción digna de los Santos Sacramentos.
Ruega por nosotros para que alcancemos un juicio favorable.
Ruega por nosotros para que seamos admitidos en la compañía de los bienaventurados para gozar de la presencia de Dios eternamente.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo. Perdónanos Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo. Óyenos, Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo. Ten piedad de nosotros.
Ruega por nosotros, San Judas Tadeo.
Para que seamos dignos de las promesas de Jesucristo.
Oración a Dios
Oh Dios, que nos concediste la gracia de que llegásemos a conocer tu santo nombre, mediante la predicación de tu Apóstol San Judas Tadeo, concédenos también que adelantemos en la virtud. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Cuarto Día: Fe en San Judas
"Fe se te pide, y vida recta, dice la Imitación de Cristo (Lib. IV, Cap. XVIII), no elevado entendimiento, ni el profundizar los misterios de Dios. Si no entiendes ni alcanzas las cosas que están debajo de ti, ¿cómo comprenderás las que están sobre ti? Sujétate a Dios y humilla tu razón a la fe". San Judas siguió con fidelidad y fe ardiente el llamamiento a la vida penosa del apostolado que le hizo su Santo Primo Nuestro Señor Jesucristo y aunque era pariente tan cercano de Jesucristo, le reconocía como su Maestro, Señor e Hijo de Dios, aunque hecho Hombre. El predicar la fe y la doctrina de Jesucristo fue su ocupación constante desde que fue llamado al apostolado, y por esa misma fe dio su vida. "Ustedes, queridos", dice en su carta, "elévense como un edificio espiritual de santísima fe, oren en el Espíritu Santo y manténganse constantes en el amor de Dios".
Y exhorta a los fieles a que no olviden los avisos y enseñanzas que les habían dado los apóstoles y que se guarden de los falsos profetas e impostores que habían de venir al mundo.
Devoto de San Judas, si quieres merecer la protección de este Santo, guarda firmemente tu fe, aún a costa de tu sangre si fuese necesario.
Gloria al Padre, Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Oraciones Finales
Padre nuestro que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve María, llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre, Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de Contrición
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío. Por ser Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberte ofendido. También me pesa porque puedes castigarme con las penas del infierno. Te ofrezco mis sufrimientos como expiación de mis pecados, propongo confesarme y cumplir la penitencia que me sea impuesta. Ayudado de tu gracia propongo firmamente no pecar más y evitar las ocasiones próximas de pecado. Amén.
Oración a San Judas Tadeo
¡Oh gloriosísimo Apóstol San Judas! Siervo fiel y amigo de Jesús. El nombre del traidor que entregó a tu querido Maestro en manos de sus enemigos ha sido la causa de que muchos te hayan olvidado, pero la Iglesia te honra e invoca universalmente como patrón de los casos difíciles y desesperados. Ruega por mí que soy tan miserable y haz uso, te ruego, de ese privilegio especial a tí concedido de socorrer visible y prontamente cuando casi se ha perdido toda esperanza. Ven en mi ayuda en esta gran necesidad, para que reciba los consuelos y socorro del cielo en todas mis necesidades, tribulaciones y sufrimientos, particularmente(haga aquí cada una de sus súplicas especiales), y para que bendiga a Dios contigo y con todos los escogidos por toda la eternidad.
Te prometo, glorioso San Judas, acordarme siempre de este gran favor y nunca dejaré de honrarte como a mi especial y poderoso protector y hacer todo lo que pueda para fomentar tu devoción. Amén.
Letanías de San Judas Tadeo
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Oh Dios, Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Oh Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Oh Dios, Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
San Judas, pariente de Jesús y María (Ruega por nosotros).
San Judas, que viviendo en la tierra fuiste digno de ver a Jesús y María y de gozar de su compañía (Ruega por nosotros).
San Judas, elevado a la dignidad de Apóstol (Ruega por nosotros).
San Judas, que tuviste el honor de contemplar a tu Divino Maestro humillarse a lavar tus pies (Ruega por nosotros).
San Judas, que en la última cena recibiste la Sagrada Eucaristía de las manos de Jesús (Ruega por nosotros).
San Judas, que después del profundo dolor que te causó la muerte de tu querido Maestro, tuviste el consuelo de contemplarlo resucitado de entre los muertos y de asistir a su gloriosa Ascensión
(Ruega por nosotros).
San Judas, que fuiste lleno del Espíritu Santo en el día de Pentecostés (Ruega por nosotros).
San Judas, que predicaste el Evangelio en Persia (Ruega por nosotros).
San Judas, que hiciste grandes milagros con el poder del Espíritu Santo (Ruega por nosotros).
San Judas, que volviste la salud de alma y cuerpo a un rey idólatra (Ruega por nosotros).
San Judas, que hiciste callar a los demonios y confundiste sus oráculos (Ruega por nosotros).
San Judas, que pronosticaste a un príncipe débil una paz honrosa con su poderoso enemigo (Ruega por nosotros).
San Judas, que quitaste de las serpientes mortíferas el poder de dañar al hombre (Ruega por nosotros).
San Judas, que despreciando las amenazas de los impíos predicaste valerosamente la doctrina de Cristo (Ruega por nosotros).
San Judas, que sufriste gloriosamente el martirio por amor a tu divino Maestro (Ruega por nosotros).
¡Oh Apóstol Bendito con confianza te invocamos!
¡Oh Apóstol Bendito con confianza te invocamos!
¡Oh Apóstol Bendito con confianza te invocamos!
¡Oh San Judas, esperanza del desesperado, ayúdame en mi aflicción!
¡Oh San Judas, esperanza del desesperado, ayúdame en mi aflicción!
¡Oh San Judas, esperanza del desesperado, ayúdame en mi aflicción!
