Primer Misterio
Santísima Trinidad, te pedimos les concedas a los sacerdotes del mundo entero, las virtudes de la Fe, Esperanza y Caridad, para que se acerquen a Ti y nos guíen hacia Ti.
Suba a Ti nuestra oración, como incienso del Altar Sagrado.
Segundo Misterio
Santísima Trinidad, te pedimos les concedas a los sacerdotes del mundo entero, los dones del ayuno, limosna y oración constantes, para que se acerquen a Ti y nos guíen hacia Ti.
Suba a Ti nuestra oración, como incienso del Altar Sagrado.
Tercer Misterio
Santísima Trinidad, te pedimos les concedas a los sacerdotes del mundo entero, ser libres de los escándalos, críticas, pobreza, soledad, vicios, errores y terrores, protégelos del mal, para que se acerquen a Ti y nos guíen hacia Ti.
Suba a Ti nuestra oración, como incienso del Altar Sagrado.
Cuarto Misterio
Santísima Trinidad, te pedimos les concedas a los sacerdotes del mundo entero, la sabiduría para mantenerse firmes y fieles a Tu Palabra en este peregrinar, para que se acerquen a Ti y nos guíen hacia Ti.
Suba a Ti nuestra oración, como incienso del Altar Sagrado.
Quinto Misterio
Santísima Trinidad, te pedimos les concedas a los sacerdotes del mundo entero, la pureza, mansedumbre y santidad de Nuestro Señor Jesucristo, para que se acerquen a Ti y nos guíen hacia Ti.
Suba a Ti nuestra oración, como incienso del Altar Sagrado.
Oración Final
Santísima Trinidad, ilumina a nuestros sacerdotes, y cuídalos como hijos predilectos, para que honren siempre el óleo santo con que fueron bendecidos y elegidos para su ministerio.
Jesús sacerdote eterno, cuida a tus sacerdotes, que siempre en sus corazones estés Tú primero. Amén.
Jesús, Divino Señor, por Tu dolorosa Pasión, cubre con Tu Preciosísima Sangre, a todos los Obispos, sacerdotes y consagrados. Ten piedad de ellos y líbralos de todo mal, ahora y siempre. El Inmaculado Corazón de la Dulce Virgen María, reprenda con su fuerza Santísima a todo enemigo de Dios y de su Iglesia. Amén.”
MISTERIOS GOZOSOS
Te pedimos Virgen Santísima que muchos corazones respondan con amor y generosidad a la llamada de Dios a dejarlo todo y seguirle a dondequiera que El les llame. Especialmente pedimos por un aumento de vocaciones generosas para nuestra Iglesia.
Te pedimos Virgen Santísima visites los corazones de muchos jóvenes para que con su entrega generosa y abnegada sepan darse con celo ardiente en sacrificio al Señor por el bien de la Iglesia y de las almas.
Te pedimos Virgen Santísima en virtud del nacimiento de tu Hijo Jesús, se encienda la chispa del amor hasta el extremo, para que muchos jóvenes puedan descubrir la sublime llamada a la Vida Religiosa y por medio de una respuesta al Señor cooperen contigo a dar a luz a Cristo en los corazones de todos los hombres.
Te pedimos Virgen Santísima concedas paz y serenidad a todos los jóvenes que experimentan en sus corazones la llamada a la Vida Religiosa para que puedan responder a la voluntad del Padre. Deposita todos sus temores en la Llaga del Corazón Traspasado de Jesús, para que abandonados sepan darle al Señor un sí pronto y gozoso como tú.
Te pedimos Virgen Santísima por todos aquellos que en la búsqueda por darle una respuesta a la voluntad de Dios se han alejado de ella, por temor y debilidad. Te pedimos les des la gracia de la fortaleza para dejar todo por Cristo. Que en el día de hoy ningún sí sea negado a Dios.
MISTERIOS LUMINOSOS
Te pedimos Virgen Santísima por todas aquellas almas que en el momento de su Bautismo el Señor eligió para seguirle más de cerca en la Vida Religiosa. Te pedimos, por tu intercesión que todos los que han recibido esta gracia sepan abrir su corazón y darle una respuesta a Dios Padre.
Te pedimos Virgen Santísima que medies para todos aquellos que serán llamados a la Vida Religiosa, la gracia de la fortaleza; que sepan obedecer a Jesús, dándole su entrega generosa. Te pedimos les encamines y guíes, y que al igual que los sirvientes de Caná sepan escuchar sin temor tu voz que les dice: "haced lo que él os diga"
Te pedimos Virgen Santísima que levantes muchos jóvenes generosos, quienes a las necesidades de sus hermanos, abran su corazón a la entrega total. Médiales la gracia de un celo ardiente por la predicación del Evangelio y por la salvación de las almas.
Te pedimos Virgen Santísima que reafirmes en todos aquellos jóvenes que son llamados a la Vida Religiosa, la certeza de la elección de Dios que los llama y se les revela a unos cuantos, atrayéndolos a una vida más cercana. Que sepan escuchar esta llamada del Señor que los invita diciéndoles: "Este es mi Hijo amado,en quien me complazco, escuchadle"
Te pedimos Virgen Santísima que derrames en muchos corazones la gracia de la entrega generosa, entrega que va más allá, que se da hasta el extremo. Te pedimos que despiertes en todos aquellos jóvenes que serán llamados a la Vida Religiosa, un fervor y amor por la adoración Eucarística. Hazlos desde ya adoradores de la Eucaristía.
MISTERIOS DOLOROSOS
Te pedimos Virgen Santísima por todos aquellos jóvenes que sienten duda de la elección e invitación del Señor a la Vida Religiosa. Te pedimos que al igual que Jesús sepan responder: "Padre si quieres aparta de mi esta copa, pero no se haga mi voluntad sino la tuya" Que aún a cuesta de lo que sea sepan responder al Señor.
Te pedimos Virgen Santísima que nos des la gacia a todos los que somos llamados a la Vida Religiosa, los del presente y los del futuro, de no negar a Jesús. Danos la gracia de serle fiel hasta el final, de no flagelar nunca su cuerpo místico.
Te pedimos Virgen Santísima que hagas de las almas consagradas presentes y futuras, almas puras, entregadas al llamado y elección de Dios. Almas consoladoras que a diario mediten en la Pasión del Señor, y vean en ella el modelo de entrega y amor al que han sido llamados.
Te pedimos Virgen Santísima que con el sí fiel de muchos religiosos, ayudemos a cargar la cruz del Señor. No permitas que ninguno de sus elegidos ponga más peso a su cruz. Te pedimos, entrega hasta el extremo y olvido de sí. Te rogamos especialmente por todos aquellos jóvenes que se sienten débiles para responder al pensar en lo exigente de tu llamado. Dales el amor necesario para la entrega.
Te pedimos Virgen Santísima que por los sufrimientos de tu Hijo en la cruz, y la fecundidad de su Corazón Traspasado, se renueve la Vida Religiosa, bañando a muchos jóvenes con la gracia que ellos necesitan para que en sus vidas germine la semilla de su vocación y por medio de su sí, sean ellos cooperadores de la Nueva Primavera de nuestra Iglesia.
MISTERIOS GLORIOSOS
Te pedimos Virgen Santísima que por los méritos de la resurrección de tu Hijo, levantes muchos jóvenes a vivir el llamado de la Vocación Religiosa. Para que llenan con su vigor
Te pedimos Virgen Santísima que al igual que los primeros apóstoles, muchos jóvenes sientan el deseo de predicar la Palabra del Señor, especialmente por medio de la entrega de sus propias vidas. Como dice la Escritura "salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que le acompañaban".
Te pedimos Virgen Santísima que la fuerza del Espíritu Santo invada el alma de todos aquellos que están llamados a ser los futuros Sacerdotes y Religiosos en esta Nueva Primavera de la Iglesia. Que al igual que los primeros cristianos sepan descubrir el llamado de Dios por medio de la oración y unidos en un mismo espíritu a través de tu intercesión materna.
