30 razones para amar al Sagrado Corazón de Jesús, para unir nuestros corazones al de Él y hacer crecer nuestro espíritu de caridad…
Nuestro Señor Jesucristo le mostró a Santa Margarita Su Sagrado Corazón envuelto en llamas por amor a nosotros, el cual contenía una cruz y una corona de espinas que nos recuerdan Su Pasión y Su gran amor no siendo recompensado por mucha de la humanidad.
Cuando Santa Margarita estaba delante de Jesús en el Santísimo Sacramento un día, Él le mostró Su Divino Corazón, diciendo:
“He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres, hasta el cansancio y desgaste para Manifestarles su amor; y en cambio, de la mayor parte de los hombres no recibe nada más que ingratitud, desprecio, irreverencia, sacrilegio y la la indiferencia en este sacramento de amor”.
Nuestro Señor, le pidió a Santa Margarita un día de fiesta especial para honrar a su Sagrado Corazón mediante devocionales actos de reparación y satisfacción, por aquellos que reciben la comunión indignamente.
Esta Fiesta tendrán lugar el primer viernes después de la octava de Corpus Christi: 19 días después de Pentecostés.
“Te prometo que Mi Corazón se expandirá para derramar abundantemente la influencia de su amor divino sobre aquellos que lo honren, y haga que se le honre”. (Jesús a Santa Margarita)
1.- Háblale al Sagrado Corazón de Jesús
Amado Corazón de Jesús, Tú Permaneces como mi amante fiel y eterno, aunque yo vaya dando tumbos por el camino del amor, tu amor. Quieres que yo dé mucho fruto, pero para eso debo vivir unido a Ti, unido a tu sacratísimo corazón y a tu Palabra que es la semilla que alimenta al mío.
Dame de tu fuerza, de tu coraje, de tu amor y de tu perdón. Necesito a diario esas cuatro cosas en mi vida para tener la dirección correcta. Quiero hacer de mi vida una vida de servicio, obrar bien por los míos y por mi prójimo, desvivirme por ellos como Tú lo hiciste por mí.
Al final de mis días eso es lo que contará, no mi prestigio, riqueza, poder o belleza. Sé que quieres que construya mi vida sobre el amor que brota de tu Sagrado Corazón, que permanezca siempre firme y lleno de tu bondad. Confío en que Tú me llevarás seguro con la fuerza sanadora que emerge de tu Corazón.
Confío en Ti, confío en tu amor, confío en que me ayudas y me regalas tu bendición en todos los momentos de mi vida.
Sagrado Corazón de Jesús, quiero amarte con verdadero amor.
Amén
2.- Oración inicial
Sagrado Corazón de Jesús, necesito de tu fuerza que todo lo restaura, tu poder que sana y libera y conduce por nuevos caminos llenos de bendiciones.
Tú conoces lo que hay en mi corazón: quiero amarte y servirte, no porque sea un mandato, sino porque lo acepto como una petición de amor respetuosa y lleno de gozo por hacer tu voluntad, la cual, con ella siempre me diriges y quieres lo mejor para mí.
Sagrado Corazón de Jesús, quiero seguir tus pasos, vivir lo que Tú mismo viviste, amar lo que Tú amas, despreciar el mal que te aleja de mí.
Te amo, creo en tus mandamientos, que no son otra cosa que peticiones de amor que brotan de tu sagrado corazón. Amén. Sagrado Corazón de Jesús en ti confío.
Amén.
3.- Reflexión día 7:
El pecado mortal
Jesús llora ante la muerte de su amigo Lázaro. ¿Sabes tú por qué Jesús ante el cadáver de su amigo llora, vibra, reza?
Porque era cadáver. He aquí tu imagen cuando te duermes en el pecado. No bastan las invitaciones del ángel custodio, las oraciones de la madre, los consejos de los amigos, las correcciones del confesor. Queremos un milagro de Jesús.
Es Jesús mismo quien debe llorar, gritar, rezar por ti, alzar su voz. ¿Y tú tan fácilmente te abandonas al pecado?
Con un pecado mortal pierdes todo, todo está perdido. Tú eres sensible a todos los afectos más tiernos y delicados. ¿no sientes nada al ofender a Dios, al ponerlo de nuevo en la cruz? Sobre tu frente está esculpida la imagen de Dios y tú la manchas para echarla en el fango.
Rezar un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.
4.- Oración final
Amantísimo Corazón de Jesús, de Ti provienen abundantes gracias, misericordia y perdón, defiendes a los oprimidos, ayudas a los más débiles, rescatas a los que son despreciados.
Una y otra vez intervienes en cada una de mis debilidades, me acoges, me perdonas y me invitas a convertirme de corazón.
Sagrado Corazón de Jesús, Tú lo sabes todo, Tú escudriñas la profundidad de nuestros corazones y ves nuestro interior, conoces mi debilidad.
Quiero aprender a perdonar y a pedir perdón, a reconocerme pecador y no juzgar a los demás, más bien acudo a Ti, que eres la fuente de la misericordia, para que pongas en mí la gracia de ser misericordioso.