Que por tu intercesión, así los sacerdotes como el pueblo fiel de la Iglesia reciban un celo ardiente por la Fe de Jesucristo. (Te rogamos, óyeno).
Que defiendas al Soberano Pontífice y alcances la paz y la unidad a la Iglesia Santa. (Te rogamos, óyenos).
Que los paganos e incrédulos se conviertan a la verdadera fe. (Te rogamos, óyenos).
Que la fe, la esperanza y la caridad aumenten en nuestros corazones. (Te rogamos, óyenos).
Que nos veamos libres de todos los malos pensamientos y de todas las acechanzas del demonio. (Te rogamos, óyenos).
Que nos guardes de todo pecado y de toda ocasión de pecar. (Te rogamos, óyenos).
Que nos defiendas en la hora de la muerte contra la furia del demonio y de sus malvados espíritus. (Te rogamos, óyenos).
Ruega por nosotros, para que antes de la muerte expiemos todos nuestros pecados con sincero arrepentimiento y la recepción digna de los Santos Sacramentos.
Ruega por nosotros para que alcancemos un juicio favorable.
Ruega por nosotros para que seamos admitidos en la compañía de los bienaventurados para gozar de la presencia de Dios eternamente.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo. Perdónanos Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo. Óyenos, Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo. Ten piedad de nosotros.
Ruega por nosotros, San Judas Tadeo.
Para que seamos dignos de las promesas de Jesucristo.
Oración a Dios
Oh Dios, que nos concediste la gracia de que llegásemos a conocer tu santo nombre, mediante la predicación de tu Apóstol San Judas Tadeo, concédenos también que adelantemos en la virtud. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Quinto Día: Fortaleza de San Judas
"Si como varones fuertes", dice la Imitación de Cristo (Lib. I, Cap. XI), "procurásemos permanecer firmes en el combate, veríamos, sin duda, bajar sobre nosotros desde el cielo el auxilio del Señor".
Pues el que nos da ocasiones de pelear para que salgamos victoriosos está pronto a ayudar a los que pelean, confiados en su gracia. Nuestro Santo, Judas, como se llama a sí mismo y es llamado en los Hechos de los Apóstoles, significa confesión, alabanza, esto es, hombre que confiesa y anuncia las alabanzas del Señor, lo cual requiere valor y mucha fortaleza.
La cual virtud manifiesta de un modo especial en su carta, la que, aunque una de las más cortas del Nuevo Testamento, es admirable por su lenguaje fuerte contra los herejes; y exhorta a los fieles a permanecer firmes en la fe y en la doctrina que habían recibido de los Apóstoles del Señor. Y con extraordinaria fortaleza reprende a los cristianos degenerados, y los llama nubes sin agua, llevados de aquí para allá por los vientos; árboles otoñales, infructuosos, dos veces muertos, sin raíces, prescindiendo de las amenazas de esos impíos, condenando valerosamente el error y defendiendo con gran fortaleza la doctrina de Cristo, sufriendo por defender la misma un glorioso martirio. Pidamos a este valeroso Santo que nos dé esa fortaleza tan necesaria en estos tiempos de cobardía para confesar, claramente, la doctrina santa del Evangelio.
Gloria al Padre, Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Oraciones Finales
Padre nuestro que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve María, llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre, Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de Contrición
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío. Por ser Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberte ofendido. También me pesa porque puedes castigarme con las penas del infierno. Te ofrezco mis sufrimientos como expiación de mis pecados, propongo confesarme y cumplir la penitencia que me sea impuesta. Ayudado de tu gracia propongo firmamente no pecar más y evitar las ocasiones próximas de pecado. Amén.
Oración a San Judas Tadeo
¡Oh gloriosísimo Apóstol San Judas! Siervo fiel y amigo de Jesús. El nombre del traidor que entregó a tu querido Maestro en manos de sus enemigos ha sido la causa de que muchos te hayan olvidado, pero la Iglesia te honra e invoca universalmente como patrón de los casos difíciles y desesperados. Ruega por mí que soy tan miserable y haz uso, te ruego, de ese privilegio especial a tí concedido de socorrer visible y prontamente cuando casi se ha perdido toda esperanza. Ven en mi ayuda en esta gran necesidad, para que reciba los consuelos y socorro del cielo en todas mis necesidades, tribulaciones y sufrimientos, particularmente(haga aquí cada una de sus súplicas especiales), y para que bendiga a Dios contigo y con todos los escogidos por toda la eternidad.
Te prometo, glorioso San Judas, acordarme siempre de este gran favor y nunca dejaré de honrarte como a mi especial y poderoso protector y hacer todo lo que pueda para fomentar tu devoción. Amén.
Letanías de San Judas Tadeo
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Oh Dios, Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Oh Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Oh Dios, Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
San Judas, pariente de Jesús y María (Ruega por nosotros).
San Judas, que viviendo en la tierra fuiste digno de ver a Jesús y María y de gozar de su compañía (Ruega por nosotros).
San Judas, elevado a la dignidad de Apóstol (Ruega por nosotros).
San Judas, que tuviste el honor de contemplar a tu Divino Maestro humillarse a lavar tus pies (Ruega por nosotros).
San Judas, que en la última cena recibiste la Sagrada Eucaristía de las manos de Jesús (Ruega por nosotros).
San Judas, que después del profundo dolor que te causó la muerte de tu querido Maestro, tuviste el consuelo de contemplarlo resucitado de entre los muertos y de asistir a su gloriosa Ascensión
(Ruega por nosotros).
San Judas, que fuiste lleno del Espíritu Santo en el día de Pentecostés (Ruega por nosotros).
San Judas, que predicaste el Evangelio en Persia (Ruega por nosotros).
San Judas, que hiciste grandes milagros con el poder del Espíritu Santo (Ruega por nosotros).
San Judas, que volviste la salud de alma y cuerpo a un rey idólatra (Ruega por nosotros).