Te pedimos Virgen Santísima que todas las almas que tu Hijo llamará a seguirle más de cerca, nazcan de tu Corazón Inmaculado. Engéndralos Virgen María, para que lleguen a ser imágenes de tu Hijo, portadores de Dios en el mundo.
Te pedimos Virgen Santísima que todos los jóvenes con inquietud vocacional encuentren en ti el refugio seguro para madurar su discernimiento. Se tú el canal por donde nazcan todas las vocaciones que tu Hijo regalará a la Iglesia, para que ninguna vocación falsa llegue a distraer a los seminarios y comunidades religiosas.
En el primer misterio Eucarístico contemplamos cómo Nuestro Señor Jesucristo, reunido con sus Apóstoles, en la última cena, bendijo el pan y lo repartió diciendo: "Tomad y Comed, este es mi cuerpo", dejando así instituida la Eucaristía, como manifestación de su amor por los Hombres.
Jesús Sacramentado, pedimos por todos aquellos que no creen en tu presencia real en cuerpo, sangre, alma y divinidad en la Eucaristía.
En el segundo misterio Eucarístico contemplamos cómo Jesús, en su infinito amor, queriendo hacer partícipe a toda la humanidad de las excelencias de la Eucaristía, dió a sus sacerdotes el poder de transformar el pan el y el vino en su Cuerpo y Sangre.
Señor Jesús, te pedimos por todos los sacerdotes del mundo para que, alimentados de tu Cuerpo y Sangre, sean fortalecidos y animados.
En este tercer misterio Eucarístico contemplamos cómo Nuestro Señor Jesucristo está vivo y verdadero, en cada hostia y aún en cada partícula, repartiéndose en cada una de las misas celebradas hasta en la más humilde de las capillas de la tierra.
Oh Jesús, te pedimos por todos los enfermos que, con un corazón sincero y mucho amor, comulgaron de tu cuerpo y sangre. Por tu infinita misericordia sean libres de todo sufrimiento corporal y espiritual.
En este cuarto misterio Eucarístico contemplamos cómo Jesús, después de redimirnos con su muerte y resurrección, quiso también quedarse entre nosotros, en el Santísimo Sacramento hasta el fin de los siglos, para ser adorado y glorificado en su Cuerpo y Sangre, bajo las especies de pan y de vino.
Santísimo Sacramento, ponemos en tu presencia todos aquellos que no tiene libertad, los que viven en las cárceles y los que están atados al pecado, al miedo y a la angustia.
En este quinto misterio Eucarístico contemplamos cómo Jesús, no sólo quiso ser adorado en la Eucaristía, sino que también quiso darse a los hombres, en la Santa Comunión, a fin de ser alimento para el alma y prenda de Vida Eterna.
Jesús, Pan de Vida, te pedimos por todas la comunidades cirstianas para que alrededor de tu mesa santa, comulgando de tu Cuerpo y Sangre, vivan siempre como signo de amor y unidad.
LUNES Y SÁBADOS MISTERIOS GOZOSOS
A través de los misterios gozosos, pediremos a María, la sanación emocional, para poder tener nueva paz y permitir a Dios que realice su obra en nosotros.
1. En el primer misterio, contemplamos el anuncio del arcángel Gabriel a la virgen María y la encarnación del Hijo de Dios. A través de este misterio, te pido mama del cielo, que liberes mi memoria del miedo que se produjo en mi mientras esperaba el diagnostico medico, libérame también de pensamientos fantasiosos y opresores.
“Tendras confianza porque hay esperanza” {jb 11, 18]
2. En el segundo misterio, contemplamos a María que, a pesar de su embarazo, se pone en camino para ayudar a su pariente Isabel. A través de este misterio, te entrego mis miedos a la soledad, a la incomprensión o a el abandono.
A pesar de nuestras dolencias, podemos ayudar a quienes sufren mas que nosotros, porque consolando seremos consolados.
3. En el tercer misterio contemplamos el nacimiento del hijo de Dios en la pobreza de una gruta. A través de este misterio, entrego a la sagrada familia, la imposibilidad de recurrir a algún tratamiento por lo costoso, la preocupación por tener que pagar tantos medicamentos, el desamparo que experimento ante la fría burocracia de muchas obras sociales.
“Depositen en el todas sus preocupaciones, pues el cuida de ustedes” [pe 5,7]
4. En el cuarto misterio, contemplamos al Niño Jesús, que es presentado en el templo por sus padres.
A través de este misterio, le pido perdón y liberación a Dios por haberme apartado de la iglesia, por descuidar mi vida espiritual y por enojarme con Él, a causa de la enfermedad o de cualquier sufrimiento.
“Todo lo que han aprendido, recibido y oído de Dios háganlo…..y el Dios de la Paz estará con ustedes”[ flp 4,9]
5. En el quinto y último misterio, de gozo contemplamos al Niño Jesús que es encontrado en el templo (después de tres días de búsqueda de José y María), escuchando a los maestros.
En este misterio pedimos a María sentirnos cobijados por ella y por la iglesia, como comunidad para ser sanados del sentimiento de desamparo y depresión, y liberados del temor a cualquier tratamiento y al dolor.
“Si oyen a Dios y le sirven, acabaran felices sus días y sus años con toda tranquilidad” [jb 36,11]
JUEVES MISTERIOS LUMINOSOS
A través de los misterios luminosos, pediremos a Dios por intercesión de María, la sanación en las relaciones con los demás, y con la liberación de toda atadura que no nos dejo ser libres.
1. En el primer misterio luminoso, contemplamos el bautismo de Jesús en el rió Jordán.
A través de este misterio vamos a renovar el sacramento del bautismo.
Por el poder de tu bautismo y el nuestro, danos Señor, una nueva efusión del Espíritu Santo, y libéranos de toda influencia que el maligno haya tenido o tenga sobre nuestras vidas. Libéranos de las tentaciones de desaliento, búsqueda de poder, celos o rivalidad.
Dales a todos los laicos que te sirven en la iglesia, el deseo de renovarse cada día, para que, guiados por ti, sean constructores de la civilización del amor.
Te aseguro que el que no nace del agua y del espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne, es carne, lo que nace del espíritu, es espíritu. [jn3,5-6]
2. En el segundo misterio, contemplamos a Jesús que en Caná de Galilea transforma, ante el pedido de María, el agua en vino.
Te pedimos Jesús, a través de este misterio, que así como transformaste el agua en vino, transformes también en nuestros hogares, comunidades, iglesia y país, aquellos vínculos afectivos que están rotos, enfermos o heridos. muéstranos las heridas de nuestros corazones que ya están maduras para ser sanadas; danos la fuerza para perdonar las ofensas recibidas, de manera que así traigas sanación y, aquello que en nosotros había perdido su sabor y fuerza, sea transformado como el agua en vino de excelente calidad.
“María dijo a los que estaban sirviendo :hagan todo lo que él les diga” [jn 2,5]
3. En el tercer misterio, contemplamos a Jesús, que anuncia la venida del Reino, invitando a la conversión.
Por el poder de este misterio, te pedimos señor, nos concedas a todos los cristianos, el don de discernimiento, para darnos cuenta de cuales son las tentaciones que con mayor frecuencia nos roban tu alegría, y nos privan de experimentar en nosotros tu divina presencia, quita de nuestro caminar diario, todo aquello que no nos deja proclamar con el poder de tu espíritu, la venida de tu Reino, haciendo así que nuestra tarea evangelizadora se vea diluida. en este misterio, también te entregamos la convivencia en nuestros hogares y la economía familiar, para que tu las ordenes, de modo que podamos llevar tu palabra y tu amor como constructores de unidad.