Quiero sabe inyectar esperanzas en vez de condenas. Derrama tu amor en mi corazón para solidarizarme con todos. No permitas que sea indiferente ante las personas que necesitan de una palabra de consuelo.
Te suplico, Oh Dios mío, que extiendas tu mano en estos momentos sobre mis heridas y sánalas con tu inmenso amor. Eres el dueño de mi vida. Todo te lo entrego.
Sagrado Corazón de Jesús en Ti confío.
Nota final: El Sagrado Corazón de Jesús quiere inspirar a los corazones de hombres y mujeres de nuestros días para que puedan estar fortalecidos ante los continuos ataques de antivalores de esta sociedad y además infundirles un gran deseo de llevar a cabo grandes obras de las que se creen ser incapaces de realizar.
El Corazón de Jesús le dijo a Santa Margarita María Alacoque:
“Si quieres agradarme confía en Mí. Si quieres agradarme más, confía más. Si quieres agradarme inmensamente, confía inmensamente en Mí”
Meditación: Me
parece entrever por una ranura de la casa de Nazaret a un Joven trabajador que con habilidad modelaba un rústico trozo de madera; en el aire se percibe un rico olor a viruta fresca…parece
absorto. De repente y ante una suave voz levanta Su cabeza…es el Rostro de Mi Señor, que diligente y obediente responde al llamado de Su Madre. En la otra habitación, en su lecho un anciano
agonizante respira agitadamente…es el pobre papá José. En la Mirada Amorosa de aquel Joven Niño se reflejan tanto amor, tanto dolor, tanta paz. Entre tiernos cuidados y santas lágrimas José
inicia su marcha, hasta que se abra la Puerta de la Morada Santa.
¿Somos capaces de imitar la sencillez y el amor que el Señor prodigó a todos
los que tocó en Su vida terrena?. ¿O escapamos en el mundo de hoy del cuidado de los ancianos y necesitados?. Justificándonos en que tenemos nuestro trabajo y en que no podemos angustiarnos
tanto, ni siquiera podemos dar una sonrisa para aquel que agoniza. ¡Tenemos que vivir…vivir para morir!. Amar de verdad es dar todo hasta desgarrar nuestro mísero corazón en ofrenda al Señor,
como lo hizo el Redentor.
Jaculatoria: ¡Enamorándome
de Ti, mi Amado Jesús!
¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende
en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir
siempre si. Amén.
Florecilla:Demos
cuidado y amor a un anciano necesitado, como lo hizo y lo hace el Señor.
Oración:
Amadísimo Jesús Redentor mío Tú que eres amor, invádeme
Tú que eres Santo, santifí ...came Tú
que eres Fuente viva, sáciame
Tú que eres Entrega, utilízame Tú que eres Presencia, utilízame
Tú que eres presencia, envuélveme Tú que eres Plenitud, lléname
Tú que eres Centro, céntrame en ti Rebósame de Ti y muéstrame tu rostro
Hazme capacidad Hazme silencio Hazme reflejo de tu Amor.
Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.
DÍA 7 - EL SAGRADO CORAZÓN, MODELO DE CELO
I Será hoy objeto de nuestra
meditación el celo del Sagrado Corazón de Jesús. Se entiende por celo un deseo ardiente de la gloria de Dios y de la salvación de las almas, y una actividad siempre en movimiento para conseguir
esos objetos. ¿Quién podrá debidamente ponderar cuáles fueron este deseo y esta actividad en el Sagrado Corazón de Jesús? Un solo pensamiento era el suyo, uno solo el que le hacía palpitar noche
y día: glorificar al Padre celestial y salvar al mundo. Si predica, si obra milagros, si anda a pie largas jornadas, si toma parte en los banquetes de los pecadores, si se transfigura glorioso en
el Tabor o se deja aplastar como un gusano por sus enemigos, si muere, por fin, o si resucita, todo obedece a un mismo plan, todo tiene por blanco glorificar a Dios, salvar al
hombre.
El celo por esa empresa le tenía siempre inquieto y extasiado, y le hacía hablar de sus próximos sufrimientos como
de gloriosos triunfos. Al dirigirse a Jerusalén la última vez para ser allí preso y crucificado se admiraban los discípulos de que llevase el paso más apresurado que de costumbre. Era su celo
ardiente que le atraía como de sí a la realización de sus constantes deseos.
Medítese unos minutos.
II ¡Cómo contrasta esa
actividad ardorosa del Corazón de Jesús con la frialdad ordinaria del mío! ¡Ah! Es verdad. También el mío se mueve, se agita, se acalora, se enciende, pero ¿es por la gloria de Dios? ¿es por el
bien de mis hermanos? ¿O es al contrario por viles intereses del momento, por sutiles Puntos de honra, por miserables competencias del amor propio? ¡Ah! ¡que el celo que me devora no es tal vez
sino ambición, codicia, vanidad, esto es, el celo del mundo!