San Judas, que hiciste callar a los demonios y confundiste sus oráculos (Ruega por nosotros).
San Judas, que pronosticaste a un príncipe débil una paz honrosa con su poderoso enemigo (Ruega por nosotros).
San Judas, que quitaste de las serpientes mortíferas el poder de dañar al hombre (Ruega por nosotros).
San Judas, que despreciando las amenazas de los impíos predicaste valerosamente la doctrina de Cristo (Ruega por nosotros).
San Judas, que sufriste gloriosamente el martirio por amor a tu divino Maestro (Ruega por nosotros).
¡Oh Apóstol Bendito con confianza te invocamos!
¡Oh Apóstol Bendito con confianza te invocamos!
¡Oh Apóstol Bendito con confianza te invocamos!
¡Oh San Judas, esperanza del desesperado, ayúdame en mi aflicción!
¡Oh San Judas, esperanza del desesperado, ayúdame en mi aflicción!
¡Oh San Judas, esperanza del desesperado, ayúdame en mi aflicción!
Que por tu intercesión, así los sacerdotes como el pueblo fiel de la Iglesia reciban un celo ardiente por la Fe de Jesucristo. (Te rogamos, óyeno).
Que defiendas al Soberano Pontífice y alcances la paz y la unidad a la Iglesia Santa. (Te rogamos, óyenos).
Que los paganos e incrédulos se conviertan a la verdadera fe. (Te rogamos, óyenos).
Que la fe, la esperanza y la caridad aumenten en nuestros corazones. (Te rogamos, óyenos).
Que nos veamos libres de todos los malos pensamientos y de todas las acechanzas del demonio. (Te rogamos, óyenos).
Que nos guardes de todo pecado y de toda ocasión de pecar. (Te rogamos, óyenos).
Que nos defiendas en la hora de la muerte contra la furia del demonio y de sus malvados espíritus. (Te rogamos, óyenos).
Ruega por nosotros, para que antes de la muerte expiemos todos nuestros pecados con sincero arrepentimiento y la recepción digna de los Santos Sacramentos.
Ruega por nosotros para que alcancemos un juicio favorable.
Ruega por nosotros para que seamos admitidos en la compañía de los bienaventurados para gozar de la presencia de Dios eternamente.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo. Perdónanos Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo. Óyenos, Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo. Ten piedad de nosotros.
Ruega por nosotros, San Judas Tadeo.
Para que seamos dignos de las promesas de Jesucristo.
Oración a Dios
Oh Dios, que nos concediste la gracia de que llegásemos a conocer tu santo nombre, mediante la predicación de tu Apóstol San Judas Tadeo, concédenos también que adelantemos en la virtud. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Sexto Día: Humildad de San Judas
"Dios derribó del solio a los poderosos", exclama María en su cántico del Magníficat, "y ensalzó a los humildes; y porque ha puesto Dios los ojos en la humildad de su esclava, he aquí que desde ahora me llamarán bienaventurada todas las generaciones". Dios protege y libra al humilde, al humilde ama y después de su abatimiento, lo eleva a la gloria. "Al humilde descubre sus secretos: le atrae suavemente a Sí", dice Kempis (Lib. II, Cap. 2). La profunda humildad de San Judas brilla de un modo muy especial en su Carta, pues en vez de empezarla llamándose pariente cercano del Redentor del mundo Cristo Jesús y de María Reina de los cielos y de la tierra, se titula Judas, siervo de Jesucristo y hermano de Santiago; por esto cumpliéndose la sentencia del Salvador, de que quien se humillare será exaltado, no es de maravillar que San Judas brille en el cielo como estrella de primera magnitud junto con los demás apóstoles, y que en la tierra, por su profunda humildad, Dios le haya dado gran poder de socorrer pronto y eficazmente a los devotos que con confianza y humildad le invocan.
¿Nos consideramos como San Judas, humildes siervos de Jesús? Entonces podemos acudir a la valiosa protección de San Judas, quien mirará nuestra pequeñez con ojos de misericordia y nos socorrerá en nuestras necesidades.
Gloria al Padre, Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Oraciones Finales
Padre nuestro que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve María, llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre, Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de Contrición
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío. Por ser Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberte ofendido. También me pesa porque puedes castigarme con las penas del infierno. Te ofrezco mis sufrimientos como expiación de mis pecados, propongo confesarme y cumplir la penitencia que me sea impuesta. Ayudado de tu gracia propongo firmamente no pecar más y evitar las ocasiones próximas de pecado. Amén.
Oración a San Judas Tadeo
¡Oh gloriosísimo Apóstol San Judas! Siervo fiel y amigo de Jesús. El nombre del traidor que entregó a tu querido Maestro en manos de sus enemigos ha sido la causa de que muchos te hayan olvidado, pero la Iglesia te honra e invoca universalmente como patrón de los casos difíciles y desesperados. Ruega por mí que soy tan miserable y haz uso, te ruego, de ese privilegio especial a tí concedido de socorrer visible y prontamente cuando casi se ha perdido toda esperanza. Ven en mi ayuda en esta gran necesidad, para que reciba los consuelos y socorro del cielo en todas mis necesidades, tribulaciones y sufrimientos, particularmente(haga aquí cada una de sus súplicas especiales), y para que bendiga a Dios contigo y con todos los escogidos por toda la eternidad.
Te prometo, glorioso San Judas, acordarme siempre de este gran favor y nunca dejaré de honrarte como a mi especial y poderoso protector y hacer todo lo que pueda para fomentar tu devoción. Amén.
Letanías de San Judas Tadeo
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Oh Dios, Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Oh Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Oh Dios, Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
San Judas, pariente de Jesús y María (Ruega por nosotros).
San Judas, que viviendo en la tierra fuiste digno de ver a Jesús y María y de gozar de su compañía (Ruega por nosotros).