“Desde entonces Jesús comenzó a proclamar: “vuelvan a Dios, porque el Reino de los Cielos esta cerca” [mt 4, 17]
4. En el cuarto misterio, contemplamos la transfiguración de Jesús.
Te pedimos Señor, que así como llamabas con frecuencia a tus discípulos, a ir a un lugar apartado para orar al padre, también suscites en cada uno de nosotros el anhelo de crear cada día momentos de desierto para contemplar tu rostro, quita de nuestras vidas toda atadura de indiferencia, pereza o tibieza espiritual, que provenga de nuestra herencia familiar, o que nosotros mismos hayamos provocado por pecar, al no valorar y olvidar las bendiciones y las gracias que nos has dado en el transcurso de nuestras vidas. Libera nuestros pies y nuestros corazones de las trabas que pone el maligno, con el propósito de que no participemos con frecuencia en la santa misa y en los grupos de oración. enséñanos con tu santo espíritu a orar con poder, por las necesidades de la iglesia y del mundo entero.
“De la nube salio una voz, que dijo: este es mi hijo amado, a quien he elegido, escúchenlo”[ mt 17,5]
5. En el quinto misterio, contemplamos la institución de la sagrada eucaristía.
Por el poder de tu cuerpo y de tu sangre, te pedimos Jesús, en este misterio, que sigas liberando, protegiendo y bendiciendo, a todas las comunidades cristianas en nuestro país y en el mundo entero. a ti, que eres alfa y omega, principio y fin, te rogamos que hagas fluir la gracia presente en cada misa celebrada desde la institución de la eucaristía en la ultima cena, hasta el día de hoy, así también como el poder de tu gracia en cada misa, que en este momento se este celebrando en cualquier rincón del mundo, despierta, sana y fortalece el corazón de aquellos jóvenes a quienes estas llamando al servicio de tu altar y de tu pueblo, fortalécelos en las luchas, que sostiene y que sostendrán. dales, por nuestra oración, la fuerza para que te digan: aquí estoy Señor, para hacer tu voluntad.
“Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo. luego ven y sígueme.[mt 19,21].
“Jesús les dijo; yo soy el pan que da vida. el que viene a mi, nunca tendrá hambre y el que cree en mi, nunca tendrá sed” [jn6, 35]
MIÉRCOLES Y DOMINGO MISTERIOS GLORIOSOS
Por la contemplación de los misterios gloriosos pediremos a María, la sanación de la memoria, herida por el pecado y la liberación de las herencias genéticas negativas.
1. En el primer misterio glorioso contemplamos con nuestra imaginación a Jesús que, después de haber estado tres días en el sepulcro, resucita, y se presenta a María y a los discípulos.
En este misterio pedimos a Jesús por la curación intergeneracional. le entregamos a María nuestros antepasados, familiares y miembros de congregaciones que murieron con ataduras de rencores generacionales, adicciones, ocultismo y todo mal con el que hayan muerto, y que nosotros hayamos recibido, como herencia negativa.
“Si el hijo los hace libres, ustedes serán verdaderamente libres” [jn 8,36]
2. En el segundo misterio, Jesús sube a los cielos en presencia de su madre y de sus discípulos.
Pedimos a María en este misterio, ser sanados de las heridas desde la concepción, pasando por los meses que estuvimos en el vientre materno, y los traumas que pudieron producirse en el momento de nacer y las primeras horas fuera de la seguridad del vientre materno.
“Tu señor, formaste mis entrañas, me tejiste en el seno de mi madre” [sal 139].
3. En el tercer misterio, contemplamos la venida del Espíritu Santo, que se derrama en María y los apóstoles.
En este misterio entregamos a María la sanación de la primera infancia y de la niñez. especialmente le entregamos la memoria auditiva herida por gritos, palabras de desprecio, comparaciones traumáticas, etcétera.
“El amado por Dios habitara confiado cerca de Él; lo cubrirá siempre, y entre sus hombros morara” [deut 33,12]
4. En el cuarto misterio, contemplamos a María que es llevada en cuerpo y alma a los cielos.
Te entrego Madre, mi adolescencia y juventud. te pido que sanes toda esta etapa de mi vida, de modo especial mi memoria visual y mi memoria afectiva. ordena mi sexualidad, y lléname del amor que me pudo haber faltado en esta etapa de mi existencia.
“Confiesen unos a otros sus ofensas y oren los unos por los otros, para que sean sanados. la oración del justo tiene mucho poder, con tal de que sea perseverante” [sant 5,16]
5. En el quinto y ultimo Misterio, contemplamos a María que es coronada por la Santísima Trinidad, como Reina de toda la creación.
Te pido madre que sanes las dolencias espirituales, psicológicas y físicas, que pude haber recibido a lo largo de mi vida adulta. Libérame de las ataduras del pecado, de la sensación de frustración o fracaso, a causa de los problemas afectivos, laborales y de cualquier otra índole, dame mi verdadera identidad y una personalidad en proceso de constante maduración, sana mi cuerpo para el servicio de Dios; y llévate de mi corazón el miedo al futuro.
“Yahvé irá delante de ti., Él estará contigo; no te dejara ni te abandonara., no temas pues, ni te desanimes” {deut 31,8]
MARTES Y VIERNES, MISTERIOS DOLOROSOS
A través de los Misterios Dolorosos, pediremos a Dios por María, la sanación física para poder servirlo a Él en los demás, y hacer en todo su santa voluntad.
1. En el primer misterio doloroso, contemplamos la agonía que Jesús experimentó en el huerto de los olivos.
Te pedimos Jesús, que así como con la oración venciste a Satanás, que quería hacerte caer en el desanimo, la angustia y la desesperanza, también me des a mí el poder de orar con perseverancia y ser así vencedor.
En este misterio te pedimos la salud para los enfermos de cáncer.
“La oración de fe, salvará al enfermo y el Señor lo levantará” [sant 5,15]
2. En el segundo misterio contemplamos a Jesús que, atado en la columna, es azotado con látigos.
Señor que sin poder moverte por estar atado, sentías tan agudos dolores, te pedimos consueles y sanes a quienes a causa de reuma, artritis, accidentes o parálisis, no tienen la libertad de movimiento que quisieran. bendice las manos, los brazos, las piernas, los pies, la columna, las vértebras, y todas las articulaciones, músculos y huesos.
Pídele, si es el caso, que corte todas las ataduras que pudo crear el maligno, por recurrir a la superstición, al curanderismo o a la magia, y rechaza en el nombre de Cristo todas esas cosas.
“Yo haré venir sanidad sobre ti, y sanaré tus heridas, dice el Señor” [jer 30,17]
3. En el tercer misterio, contemplamos a Jesús, coronado de espinas.
En este misterio le pedimos a María que toque nuestra cabeza, como hubiera querido poder tocar la de su hijo, y poder curarlo. que nos libere de todo pensamiento de autodestrucción, de pesimismo, y de todo complejo por las consecuencias que la enfermedad pueda causar a nuestra imagen, también le entregamos a quienes sufren de problemas psíquicos, o de alguna dolencia en su cabeza, cerebro, ojos, oídos, boca, garganta, vías respiratorias y pulmones.
“Fue tratado como culpable a causa de nuestras rebeldías y aplastado por nuestros pecados, Él soportó en castigo que nos trae la paz y por sus llagas hemos sido sanados” [is 53,5] .
4. En el cuarto misterio contemplamos, a Jesús que carga con la cruz, y que es acompañado por su madre.
Señor, que al caer una y otra vez, te ibas golpeando con las piedras del camino, pero a pesar de todo, seguías adelante, sana las dolencias de quienes sufren a causa de alguna enfermedad o accidente, el deterioro de sus órganos interiores : corazón, riñones, estomago, intestinos, páncreas o ganglios, toca con tus benditas manos, cualquier órgano que deba ser sanado.
“Y estas señales seguirán a los que crean : pondrán las manos sobre los enfermos y sanarán” [mc16,17]
5. En el quinto misterio, contemplamos el amor de Jesús que se derrama desde la cruz.
Te pedimos Jesús que, con el poder de tus Santas Llagas, nos libres de toda enfermedad en la sangre, sana a los enfermos de sida, renueva nuestras venas y arterias, toca a los hermanos que necesitan diálisis. cúbrenos con tu preciosísima sangre y seremos salvados, ayúdanos a estar de pie, como María lo estuvo al pie de la cruz, siendo tu consuelo.