¿Qué hago, en efecto, por la honra divina? ¿Cómo siento sus injurias? ¿Cómo me esfuerzo en evitarlas o siquiera en
repararlas? Si estuviesen tan amenazados mis intereses como lo están siempre los de Dios, ¿estaría tan tranquilo y sosegado como estoy ahora en presencia de la guerra impía que se le hace? ¡Ojalá
no sea yo de aquellos mismos que, con su flojedad y malos ejemplos, contribuyen a esa deshonra de la Religión y ruina de las almas!
¡Oh Señor! Dame una chispa, una chispa sólo de ese fuego abrasador que consumió tu Corazón; dámela para que
experimente como Tú la pasión de tu celo. Quiero ser Apóstol de tu gloria y de Tu nombre, en la medida que lo permitan mis fuerzas y condición. Con mi conversación, con mi porte exterior, con mi
influencia, con mis relaciones, con mi dinero, con mi oración, procuraré trabajar cuanto pueda, para que seas cada día más honrado y glorificado.
Medítese, y pídase la gracia particular.
ORACIÓN Y ACTO DE CONSAGRACIÓN
Rendido a tus pies, ¡oh Jesús mío!, considerando las inefables muestras de amor que me has dado y las sublimes lecciones que me enseña de continuo tu adorabilísimo Corazón, te pido humildemente la gracia de conocerte, amarte y servirte como fiel discípulo tuyo, para hacerme digno de las gracias y bendiciones que generoso concedes a los que de veras te conocen, aman y sirven.
¡Mira que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Ti como el mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! Mira que soy muy ignorante, oh soberano Maestro, y necesito de tus divinas enseñanzas, para luz y guía de mi ignorancia! ¡Mira que soy muy frágil, oh poderosísimo amparo de los débiles, y caigo a cada paso, y necesito apoyarme en Ti para no desfallecer! Sé todo para mí, Sagrado Corazón: socorro de mi miseria, luz de mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Ti lo espera todo mi pobre corazón. Tú lo alentaste y convidaste cuando con tan tiernas palabras, dijiste repetidas veces en tu Evangelio:
Venid a Mí,… Aprended de Mí… Pedid, llamad…
A las puertas de tu Corazón vengo pues hoy, y llamo, y pido, y espero. Del mío te hago, oh Señor, firme, formal y decidida entrega. Tómalo, y dame en cambio lo que sabes me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la eternidad. Amén.
Aquí se rezará tres veces el Padre Nuestro, Ave María y Gloria, en recuerdo de las tres insignias, cruz, corona y herida de la lanza, con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María Alacoque.
Día 7. Corazón de Jesús, Fortaleza de los mártires.
Tú afrontaste con invencible constancia toda clase de incomprensiones, persecuciones y sufrimientos. Tú no rehusaste beber el cáliz de la Pasión, a pesar de su horrenda perspectiva de dolores. Ni desertaste de la Cruz, la extrema vivencia del sufrimiento.
Nosotros, soldados que militamos bajo el estandarte de esa Cruz, queremos Tu fortaleza en nuestra lucha. Danos ánimo viril y esforzado, con el que sepamos arriesgar la vida por Tu amor, ser siempre cruzados portadores de la Cruz.
Injerta en nosotros Tu valor y Tu audacia, Capitán de los mártires, para que no temamos a los que sólo pueden matar el cuerpo, para ser «retoños de Tu cruz», «hijos del Calvario».
Enséñanos a saber dejarle a cada día su dolor. A no contar, para el corazón, el espíritu y el cuerpo, más que con el pan de cada día. A vivir sólo el ahora, pues «de momento a momento se puede aguantar mucho. Nos desanimamos, o desesperamos, porque pensamos en el pasado o en el porvenir».
Armados así con Tu fortaleza, lucharemos las batallas de Tu Reino, y no perderemos punto de perfección en los pequeños combates de la vida cotidiana. Tú nos invitas desde Arriba a compartir Tu gloria, y Tú nos das aquí la fuerza de la paciencia.
Corazón de Jesús, descanso en la lucha. En Ti confiamos.
DÍA 7 (7 de junio): Corazón de Jesús, santuario de la justicia y del amor Reflexión (14 de julio de 1985) “¡El Corazón de Jesús palpita con el ritmo de la justicia y del amor según la mismo medida divina! Este es precisamente el Corazón del Dios-Hombre. En El se debe cumplir hasta el final toda justicia de Dios hacia el hombre, y también, en cierto sentido, la justicia del hombre hacia Dios. En el corazón humano del Hijo de Dios se ofrece a la humanidad la justicia de Dios mismo. Esta justicia es al mismo tiempo el don del Amor. Por medio del Corazón de Jesús, el amor entra en la historia de la humanidad como Amor subsistente: "porque tanto amó Dios al mundo, que le dio su unigénito Hijo" (Jn 3,16). Deseamos mirar con los ojos de la Virgen Inmaculada la luz de aquel admirable misterio: ¡La justicia que se revela como Amor! ¡Amor que llena hasta el borde todo medida de la justicia! ¡Y la sobrepasa!” Propósito: Ir a misa del primer viernes del mes, ofreciendo la comunión en reparación por todas las ofensas cometidos contra el Corazón de Jesús.
Jaculatoria: FIDELIDAD del Corazón de Jesús, proteged mi corazón