San Judas, elevado a la dignidad de Apóstol (Ruega por nosotros).
San Judas, que tuviste el honor de contemplar a tu Divino Maestro humillarse a lavar tus pies (Ruega por nosotros).
San Judas, que en la última cena recibiste la Sagrada Eucaristía de las manos de Jesús (Ruega por nosotros).
San Judas, que después del profundo dolor que te causó la muerte de tu querido Maestro, tuviste el consuelo de contemplarlo resucitado de entre los muertos y de asistir a su gloriosa Ascensión
(Ruega por nosotros).
San Judas, que fuiste lleno del Espíritu Santo en el día de Pentecostés (Ruega por nosotros).
San Judas, que predicaste el Evangelio en Persia (Ruega por nosotros).
San Judas, que hiciste grandes milagros con el poder del Espíritu Santo (Ruega por nosotros).
San Judas, que volviste la salud de alma y cuerpo a un rey idólatra (Ruega por nosotros).
San Judas, que hiciste callar a los demonios y confundiste sus oráculos (Ruega por nosotros).
San Judas, que pronosticaste a un príncipe débil una paz honrosa con su poderoso enemigo (Ruega por nosotros).
San Judas, que quitaste de las serpientes mortíferas el poder de dañar al hombre (Ruega por nosotros).
San Judas, que despreciando las amenazas de los impíos predicaste valerosamente la doctrina de Cristo (Ruega por nosotros).
San Judas, que sufriste gloriosamente el martirio por amor a tu divino Maestro (Ruega por nosotros).
¡Oh Apóstol Bendito con confianza te invocamos!
¡Oh Apóstol Bendito con confianza te invocamos!
¡Oh Apóstol Bendito con confianza te invocamos!
¡Oh San Judas, esperanza del desesperado, ayúdame en mi aflicción!
¡Oh San Judas, esperanza del desesperado, ayúdame en mi aflicción!
¡Oh San Judas, esperanza del desesperado, ayúdame en mi aflicción!
Que por tu intercesión, así los sacerdotes como el pueblo fiel de la Iglesia reciban un celo ardiente por la Fe de Jesucristo. (Te rogamos, óyeno).
Que defiendas al Soberano Pontífice y alcances la paz y la unidad a la Iglesia Santa. (Te rogamos, óyenos).
Que los paganos e incrédulos se conviertan a la verdadera fe. (Te rogamos, óyenos).
Que la fe, la esperanza y la caridad aumenten en nuestros corazones. (Te rogamos, óyenos).
Que nos veamos libres de todos los malos pensamientos y de todas las acechanzas del demonio. (Te rogamos, óyenos).
Que nos guardes de todo pecado y de toda ocasión de pecar. (Te rogamos, óyenos).
Que nos defiendas en la hora de la muerte contra la furia del demonio y de sus malvados espíritus. (Te rogamos, óyenos).
Ruega por nosotros, para que antes de la muerte expiemos todos nuestros pecados con sincero arrepentimiento y la recepción digna de los Santos Sacramentos.
Ruega por nosotros para que alcancemos un juicio favorable.
Ruega por nosotros para que seamos admitidos en la compañía de los bienaventurados para gozar de la presencia de Dios eternamente.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo. Perdónanos Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo. Óyenos, Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo. Ten piedad de nosotros.
Ruega por nosotros, San Judas Tadeo.
Para que seamos dignos de las promesas de Jesucristo.
Oración a Dios
Oh Dios, que nos concediste la gracia de que llegásemos a conocer tu santo nombre, mediante la predicación de tu Apóstol San Judas Tadeo, concédenos también que adelantemos en la virtud. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Séptimo Día: Mansedumbre de San Judas
Hija de la humildad es la mansedumbre de Tadeo. San Judas como apóstol tan humilde, no podía menos de imitar muy de cerca de su Primo y Maestro Jesús, quien nos dice: "Aprendan de mí a ser mansos y humildes de corazón. Miren que yo los envío como coderos entre lobos. Si alguno te hiere en la mejilla derecha, vuélvele la otra; y al que quiere armarte pleito para quitarte la túnica, alárgale también la capa. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra". Toda esa doctrina del Salvador sobre la necesidad que tenemos de mostrarnos mansos y amables con nuestros semejantes, la practicó San Judas Tadeo de un modo especial, no sólo en la bondad de su rostro, en lo amable de su vista y palabras, en lo alegre aún en los mayores desprecios y contradicciones que por Jesucristo padeció, sino resplandeciendo como el sol en presencia de Agábaro, admitiendo gustoso los cárceles, y halagando las fieras que los magos le arrojaron, por venganza de la victoria que de ellas, con solo la señal de la cruz, obtuvo. Pidamos a San Judas Tadeo que seamos lo que su nombre significa: dulces, misericordiosos, benignos, amables y mansos para que después de haber poseído la tierra de los corazones, prometida por Nuestro Señor a los mansos, lleguemos felizmente a la tierra prometida de la Gloria.
Gloria al Padre, Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Oraciones Finales
Padre nuestro que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve María, llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre, Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de Contrición
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío. Por ser Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberte ofendido. También me pesa porque puedes castigarme con las penas del infierno. Te ofrezco mis sufrimientos como expiación de mis pecados, propongo confesarme y cumplir la penitencia que me sea impuesta. Ayudado de tu gracia propongo firmamente no pecar más y evitar las ocasiones próximas de pecado. Amén.