“Dios mismo, subiendo a la cruz, cargo con nuestros pecados, empecemos una vida santa. y por sus llagas fueron ustedes sanados” [Ped 2, 24]
Hecho por el Padre Gustavo E. Jamut Oblato de la Virgen María.
Aprobación Eclesiástica otorgada por Monseñor Ugo Puccini Banfi Obispo de la Diócesis de Santa Marta, el 14 de Mayo del 2001
Misterios Gozosos
1. Dios envía un Ángel a María para darle a conocer sus designios para la salvación humana y para pedirle su consentimiento y su cooperación. Dios nos habla continuamente también a nosotros: nos envía sus mensajeros y sus mensajes, Buenas inspiraciones, buenas lecturas, una palabra de una persona amiga y hasta la enfermedad; son mensajeros de Dios.
Hermano que sufres: a través de estas circunstancias Dios nos envía sus mensajes para que comprendamos su designio sobre nuestra vida y demos nuestro consentimiento como María.
2. María comunica a Jesús a los demás, porque lo posee en su corazón y lo lleva en sus entrañas.
Hermano, tú también, desde tu enfermedad y por medio de tus dolores y penas, podrás comunicar a Jesús a los demás. Con una sonrisa podrás transmitir su gracia y su amor a los demás.
3. En la pobreza de un establo, de una cueva, María da a luz a Jesús. Los Santos Peregrinos habían pedido posada en otras casas. Pero nadie les había abierto las puertas. Jesús pide posada en tu corazón. Eres Pobre, estás enfermo, a veces te sientes desanimado... Sin embargo en esa pobreza Jesús quiere nacer, y por medio tuyo, quiere comunicarse a los demás. Ábrele tu corazón: no lo rechaces.
Hermano, si le permites nacer en ti, también tu pobreza y tu enfermedad tendrán una nueva luz, un nuevo significado.
4. Simeón reconoce al Salvador: era un anciano recto y santo. Esperaba con ansia la venida del Mesías. Dios colmó sus aspiraciones e ilusiones. Simeón pudo estrechar entre sus brazos al que tanto había esperado.
En tierras de misiones hay ancianos que desean ver al Salvador, hay hombres y mujeres que buscan quién de sentido a su trabajo, hay jóvenes y niños que esperan a alguien que oriente sus pasos y de luz a sus vidas. Todavía esperan al Mesías...
Hermano: tú, con tus oraciones y sufrimientos puedes otorgarles la luz de la salvación...
5. María y José están hundidos en una profunda tristeza, porque han perdido a Jesús. De repente parece que su vida haya perdido luz y significado sin Jesús.
Hay muchas personas que nunca han conocido a Jesús. Pero hay otras que los han perdido. Hay enfermos que en el dolor se han desesperado, han renegado, y se han apartado de Dios.
Tú también hermano, busca a Jesús en la oscuridad de la prueba y el dolor. Pero ayuda también a quienes no saben buscarlo: con tu ejemplo de paz y serenidad, con tus oraciones y sufrimientos, con tu sonrisa, tú puedes echar una mano a otra persona para ayudarla a buscar y encontrar a Jesús.
Misterios Dolorosos
1. Aún cuando Jesús iba acompañado de sus discípulos en los momentos de la prueba y sufrimiento, experimentó la soledad, no había nadie a su lado, los discípulos le amaban, pero distraídos o cansados se habían dormido, sólo un ángel del cielo vino a animarlo.
Hermano(a), hoy tu puedes ser también un ángel para el enfermo o anciano, que no tiene a nadie, para acompañarlo y animarlo en su soledad, y ayudarle a levantarse del desánimo o vacío, en que se encuentra.
Cuando las lágrimas son iluminadas por el sol de la fe, se forma en el alma, un hermoso arco iris de la paz.
2. Jesús, perseguido y azotado injustamente por una multitud, que contradicción entre tanta gente, no tiene a nadie que le ayude.
Hermano(a), hoy como ayer, también nosotros manipulados por las apariencias dejamos al anciano o al enfermo, sólo esto nos hace reflexionar que debemos acompañar al enfermo, sin hacer juicios o condenar el origen o causa de la enfermedad, hoy como Iglesia, es el momento para practicar la caridad y la solidaridad.
Si amas Jesús, ¡qué fácil es sufrir por él!, porque, porque donde reina el amor, no hay dolor, y si lo hay se le ama (San Agustín).
3. Jesús, una vez más experimenta la soledad y el abandono, pues está solo, los que lo habían seguido primero se durmieron, después corrieron y ahora son espectadores del dolor y humillación, que son de los más crueles sufrimientos.
Hermano(a), tú no seas espectador del enfermo o anciano que en ocasiones se avergüenzan de la enfermedad o discapacidad que tienen y se sienten excluidos, sin nadie que los atienda, sé valiente y recuerda que Jesús dijo: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.
4. Maestro hasta el final, Él que es el camino, Jesús camina solo con la cruz del dolor y sufrimiento, siempre tomando la iniciativa para enseñarnos como se debe llevar. Él, para nosotros es como el Simón de Cirene para llevar nuestra cruz, signo de vida donde se vence el mal con la plenitud del bien.
Hermano(a): Necesitas ser como Simón de Cirene con los enfermos o ancianos, ayudarles a cargar con esa cruz que cada uno tenemos y que no podemos ni debemos renunciar a ella, pues es nuestro medio de salvación pero con la ayuda de otra persona, podemos hacer que sea más ligera. (San Francisco de Sales)
5. Jesús, hasta el final se sintió solo por los del mundo, pero siempre estuvo cerca de su Padre, por eso sus últimas palabras son para el Padre Dios.
En un grito que resuena en toda la humanidad, grito de amor, que hizo se reconociera al verdadero hijo de Dios y se arrepintieran de lo que habían hecho.
Hermano(a): No tenemos que esperar a que se muera nuestro enfermo o familiar, para acompañarle o resaltar sus cualidades, sino que en vida es nuestra oportunidad que no se sienta solo y encuentre en nuestra compañía un sentido cristiano al sufrimiento, con la esperanza de que el mañana será mejor. ¡Qué triste es el lamento de Jesús: Dios aplastará la cabeza de sus enemigos, la testa enmarañada de los que viven pecando.
Misterios Luminosos
1. Hermano(a), hoy tu puedes ser un ángel para el enfermo o anciano, que no tiene a nadie, para acompañarlo y animarlo en su soledad, y ayudarle a levantarse del desánimo o vacío, en que se encuentra.
Cuando las lágrimas son iluminadas por el sol de la fe, se forma en el alma, un hermoso arco iris de la paz.
2. Hermano(a), hoy como ayer, también nosotros manipulados por las apariencias dejamos al anciano o al enfermo, sólo esto nos hace reflexionar que debemos acompañar al enfermo, sin hacer juicios o condenar el origen o causa de la enfermedad, hoy como Iglesia, es el momento para practicar la caridad y la solidaridad.
Si amas Jesús, ¡qué fácil es sufrir por él!, porque, donde reina el amor, no hay dolor, y si lo hay, se le ama (Sn. Agustín).
3. Hermano(a), tú no seas espectador del enfermo o anciano que en ocasiones se avergüenzan de la enfermedad o discapacidad que tienen y se sienten excluidos, sin nadie que los atienda, sé valiente y recuerda que Jesús dijo: ”En verdad les digo que, cuando lo hicieron con alguno de los más pequeños de mis hermanos, me lo hicieron a mí”.
4. Hermano(a): Necesitas ser como Simón de Cirene con los enfermos o ancianos, ayudarles a cargar con esa cruz que cada uno tenemos y que no podemos ni debemos renunciar a ella, pues es nuestro medio de salvación pero con la ayuda de otra persona, podemos hacer que sea más ligera.