Oración a San Judas Tadeo
¡Oh gloriosísimo Apóstol San Judas! Siervo fiel y amigo de Jesús. El nombre del traidor que entregó a tu querido Maestro en manos de sus enemigos ha sido la causa de que muchos te hayan olvidado, pero la Iglesia te honra e invoca universalmente como patrón de los casos difíciles y desesperados. Ruega por mí que soy tan miserable y haz uso, te ruego, de ese privilegio especial a tí concedido de socorrer visible y prontamente cuando casi se ha perdido toda esperanza. Ven en mi ayuda en esta gran necesidad, para que reciba los consuelos y socorro del cielo en todas mis necesidades, tribulaciones y sufrimientos, particularmente(haga aquí cada una de sus súplicas especiales), y para que bendiga a Dios contigo y con todos los escogidos por toda la eternidad.
Te prometo, glorioso San Judas, acordarme siempre de este gran favor y nunca dejaré de honrarte como a mi especial y poderoso protector y hacer todo lo que pueda para fomentar tu devoción. Amén.
Letanías de San Judas Tadeo
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Oh Dios, Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Oh Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Oh Dios, Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
San Judas, pariente de Jesús y María (Ruega por nosotros).
San Judas, que viviendo en la tierra fuiste digno de ver a Jesús y María y de gozar de su compañía (Ruega por nosotros).
San Judas, elevado a la dignidad de Apóstol (Ruega por nosotros).
San Judas, que tuviste el honor de contemplar a tu Divino Maestro humillarse a lavar tus pies (Ruega por nosotros).
San Judas, que en la última cena recibiste la Sagrada Eucaristía de las manos de Jesús (Ruega por nosotros).
San Judas, que después del profundo dolor que te causó la muerte de tu querido Maestro, tuviste el consuelo de contemplarlo resucitado de entre los muertos y de asistir a su gloriosa Ascensión
(Ruega por nosotros).
San Judas, que fuiste lleno del Espíritu Santo en el día de Pentecostés (Ruega por nosotros).
San Judas, que predicaste el Evangelio en Persia (Ruega por nosotros).
San Judas, que hiciste grandes milagros con el poder del Espíritu Santo (Ruega por nosotros).
San Judas, que volviste la salud de alma y cuerpo a un rey idólatra (Ruega por nosotros).
San Judas, que hiciste callar a los demonios y confundiste sus oráculos (Ruega por nosotros).
San Judas, que pronosticaste a un príncipe débil una paz honrosa con su poderoso enemigo (Ruega por nosotros).
San Judas, que quitaste de las serpientes mortíferas el poder de dañar al hombre (Ruega por nosotros).
San Judas, que despreciando las amenazas de los impíos predicaste valerosamente la doctrina de Cristo (Ruega por nosotros).
San Judas, que sufriste gloriosamente el martirio por amor a tu divino Maestro (Ruega por nosotros).
¡Oh Apóstol Bendito con confianza te invocamos!
¡Oh Apóstol Bendito con confianza te invocamos!
¡Oh Apóstol Bendito con confianza te invocamos!
¡Oh San Judas, esperanza del desesperado, ayúdame en mi aflicción!
¡Oh San Judas, esperanza del desesperado, ayúdame en mi aflicción!
¡Oh San Judas, esperanza del desesperado, ayúdame en mi aflicción!
Que por tu intercesión, así los sacerdotes como el pueblo fiel de la Iglesia reciban un celo ardiente por la Fe de Jesucristo. (Te rogamos, óyeno).
Que defiendas al Soberano Pontífice y alcances la paz y la unidad a la Iglesia Santa. (Te rogamos, óyenos).
Que los paganos e incrédulos se conviertan a la verdadera fe. (Te rogamos, óyenos).
Que la fe, la esperanza y la caridad aumenten en nuestros corazones. (Te rogamos, óyenos).
Que nos veamos libres de todos los malos pensamientos y de todas las acechanzas del demonio. (Te rogamos, óyenos).
Que nos guardes de todo pecado y de toda ocasión de pecar. (Te rogamos, óyenos).
Que nos defiendas en la hora de la muerte contra la furia del demonio y de sus malvados espíritus. (Te rogamos, óyenos).
Ruega por nosotros, para que antes de la muerte expiemos todos nuestros pecados con sincero arrepentimiento y la recepción digna de los Santos Sacramentos.
Ruega por nosotros para que alcancemos un juicio favorable.
Ruega por nosotros para que seamos admitidos en la compañía de los bienaventurados para gozar de la presencia de Dios eternamente.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo. Perdónanos Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo. Óyenos, Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo. Ten piedad de nosotros.
Ruega por nosotros, San Judas Tadeo.
Para que seamos dignos de las promesas de Jesucristo.
Oración a Dios
Oh Dios, que nos concediste la gracia de que llegásemos a conocer tu santo nombre, mediante la predicación de tu Apóstol San Judas Tadeo, concédenos también que adelantemos en la virtud. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Octavo Día: Sabiduría de San Judas
"Bienaventurado aquel a quien la verdad por sí misma enseña, no por medio de figuras y palabras pasajeras" dice la Imitación de Cristo. ¿Qué diremos, pues, de la sabiduría de San Judas Tadeo, pues quien es el Camino, la Verdad y la Vida, le iluminó con los rayos de su divina sabiduría? Y a su mismo nombre de Lebeo que se le da en el texto griego de San Mateo, significa, según San Jerónimo, hombre de sabiduría e inteligencia, la cual demostró a los herejes con fuertes epítetos y símiles, llamándoles meteoros errantes que parecen deslumbrar al mundo por unos instantes y después van a parar en la eterna obscuridad.
Nos enseña la grande obligación que tenemos de ir siempre creciendo en el amor de Dios y en conducir a nuestros hermanos por el verdadero sendero de la sabiduría celestial, iluminando a todos, especialmente a aquellos que todavía están sentados en las sombras de la muerte, de la ignorancia de las verdades salvadoras, de la verdadera religión de Jesucristo, la Iglesia Católica Apostólica, guiada por el sucesor del príncipe de los Apóstoles, el Vicario de Cristo en la tierra, el Pontífice de Roma, y que del sol del Evangelio que San Judas Tadeo llevó por tan lejanas regiones, vuelva a mostrarlo en estos tiempos de tanta incredulidad e ignorancia religiosa.
Gloria al Padre, Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Oraciones Finales
Padre nuestro que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve María, llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre, Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de Contrición
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío. Por ser Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberte ofendido. También me pesa porque puedes castigarme con las penas del infierno. Te ofrezco mis sufrimientos como expiación de mis pecados, propongo confesarme y cumplir la penitencia que me sea impuesta. Ayudado de tu gracia propongo firmamente no pecar más y evitar las ocasiones próximas de pecado. Amén.
Oración a San Judas Tadeo
¡Oh gloriosísimo Apóstol San Judas! Siervo fiel y amigo de Jesús. El nombre del traidor que entregó a tu querido Maestro en manos de sus enemigos ha sido la causa de que muchos te hayan olvidado, pero la Iglesia te honra e invoca universalmente como patrón de los casos difíciles y desesperados. Ruega por mí que soy tan miserable y haz uso, te ruego, de ese privilegio especial a tí concedido de socorrer visible y prontamente cuando casi se ha perdido toda esperanza. Ven en mi ayuda en esta gran necesidad, para que reciba los consuelos y socorro del cielo en todas mis necesidades, tribulaciones y sufrimientos, particularmente(haga aquí cada una de sus súplicas especiales), y para que bendiga a Dios contigo y con todos los escogidos por toda la eternidad.
Te prometo, glorioso San Judas, acordarme siempre de este gran favor y nunca dejaré de honrarte como a mi especial y poderoso protector y hacer todo lo que pueda para fomentar tu devoción. Amén.
Letanías de San Judas Tadeo
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Oh Dios, Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Oh Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Oh Dios, Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
San Judas, pariente de Jesús y María (Ruega por nosotros).
San Judas, que viviendo en la tierra fuiste digno de ver a Jesús y María y de gozar de su compañía (Ruega por nosotros).
San Judas, elevado a la dignidad de Apóstol (Ruega por nosotros).
San Judas, que tuviste el honor de contemplar a tu Divino Maestro humillarse a lavar tus pies (Ruega por nosotros).
San Judas, que en la última cena recibiste la Sagrada Eucaristía de las manos de Jesús (Ruega por nosotros).
San Judas, que después del profundo dolor que te causó la muerte de tu querido Maestro, tuviste el consuelo de contemplarlo resucitado de entre los muertos y de asistir a su gloriosa Ascensión
(Ruega por nosotros).
San Judas, que fuiste lleno del Espíritu Santo en el día de Pentecostés (Ruega por nosotros).
San Judas, que predicaste el Evangelio en Persia (Ruega por nosotros).
San Judas, que hiciste grandes milagros con el poder del Espíritu Santo (Ruega por nosotros).
San Judas, que volviste la salud de alma y cuerpo a un rey idólatra (Ruega por nosotros).
San Judas, que hiciste callar a los demonios y confundiste sus oráculos (Ruega por nosotros).
San Judas, que pronosticaste a un príncipe débil una paz honrosa con su poderoso enemigo (Ruega por nosotros).
San Judas, que quitaste de las serpientes mortíferas el poder de dañar al hombre (Ruega por nosotros).
San Judas, que despreciando las amenazas de los impíos predicaste valerosamente la doctrina de Cristo (Ruega por nosotros).
San Judas, que sufriste gloriosamente el martirio por amor a tu divino Maestro (Ruega por nosotros).
¡Oh Apóstol Bendito con confianza te invocamos!
¡Oh Apóstol Bendito con confianza te invocamos!
¡Oh Apóstol Bendito con confianza te invocamos!
¡Oh San Judas, esperanza del desesperado, ayúdame en mi aflicción!
¡Oh San Judas, esperanza del desesperado, ayúdame en mi aflicción!
¡Oh San Judas, esperanza del desesperado, ayúdame en mi aflicción!
Que por tu intercesión, así los sacerdotes como el pueblo fiel de la Iglesia reciban un celo ardiente por la Fe de Jesucristo. (Te rogamos, óyeno).
Que defiendas al Soberano Pontífice y alcances la paz y la unidad a la Iglesia Santa. (Te rogamos, óyenos).
Que los paganos e incrédulos se conviertan a la verdadera fe. (Te rogamos, óyenos).
Que la fe, la esperanza y la caridad aumenten en nuestros corazones. (Te rogamos, óyenos).
Que nos veamos libres de todos los malos pensamientos y de todas las acechanzas del demonio. (Te rogamos, óyenos).
Que nos guardes de todo pecado y de toda ocasión de pecar. (Te rogamos, óyenos).
Que nos defiendas en la hora de la muerte contra la furia del demonio y de sus malvados espíritus. (Te rogamos, óyenos).
Ruega por nosotros, para que antes de la muerte expiemos todos nuestros pecados con sincero arrepentimiento y la recepción digna de los Santos Sacramentos.
Ruega por nosotros para que alcancemos un juicio favorable.
Ruega por nosotros para que seamos admitidos en la compañía de los bienaventurados para gozar de la presencia de Dios eternamente.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo. Perdónanos Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo. Óyenos, Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo. Ten piedad de nosotros.
Ruega por nosotros, San Judas Tadeo.
Para que seamos dignos de las promesas de Jesucristo.