“Plantad en vuestra alma a Jesús crucificado y todas las cruces de este mundo os parecerán rosas”. San Francisco de Sales
5. Hermano(a): No tenemos que esperar a que se muera nuestro enfermo o familiar, para acompañarle o resaltar sus cualidades, sino que en vida es nuestra oportunidad que no se sienta solo y encuentre en nuestra compañía un sentido cristiano al sufrimiento, con la esperanza de que el mañana será mejor.
¡Qué triste es el lamento de Jesús:”Esperé que alguien se compadeciese de mí, y no hubo nadie; alguien que me consolase y no hallé”
Misterios Gloriosos
Hermano(a), hoy tu puedes ser un ángel para el enfermo o anciano, que no tiene a nadie, para acompañarlo y animarlo en su soledad, y ayudarle a levantarse del desánimo o vacío, en que se encuentra.
Cuando las lágrimas son iluminadas por el sol de la fe, se forma en el alma, un hermoso arco iris de la paz.
2. Hermano(a), hoy como ayer, también nosotros manipulados por las apariencias dejamos al anciano o al enfermo, sólo esto nos hace reflexionar que debemos acompañar al enfermo, sin hacer juicios o condenar el origen o causa de la enfermedad, hoy como Iglesia, es el momento para practicar la caridad y la solidaridad.
Si amas Jesús, ¡qué fácil es sufrir por él!, porque, donde reina el amor, no hay dolor, y si lo hay, se le ama (Sn. Agustín).
3. Hermano(a), tú no seas espectador del enfermo o anciano que en ocasiones se avergüenzan de la enfermedad o discapacidad que tienen y se sienten excluidos, sin nadie que los atienda, sé valiente y recuerda que Jesús dijo: ”En verdad les digo que, cuando lo hicieron con alguno de los más pequeños de mis hermanos, me lo hicieron a mí”.
4. Hermano(a): Necesitas ser como Simón de Cirene con los enfermos o ancianos, ayudarles a cargar con esa cruz que cada uno tenemos y que no podemos ni debemos renunciar a ella, pues es nuestro medio de salvación pero con la ayuda de otra persona, podemos hacer que sea más ligera.
“Plantad en vuestra alma a Jesús crucificado y todas las cruces de este mundo os parecerán rosas”.
5. Hermano(a): No tenemos que esperar a que se muera nuestro enfermo o familiar, para acompañarle o resaltar sus cualidades, sino que en vida es nuestra oportunidad que no se sienta solo y encuentre en nuestra compañía un sentido cristiano al sufrimiento, con la esperanza de que el mañana será mejor.
¡Qué triste es el lamento de Jesús: ”Esperé que alguien se compadeciese de mí, y no hubo nadie; alguien que me consolase y no hallé”!
...Asiste desde el cielo a todos los enfermos del mundo; sostiene a quienes han perdido toda esperanza de curación; consuela a quienes gritan o lloran por sus tremendos dolores; protege a quienes no pueden atenderse o medicarse por falta de recursos materiales o ignorancia; alienta a quienes no pueden reposar porque deben trabajar; vigila a quienes buscan en la cama una posición menos dolorosa; acompaña a quienes ven que la enfermedad frustra sus proyectos; alumbra a quienes pasan una "noche oscura" y desesperan; toca los miembros y músculos que han perdido movilidad; ilumina a quienes ven tambalear su fe y se sienten atacados por dudas que los atormentan; apacigua a quienes se impacientan viendo que no mejoran; calma a quienes se estremecen por dolores y calambres; disminuye los padecimientos de los más débiles y ancianos; vela junto al lecho de los que perdieron el conocimiento; guía a los moribundos al gozo eterno; conduce a los que más lo necesitan al encuentro con Dios; bendice abundantemente a quienes los asisten en su dolor, los consuelan en su angustia y los protegen con caridad.Amén.
2.. Señor Jesucristo, Redentor de los hombres, Que en tu pasión quisiste soportar nuestros sufrimientos y aguantar nuestros dolores; te pedimos por los que están enfermos; tú que los has redimido aviva en ellos la esperanza de su salvación y conforta su cuerpo y su alma. Tú que vives Y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
3..Padre, Señor absoluto de nuestra vida, enseña a los enfermos que te presentamos a aceptar, de todo corazón, el sufrimiento físico o moral con un espíritu de abandono en las manos de tu Providencia, como un don de tu amor y una gracia destinada a enriquecer o purificar su alma. Por Jesucristo nuestro Señor Amen
4.. Padre, Señor absoluto de nuestra vida, Enseña a todo enfermo aceptar libremente, sin quejas ni rencor, con un corazón magnánimo que se reúsa a doblarse sobre sí mismo o a retraerse en una tibia resignación, con una fe profunda en la firme convicción de que Tú nos guías por el mejor camino, con una viva esperanza, convencido y ofreciendo su dolor por las almas y las grandes intenciones de la Iglesia por Jesucristo nuestro Señor Amen
5.. Señor Jesús, tu que tienes un cariño especial por los enfermos ten compasión de las familias que están preocupadas por la salud de sus familiares, haz sentir en sus hogares el amor que tu tienes, dales paciencia conforme a tu gran misericordia tu que vives y reinas por los siglos de los siglos Amen
Dulcísimo Jesús mío, que para redimir al mundo quisisteis nacer, ser circuncidado, desechado de los judíos, entregado con el beso de Judas, atado con cordeles, llevado al suplicio, como inocente cordero; presentado ante Anás, Caifás, Pilato y Herodes; escupido y acusado con falsos testigos; abofeteado, cargado de oprobios, desgarrado con azotes, coronado de espinas, golpeado con la caña, cubierto el rostro con una púrpura por burla; desnudado afrentosamente, clavado en la cruz y levantado en ella, puesto entre ladrones, como uno de ellos, dándoos a beber hiel y vinagres y herido el costado con la lanza.
Librad, Señor, por tantos y tan acerbísimos dolores como habéis padecido por nosotros, a las almas del Purgatorio de las penas en que están; llevadlas a descansar a vuestra santísima Gloria, y salvadnos, por los méritos de vuestra sagrada Pasión y por vuestra muerte de cruz, de las penas del infierno para que seamos dignos de entrar en la posesión de aquel Reino, adonde llevasteis al buen ladrón, que fue crucificado con Vos, que vivís y reináis con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.
1) ¡Señor Jesucristo, por medio de tu sudor de sangre, producto del dolor, que derramaste en el Huerto de los Olivos, te pedimos que tengas piedad de las Almas del purgatorio! ¡Líbralas de su temor, su dolor y consuélalas con el triunfo del consuelo celestial!
2) ¡Señor Jesucristo, por la dolorosa flagelación que padeciste con paciencia por nosotros pecadores, te pedimos que tengas piedad de las Almas del Purgatorio! Aleja de ellas el dolor de tu enojo y concédeles la tranquilidad eterna.
3) ¡Señor Jesucristo, por la dolorosa coronación que Tú sufriste con paciencia por nosotros pecadores, te pedimos que tengas piedad de las Almas del Purgatorio y concédeles la corona de la felicidad eterna!
4) ¡Señor Jesucristo, por la dolorosa carga de la cruz que Tú sufriste con tanta paciencia por nosotros pecadores, te pedimos que tengas piedad de las Almas del Purgatorio! ¡Quítales la pesada carga del sufrimiento y llévalas a la paz eterna!
5) ¡Señor Jesucristo, por la dolorosa crucifixión que Tú sufriste con paciencia por nosotros pecadores, te pedimos que tengas piedad de las Almas del Purgatorio! ¡Muéstrales Tu Santo Rostro y llévalas hoy contigo al Paraíso!
1.Consideremos en éste primer misterio el vivísimo deseo con el cual las Almas del Purgatorio estaban esperando el feliz momento de ser consoladas en aquella dolorosa cárcel con la vista del Redentor, después de su muerte; y pensemos que las Almas que al presente se encuentran entre aquellas atrocísimas llamas, están esperando con igual deseo, de nuestra piedad, una abundante copia de sufragios que puedan hacerlas felices para siempre.