Oración a Dios
Oh Dios, que nos concediste la gracia de que llegásemos a conocer tu santo nombre, mediante la predicación de tu Apóstol San Judas Tadeo, concédenos también que adelantemos en la virtud. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Noveno Día: Poder de San Judas
Dice San Marcos que los apóstoles de Jesús fueron, y predicaron en todas partes, cooperando con el Señor, y confirmando su doctrina con los milagros que la acompañaban. Al predicar San Judas Tadeo el Evangelio por las apartadas regiones de Persia que le habían tocado en suerte, convirtió innumerables gentes a la Fe, entre ellos a Agábaro, Rey de Edesa, curado por San Judas en el cuerpo y en el alma, confundiendo a sus enemigos, magos e impostores, quitando el veneno mortal a las serpientes que ningún daño pudieron hacer a nuestro Santo, este milagroso poder de San Judas parece que Nuestro Señor ha querido en estos tiempos hacerlo revivir, sin duda por el olvido en que los fieles le han tenido a causa de su nombre, común con el del Traidor de Jesucristo.
San Judas Tadeo manifiesta su ayuda y protección especial en socorrer a sus devotos de aquellos casos en que toda esperanza humana parece faltar, y por eso el pueblo fiel le aclama con el título de Abogado especial de los casos difíciles y desesperados. Basta para convencerse de que nuestro Santo Apóstol alcance también a los que imploran su protección todo género de gracias, aún de aquellas que parecen cosas insignificantes, preguntarlo a quien le profese particular devoción, y basta para experimentarlo, acudir al mismo Santo Apóstol. Innumerables son los devotos que reconocidos de sus favores, envían cartas de agradecimiento al Santuario Nacional de San Judas Tadeo, en donde se venera con singular devoción una estatua y reliquia del Santo Apóstol. Si, pues, queremos su protección, acudamos con fé y confianza a San Judas Tadeo, quien después de habernos ayudado en este mundo, nos ayudará a alcanzar la gloria eterna.
Gloria al Padre, Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Oraciones Finales
Padre nuestro que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve María, llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre, Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
28 de octubre
SAN SIMÓN Y SAN JUDAS,
APÓSTOLES*
Fiesta
— Los Apóstoles no buscaron su gloria personal, sino llevar a todos el mensaje de Cristo.
— La fe de los Apóstoles y nuestra fe.
— Amor a Jesús para seguirle de cerca.
I. El Señor, que no tenía necesidad de que nadie diera testimonio de Él, quiso, sin embargo, elegir a los Apóstoles para que fueran compañeros en su vida y continuadores de su obra después de su muerte. En las primeras expresiones del arte cristiano nos encontramos con frecuencia a Jesús rodeado por los Doce, formando con Él una familia inseparable. No eran estos discípulos de la clase influyente de Israel ni del grupo sacerdotal de Jerusalén. No eran filósofos, sino gentes sencillas. «Es una eterna maravilla ver cómo estos hombres extendieron por el mundo un mensaje opuesto radicalmente en sus líneas esenciales al pensamiento de los hombres de su tiempo, ¡y desgraciadamente, también al de los del nuestro!».
Con frecuencia manifiesta el Evangelio el dolor de Jesús por la falta de comprensión de aquellos a quienes confiaba sus pensamientos más íntimos: ¿Aún estáis sin conocimiento ni inteligencia? ¿Aún está vuestro corazón cegado? ¿Tenéis ojos y no veis? ¿Tenéis oídos y no oís?. «No eran cultos, ni siquiera muy inteligentes, al menos en lo que se refiere a las realidades sobrenaturales. Incluso los ejemplos y las comparaciones más sencillas les resultaban incomprensibles, y acudían al Maestro: Domine, edissere nobis parabolam (Mt 13, 36), Señor, explícanos la parábola. Cuando Jesús, con una imagen, alude al fermento de los fariseos, entienden que les está recriminando por no haber comprado pan (cfr. Mt 16, 67) (...). Estos eran los Discípulos elegidos por el Señor; así los escoge Cristo; así aparecían antes de que, llenos del Espíritu Santo, se convirtieran en columnas de la Iglesia (cfr. Gal 2, 9). Son hombres corrientes, con defectos, con debilidades, con la palabra más larga que las obras. Y, sin embargo, Jesús los llama para hacer de ellos pescadores de hombres (Mt 4, 19), corredentores, administradores de la gracia de Dios».
Los Apóstoles elegidos por el Señor eran muy diferentes entre sí; sin embargo, todos manifiestan una fe, un mensaje... No debe sorprendernos que nos hayan llegado tan pocas noticias de la mayoría de ellos, pues lo que les importaba era dar un testimonio cierto sobre Jesús y la doctrina que de Él recibieron: son el «sobre», cuya única misión es la de transmitir el papel donde va escrito el mensaje, en imagen alguna vez utilizada por San Josemaría Escrivá para hablar de la humildad; solo desean ser instrumentos delante del Señor: lo importante es el mensaje, no el sobre.
De los dos grandes Apóstoles, Simón y Judas Tadeo, cuya fiesta celebramos hoy, apenas nos han llegado unas pocas noticias: de Simón solo sabemos con certeza que fue elegido expresamente por el Señor para formar parte de los Doce; de Judas Tadeo conocemos además que era pariente del Señor, que formuló a Jesús una pregunta en la Última Cena Señor, ¿qué ha pasado para que te vayas a manifestar a nosotros y no al mundo?- y que, según la tradición eclesiástica, es el autor de una de las Epístolas católicas. Desconocemos dónde fueron enterrados sus cuerpos y no sabemos bien las tierras que evangelizaron. No se preocuparon de llevar a cabo una tarea en la que sobresalieran sus dotes personales, sus conquistas apostólicas, los sufrimientos que padecieron por el Maestro. Por el contrario, procuraron pasar ocultos y dar a conocer a Cristo. En esto hallaron la plenitud y el sentido de sus vidas. Y, a pesar de sus condiciones humanas, escasas para la misión para la que fueron elegidos, llegaron a ser la alegría de Dios en el mundo.