Os suplicamos, Señor, saquéis tantas almas del purgatorio y convirtáis tantos pecadores, cuantas fueron las sensaciones de dolor que sufrió vuestro amantísimo corazón y el de vuestra Purísima Madre, en la noche de vuestra dolorosa Pasión y cruel agonía en el huerto de las Olivos.
Y vosotras, almas santas, alcanzadnos del Señor las gracias que deseamos conseguir por intercesión de la Santísima Virgen, . ¡Oh María! sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos.
2. Consideremos en éste segundo misterio la dulce sorpresa que experimentaron las Almas del Purgatorio cuando al aparecerse en medio de Ellas el Redentor, vieron extinguirse el fuego que las abrazaba, y cesar todas las penas que por tanto tiempo las habían atormentado.
Os suplicamos, Señor, saquéis tantas almas del purgatorio y convirtáis tantos pecadores, cuantas fueron las sensaciones de dolor que sufrió vuestro amantísimo corazón y el de vuestra Purísima Madre con el tormento de los crueles azotes que sufristeis amarrado a una columna.
Y vosotras, almas santas, alcanzadnos del Señor las gracias que deseamos conseguir por intercesión de la Santísima Virgen, ¡Oh María! sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a vos.
3. Consideremos en éste tercer misterio el sumo consuelo que sintieron las Almas del Purgatorio cuando vieron disiparse, por el Redentor, las tinieblas de aquella profunda prisión, y resplandecer cada una de Ellas con tanta luz, que no quedó mancha alguna en Ellas de sus antiguas culpas.
Y pensemos que con nuestros sufragios podemos también nosotros disipar aquellas tinieblas y purificar aquellos espíritus, hasta borrar toda mancha y satisfacer la deuda de sus pasados defectos.
Pidamos por tanto al Señor y a la Santísima Virgen, que concedan tanta eficacia a nuestras oraciones, que puedan hacerlas perfectamente dignas de los ojos de Dios
Os suplicamos, Señor, saquéis tantas almas del purgatorio y convirtáis tantos pecadores, cuantas fueron las sensaciones de dolor que sufrió Vuestro amantísimo Corazón y el de vuestra Purísima Madre con la cruel coronación de espinas, burlas y escarnios.
Y vosotras, almas santas, alcanzadnos del Señor las gracias que deseamos conseguir por intercesión de la Santísima Virgen, ¡Oh María! sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos.
4. Consideremos en éste cuarto Misterio el inmenso regocijo de que fueron poseídas las Almas del Purgatorio cuando fueron libertadas por el Divino Redentor, de aquél abismo de dolores y llevadas gloriosamente al reino bienaventurado.
Y pensemos que también nosotros podemos librarlas de aquella horrenda prisión y hacerlas felices para siempre en la Gloria celestial.
Roguemos por tanto al Señor y a la Santísima Virgen que concedan tanta eficacia a nuestras oraciones, que puedan abrir las puertas del Purgatorio e introducirlas en el suspiradísimo gozo del Paraíso.
Os suplicamos, Señor, saquéis tantas almas del purgatorio y convirtáis tantos pecadores, cuantas fueron las sensaciones de dolor que sufrió vuestro amantísimo corazón y el de vuestra Purísima Madre en el encuentro de la calle de la Amargura caminando con pesada cruz de nuestros pecados.
Y vosotras, almas santas, alcanzadnos del Señor las gracias que deseamos conseguir por intercesión de la Santísima Virgen, ¡Oh María! sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos.
5. ¡Oh Jesús!, ¡oh María!, Esperanza, Salud y Felicidad de todos los fieles; desde el profundo abismo de sus miserias, a Vosotros se vuelven las Benditas Almas del Purgatorio e imploran el beneficio de Vuestra Sangre ¡oh Jesús!, y el fruto de Vuestros Dolores ¡oh María!
Esta Sangre, éstos Dolores, que fueron de tanta eficacia la primera vez en el Calvario; que libraron a todo el mundo de toda iniquidad, libren de sus penas a las Almas del Purgatorio.
Y por los Méritos de Sangre tan Preciosa y de Dolores tan acerbos, sean conducidas salvas al cielo aquellas Prisioneras infelices (y en particular el alma de N…N) por las cuales os pedimos con todo el fervor de nuestro espíritu.
Os suplicamos, Señor, saquéis tantas almas del purgatorio y convirtáis tantos pecadores, cuantas fueron las sensaciones de dolor que sufrió vuestro amantísimo corazón y el de vuestra Purísima Madre en las tres horas de mortal agonía y afrentosa muerte en la Cruz.
Y vosotras, almas santas, alcanzadnos del Señor las gracias que deseamos conseguir por intercesión de la Santísima Virgen,¡Oh María! sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos
¡Almas benditas! nosotros hemos rogado por vosotros que sois tan amadas de Dios y estáis
seguras de no poderlo más perder: rogadle por nosotros miserables que estamos en peligro de condenarnos para siempre.
¡Dulce Jesús, dad descanso eterno a las benditas almas del Purgatorio¡
Padre eterno, te ofrecemos la sangre, pasión y muerte de Jesucristo, los dolores de la Santísima Virgen y los de San José, por la remisión de nuestros pecados, la libertad de las almas del Purgatorio y la conversión de los pecadores.
Almas santas, almas purgantes, rueguen a Dios por nosotros, que nosotros rogaremos por ustedes para que Él les de la gloria del paraíso.
SUPLICAS A LA SANTISIMA VIRGEN EN ALIVIO DE
LAS BENDITAS ALMAS MAS ABANDONADAS DEL PURGATORIO
¡Oh Madre de misericordia! tan grande es vuestra bondad, que no podéis descubrir miserias sin compadecemos. Mirad, os suplicamos, con caritativos ojos las afligidas almas que sufren en el
Purgatorio, sin poderse procurar alivio alguno en sus tremendas penas, y moveros a compasión. Por vuestra piedad y por el amor que tenéis a Jesús, os pedimos mitiguéis sus sufrimientos, y les
procuréis eterno descanso. Pero ¡ah! cuán doloroso debe ser para vuestro maternal corazón, la conducta de innumerables cristianos, que dejan en el olvido las pobres almas del Purgatorio! ¡Esperan
nuestros sufragios, y apenas hay quien se acuerde de ellas! ¡Oh María! dignaos inspirar a todos los fieles una tierna y viva compasión por nuestros hermanos difuntos: comunicadles un ardiente
deseo de ofrecer por ellas obras satisfactorias, y ganar, en su favor, cuantas indulgencias les sean aplicables a fin de que pronto vayáis a gozar de Dios. Oíd ahora las súplicas que por ellas os
hacemos.
Después de cada súplica decir:
“Imploramos tu socorro ¡oh! Madre de Bondad”.