Nosotros podemos aprender a encontrar la felicidad en cumplir, calladamente, la labor y la misión que el Señor nos ha encomendado en la vida. «Te aconsejo que no busques la alabanza propia, ni siquiera la que merecerías: es mejor pasar oculto, y que lo más hermoso y noble de nuestra actividad, de nuestra vida, quede escondido... ¡Qué grande es este hacerse pequeños!: “Deo omnis gloria!” toda la gloria, para Dios».
Así seremos verdaderamente eficaces, pues «cuando se trabaja única y exclusivamente por la gloria de Dios, todo se hace con naturalidad, sencillamente, como quien tiene prisa y no puede detenerse en “mayores manifestaciones”, para no perder ese trato irrepetible e incomparable- con el Señor». «Como quien tiene prisa», así hemos de pasar de una labor a otra, sin detenernos demasiado en consideraciones personales.
II. Los Apóstoles fueron testigos de la vida y de las enseñanzas de Jesús, y nos transmitieron con toda fidelidad la doctrina que habían oído y los hechos que habían visto. No se dedicaron a difundir teorías personales, ni remedios sacados de la propia experiencia: Os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo, no siguiendo fábulas ingeniosas, sino porque hemos sido testigos oculares de su majestad, escribe San Pedro. San Juan nos dice con insistencia: Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos acerca del Verbo de la Vida (...) os lo anunciamos a vosotros. Y San Lucas, que no sabemos si recibió una enseñanza directa del Señor, afirma que va a describir por su orden desde el origen todos los sucesos de la vida de Cristo conforme nos los tienen referidos los que desde el principio fueron testigos de vista y ministros de la palabra. De aquella primera comunidad cristiana de Jerusalén conocemos que perseveraban todos en las instrucciones de los Apóstoles. La enseñanza de los Doce, no la libre interpretación de cada uno, ni la autoridad de los sabios, es el fundamento de la fe cristiana.
La voz de los Apóstoles es el eco diáfano de las enseñanzas de Jesús, que resonará hasta el fin de los siglos: su corazón y sus labios desbordan veneración y respeto por sus palabras y por su Persona. Un amor que hace exclamar a Pedro y a Juan, ante las amenazas del Sanedrín: nosotros no podemos dejar de decir de lo que hemos visto y oído.
Esa misma fe es la que, de generación en generación, custodiada por el Magisterio de la Iglesia, con la asistencia continua del Espíritu Santo, ha llegado hasta nosotros. En estas verdades ha habido y continúa existiendo un desarrollo y crecimiento como el de la semilla que llega a ser un gran árbol. La Iglesia es el canal por el que nos llega, enriquecida por la gracia divina, la enseñanza de Cristo. Esta es la que nosotros debemos dar a conocer en la catequesis, en el apostolado personal, los sacerdotes en su predicación...
Muchos siglos nos separan de los Apóstoles que hoy celebramos. Sin embargo, la Luz y la Vida de Cristo que ellos predicaron al mundo sigue llegando hasta nosotros. «¡La luz de Cristo no se extingue! Los Apóstoles transmitieron esta luz a sus discípulos y estos a los suyos, hasta llegar a nosotros a través de los siglos y hasta el fin de los tiempos. Por cuántas y cuán distintas manos ha pasado esta luz (...). A todos les debemos un gran reconocimiento. También para nosotros, la grey que en estos días se acerca a sus pastos, tiene Él previstos maestros, pastores y sacerdotes. Él obra por sus pobres brazos la maravilla de nuestra salvación. Él cuida de nosotros con amor divino. Todas las estrellas traen de Él su resplandor. Todos los mares le cantan. Todos los cielos le alaban». No dejemos de hacerlo nosotros.
III. Simón y Judas Tadeo, como el resto de los Apóstoles, tuvieron la inmensa suerte de aprender de labios del Maestro la doctrina que luego enseñaron. Compartieron con Él alegrías y tristezas. ¡Qué santa envidia les tenemos! Muchas cosas las aprendieron en la intimidad de su conversación para transmitirlas luego a los demás: Lo que os he susurrado al oído, predicadlo por encima de los tejados. Ningún milagro les había de pasar inadvertido, ninguna lágrima y ninguna sonrisa dejaría de tener importancia. Son los testigos, los transmisores. Los Doceconsideraban esta íntima unión con el Maestro tan esencial que cuando han de completar el número, después de la defección de Judas, pusieron una única condición indispensable: Es necesario, por tanto, que de los hombres que nos han acompañado todo el tiempo en que el Señor Jesús vivió con nosotros, empezando desde el bautismo de Juan hasta el día en que partió de entre nosotros, uno de ellos sea constituido con nosotros testigo de su Resurrección.
Estos hombres estuvieron con Jesús en las fatigas del apostolado, en el descanso cuando Él les enseñaba con voz pausada los misterios del Reino, en las caminatas agotadoras bajo el sol... Compartieron con Él las alegrías cuando las gentes respondían a su predicación, y las penas al ver la falta de generosidad de otros para seguir al Maestro. «¡Con qué intimidad se confiaban a Él, como a un padre, como a un amigo, casi como a su propia alma! Le conocían por su noble porte, por el cálido tono de su voz, por su manera de partir el pan. Se sentían inundados de luz y estremecidos de alegría, cuando sus ojos profundos se posaban sobre ellos y la voz de Él vibraba en sus oídos. Enrojecían, cuando los reprendía por su pobreza de espíritu, y cuando los corregía, humillaban sus rostros curtidos por los años como niños atrapados en una falta... Se sentían profundamente impresionados, cuando les hablaba una y otra vez de su Pasión. Amaban a su Maestro, y le seguían no solo porque querían aprender sus doctrinas, sino sobre todo porque le amaban».
Pidamos hoy a estos Santos Apóstoles, Simón y Judas, que nos ayuden a conocer y a amar cada día más al Maestro, al mismo que ellos siguieron un día, y que fue el centro sobre el que se orientó toda su vida.