Para que salgan de aquella tenebrosa cárcel,
Para que Dios les perdone la pena de sus pecados,
Para que se abrevie el tiempo de sus sufrimientos,
Para que se apaguen sus llamas abrasadoras,
Para que un rayo de luz celestial ilumine sus horrendas tinieblas,
Para que sean consoladas en su triste abandono,
Para que alcancen alivio en sus penas y amargas angustias,
Para que la tristeza se cambie en perpetua alegría,
Para que mitiguen la ardiente sed de los bienes eternos,
Para que se llenen pronto sus deseos vivísimos de entrar en la gloria,
Por las almas de nuestros padres e hijos,
Por las almas de nuestros hermanos,
Por las almas de nuestros parientes,
Por las almas de nuestros amigos,
Por las almas de nuestros bienhechores,
Por las almas que sufren en aquellas llamas por culpa nuestra,
Por las almas de aquellos que en su vida nos hicieron sufrir,
Por las almas más desamparadas,
Por las almas que sufren mayores tormentos,
Por las almas que están más cerca de entrar en el cielo,
Por las almas que durante su vida te han amado más a ti y a tu divino Hijo,
Por las almas de aquellos que sufren hace más tiempo,
Por todas las benditos almas del Purgatorio,
Por tu inefable misericordia,
Por tu inmenso poder,
Por tu maternal bondad,
Por tu incomparable maternidad,
Por tus preciosas lágrimas,
Por tus acerbos dolores;
Por tu santa muerte,
Por las cinco llagas de tu amado hijo,
Por su sangre divina derramada por nosotros,
Por su dolorosísima muerte en el árbol de la Cruz,
Para que se apliquen con abundancia a los difuntos las súplicas de los vivos,
Para que la gloriosa legión de los santos las socorra sin cesar,
Para que los nueve coros de los ángeles las reciban con regocijo,
Para que tus ojos maternales les echen una mirada de compasión,
Para que las haga felices la vista de tu divino Hijo,
Para que por la contemplación de la Santísima Trinidad sean bienaventuradas,
Para que se haga cada día más fervorosa nuestra devoción a las almas,
Para que se ofrezcan siempre más oraciones, indulgencias Y obras satisfactorias por ellas,
Para que las almas, que hayamos librado del purgatorio, hagan un día lo mismo con nosotros.
ORACIÓN POR LAS BENDITAS ALMAS DEl PURGATORIO
Dígnate, adorable Salvador mío, por tu preciosa Sangre, por tu dolorosa Pasión y cruelísima muerte; por los tormentos que tu augusta Madre sufrió al pie de la cruz cuando te vio exhalar el último
aliento; dígnate dirigir una mirada de piedad al seno profundo del Purgatorio y sacar de allí las almas que gimen privadas temporalmente de tu vista, y que suspiran por el instante de reunirse
contigo en el paraíso celestial. Principalmente te pido por el alma de N.., y de aquellos por quienes más particularmente debo pedir. No desoigas, Señor mis ruegos, que uno a los que por todos
los fieles difuntos te dirige nuestra santa madre la Iglesia Católica, a fin de que tu misericordia las lleve allá donde con el Padre y el Espíritu Santo vives y reinas por todos los siglos de
los siglos. Amén.
Oh María Madre de misericordia, acuérdate de los hijos que tienes en el purgatorio y presentando nuestros sufragios y tus méritos a tu hijo, intercede para que se perdonen sus deudas y sean llevados a la admirable luz de la Gloria.
Oh Glorioso patriarca san José, intercede juntamente con tu esposa ante tu hijo por las benditas almas del purgatorio.
Primera Petición
Señor mio Jesucristo, TU que deseas que tengamos una delicadeza de conciencia y santidad perfecta, te rogamos nos la concedas y te dignes a aplicar nuestros sufragios a las almas del purgatorio para llevarlas pronto al cielo.
Te lo pedimos por la intercesión de tu Madre Purísima y de San José.
Segunda Petición
Señor Mio Jesucristo que eres Cabeza de todos los fieles cristianos, que en Ti nos unimos como miembro de un mismo cuerpo que es la iglesia. Te suplicamos nos unas más contigo y que nuestras oraciones aprovechen a las almas de nuestros hermanos del purgatorio, para que pronto lleguen a unirse a sus hermanos del cielo.
Tercera Petición
Señor Mío Jesucristo, que a los que pecan castiga con justicia en esta vida o en la otra, concédenos la gracia de nunca pecar y ten misericordia de los que habiendo pecado, están purgando sus culpas. Llévalos pronto a su descanso.
Cuarta Petición
Señor Mio Jesucristo, que exiges la penitencia aún de los pecados veniales, danos Temor Santo de no cometerlos y por misericordia, a los que se encuentran purificándose en el purgatorio, líbralos de sus penas. Llévalos a la Gloria Eterna.
Quinta Petición
Señor Mío Jesucristo, aquellos que en esta vida no pagaron por sus culpas o no tuvieron bastante caridad con el pobre, son castigados con la penitencia que aquí no hicieron. Concédenos a nosotros, las virtudes de la mortificación y de la caridad y acepta misericordioso nuestras oraciones, para que así sus almas, lleguen pronto al descanso eterno.
Sexta Petición
Señor Mío Jesucristo, que quisiste que honrásemos a nuestros padres y parientes y distinguiésemos a nuestros amigos, te rogamos por todas las almas del purgatorio pero especialmente, por los padres, parientes y amigos de cuantos hacemos este Santo Rosario para que logren el descanso eterno
Séptima Petición
Señor Mío Jesucristo, que a los que no se prepararon a tiempo para la muerte recibiendo bien los últimos sacramentos y purificándose de los residuos de la mala vida, los purificas en el purgatorio. Te suplicamos Señor, por los que murieron sin prepararse para que les concedas a todos ellos la gloria, y a nosotros, recibir bien los últimos sacramentos.
Octava Petición
Señor Mío Jesucristo, que a quienes vivieron en este mundo demasiado aficionados a los bienes terrenales y olvidados de la Gloria, los retienes apartados del premio para que se purifiquen, calma Señor sus ansias y colma sus deseos, para que gocen pronto de Tu presencia. Y a nosotros, concédenos amar de tal manera los bienes celestiales, que no busquemos desordenadamente los terrenos.
Novena Petición
Señor Mío Jesucristo, cuyos méritos son infinitos y cuya bondad es inmensa, mira propicio a tus hijos que gimen en el purgatorio y mirándolos, compadécete de sus penas y perdona lo que les falte para pagar por sus culpas. Nosotros te ofrecemos nuestras obras y sufragio junto a tu Madre y a los Santos, haz que pronto alcancen su libertad y la Gloria Eterna.
Oh Padre Eterno, de quien es propio compadecerse y perdonar, te rogamos suplicantes por las almas de tus siervos que haz mandado emigrar de este mundo para que no las dejes en el purgatorio, sino que mandes a tus Santos Ángeles para que las tomen y las lleven a la patria celestial.
Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo.
PETICIONES DE AMOR
Abrimos nuestro corazón pidiendo el más alto bien a todos nuestros hermanos.
Te pedimos Señor, por todos los niños del mundo, que sean tratados con amor, educados con amor, y que sus Ángeles guardianes los protejan contra todo mal.
Te pedimos Señor, por todos los jóvenes del mundo, para que te conozcan y se acerquen cada día más a ti.
Te pedimos Señor, por los países en guerra y por todos los hombres que sienten odio, ayúdalos Señor abrir su corazón.
Te pedimos Señor, por todos los enfermos, para que abran su mente y su corazón a la verdad y tengan así la sanación que necesitan.
Te pedimos Señor, por todas aquellas personas que fueron privadas de sus hogares o corren algún peligro, ayúdalos señor a regresar con bien a casa.
Te pedimos Señor, por todas las personas que están sufriendo por las catástrofes naturales, que nuestra amada Gaia se regenere, purifique y sane de una manera pasiva.
Te pedimos Señor, por todas aquellas personas que no tienen trabajo, casa o alimento, concédeles señor la voluntad y la abundancia de todo bien.
Te pedimos Señor por todos los trabajadores de la luz, para que su luz brille siempre llena de esperanza, fe y amor.
Te pedimos Señor, que brillen los corazones de todos los hombres, para que todos tengamos un despertar de consciencia y nos convirtamos así en Seres de luz y Seres de amor.
Dios mío, en este día no puedo dejar de pensar en los niños, que son la semilla del mañana, la esperanza de un mundo mejor, un hermoso don dado por Ti.
Te pido por aquellos que están por nacer y están siendo abortados.
Te pido por los que son víctimas de los problemas familiares, peleas, violencia y maltratos, faltos de amor.
Por los niños que sufren el terror de la guerra, el miedo a perder a sus familias, las persecuciones, que viven llenos de dolor, miedo, angustia y desesperación. Dales paz Señor.
Por los que son abandonados, rechazados, despreciados, humillados y no tienen una familia donde crecer con alegría.
Por los que no reciben educación porque tienen que trabajar desde pequeños y muchos son explotados y esclavizados.
Por los que no tienen comida, no tienen un techo y deambulan por las calles, suplicando caridad, defiéndelos del maligno.
Por los que teniendo todo materialmente, son abandonados frente a un televisor, computadoras y juegos, en vez de estar acompañados por la familia.
Por los niños que son atacados sexualmente.
Por los que reciben enseñanzas tergiversadas sobre la sexualidad y los confunden en su naturaleza humana diseñada por Ti, Señor.
Por los que crecen educados en la ausencia de Dios.
Por aquellos niños que han quedado huérfanos, carentes del amor de sus padres.
Por todos te pido, que los protejas, les des amor, que cambies los corazones de todos los que podemos cambiar la situación de ellos, ten Misericordia y piedad.
Que ninguno de estos pequeñitos se pierda, y siempre lleguen a Ti Amén.
Padre bueno,en este día tan feliz
para mí y para muchos,
no quiero olvidarme de todos los niños
que sufren en el mundo.
Por los niños enfermos,
por los niños de la guerra,
por los niños de la calle,
por los niños abandonados,
por los niños sin familia,
por los niños que no pueden ir a la escuela,
por los niños que no tienen para comer,
por los niños que deben trabajar,
por todos ellos Señor,
te quiero pedir en este día.
Ayúdame a vivir solidario
con todos ellos.
Te rogamos Señor, Dios nuestro...
Inspíranos Padre, para que recordemos que sin Ti nada podemos y que todo nuestro esfuerzo, vaya siempre encaminado a ser testimonio
vivo del gran Amor de Dios hacia los hombres.
Danos la fuerza y el valor que necesitaremos para continuar siempre fieles a tu palabra. Amén
Movido por su infinito amor, nuestro Padre del cielo envió a su Hijo al mundo para colmar todas nuestras esperanzas, y para ofrecernos un futuro mejor y eterno. Digámosle en oración: R/ Señor, tú eres nuestra esperanza.
Señor Dios nuestro, tú nos amas y por eso esperas que hagamos visibles a todos tu bondad y justicia. Esperamos que tu Hijo permanezca con nosotros para que tus expectativas y las nuestras se hagan realidad, ahora y por los siglos de los siglos.
Esperando en
Tensión
“Estén erguidos, mantengan alta su cabeza”. Éste es el mensaje que
el Señor nos comunica en este Primer Domingo de Adviento. Hay hoy guerras civiles terroríficas, hambre en muchas partes del mundo, y hay millones de refugiados que buscan seguridad. Y sin embargo
el Señor nos tranquiliza diciendo que deberíamos mantener bien altas nuestras expectativas y nuestra esperanza., porque él está todavía con nosotros y cerca de nosotros. –
Estemos atentos a su presencia no sólo aquí en la eucaristía, sino también en la vida de cada día.
2.
Vigilantes, Pero no con Miedo
Mucha gente en el mundo está sentada en la oscuridad del hambre,
del sufrimiento, de la violencia. Y a pesar de ello, si somos Pueblo de Dios, mantenemos indestructible la esperanza de que la verdad, la bondad y la justicia prevalecerán un día, porque
creemos que Cristo nuestro Señor ha venido y vive entre nosotros. Luchamos, sabemos que el camino es escabroso, pero el Señor viene con nosotros y nos dice: Ven conmigo, sirve conmigo, ama
conmigo, comparte y date a ti mismo conmigo, y así tú serás mejor, y la Iglesia y el mundo serán también mejores.
AYÚDANOS A ACOGER A CRISTO
Hoy comenzamos un nuevo año litúrgico, con la esperanza de crecer en los misterios de Dios a lo largo de este tiempo, pidamos al Padre que nos ayude a preparar nuestro corazón para recibir a Cristo diciendo:
R.- AYÚDANOS A ACOGER A CRISTO
1. – Te pedimos por la Iglesia, para que sea fiel a Cristo en el anuncio de la Palabra y la acogida de los hombres necesitados de Él.
OREMOS
2. – Te pedimos por los pueblos de misión para que la Palabra sea acogida en los corazones de los hombres que buscan la salvación.
OREMOS
3. – Te pedimos por los que sufren: los enfermos, los pobres, los marginados, los inmigrantes y todos aquellos necesitados de este mundo para que encuentren una mano generosa que los atienda y les ayude a salir de su situación.
OREMOS
4.- Te pedimos por aquellos que aún no han descubierto a Cristo, para que, en este momento de esperanza, Cristo se haga presente en sus corazones.
OREMOS
5. – Por los matrimonios cristianos, para que sean acogedores y generosos en el amor, entre ellos y hacia los demás.
OREMOS
6. – Por todos nosotros, para que este camino de Adviento que hoy empezamos nos conduzca a encontrarnos con Cristo en el pesebre de nuestro corazón.
OREMOS
Padre, tu pueblo está expectante ante la llegada de tu Hijo, ayúdanos a prepararnos para que el encuentro con Él sea gozoso y pleno.
Te lo pedimos por Él que contigo vive y reina por los siglos de los siglos Amén
AYÚDANOS A ESTAR VIGILANTES
Elevamos nuestras oraciones al Señor, que por medio de Jesucristo nos llama a participar de la vida, y le decimos:
R.- AYÚDANOS A ESTAR VIGILANTES
1 - Por el Papa Francisco, que con su fe y su sabiduría, está demostrando la pujanza universal de la Iglesia
OREMOS
2. - Por los obispos, los sacerdotes, diáconos, ministros y todos aquellos que trabajan en la Iglesia por el bien de sus hermanos.
OREMOS
3. – Por los gobernantes, los políticos, los profesores, los periodistas y los artistas para que su trabajo coincida con la esperanza que trae el Adviento.
OREMOS
4. - Por los pobres, los marginados, los tristes, los que están solos, para que todo el pueblo de Dios los tenga en cuenta en estos días que, jubilosos, esperamos al Señor.
OREMOS
5.- Por todos aquellos que son prisioneros del consumismo, de la adoración al dinero, del egoísmo y de la insolidaridad hacia los hermanos, para que el Niño que esperamos les traiga pobreza en el espíritu
OREMOS
5. - Por los organismos internacionales y sus dirigentes, para que luchen sin descanso en pro de la paz, el amor y la libertad para todos los pueblos de la tierra.
OREMOS
7.- Por los que hemos venido a esta Eucaristía y así festejar el Primer Domingo de Adviento y por aquellos que no pudieron y no quisieron venir, para que la esperanza inunde los corazones de todos.
OREMOS
Acepta Padre nuestras súplicas humildes y confiadas que te dirigimos hoy al iniciarse el tiempo de Adviento
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén
Madre del cielo, líbranos de todo temor que nos paraliza, nos frena, y nos impide dejarnos llevar por las inspiraciones del Espíritu Santo. Danos tu “Sí”, el Sí fiel, confiado, que se presta y que se compromete, para así poder llenar este mundo del amor del Padre, empezando por los últimos.
Que de tu mano abracemos la voluntad de Dios, dejándole a Él toda duda paralizante, confiando en que nuestro “sí” dará frutos y aumentará la esperanza en un mundo más sano y justo.
Padre Eterno, al ofrecerte este misterio, rezamos por las virtudes de la humildad y la pureza de corazón, para que nos podamos volver como María y decir:
“Yo soy la servidora del Señor; hágase en mí lo que has dicho”.
Sea la intención de nuestra oración, al contemplar este primer misterio que se nos ofrece a la meditación, además de dar gracias continuamente, un esfuerzo, en verdad sincero y leal, de humildad, de pureza, de caridad, virtudes de las que nos da tan alto ejemplo la Virgen bendita.
Madre del encuentro, hoy necesitamos que nos vengas a visitar a nuestra casa, como lo hiciste con tu prima Isabel. Como ocurrió en aquel encuentro gozoso, que podamos compartir nuestras alegrías más entrañables.
Que tu Presencia renueve nuestros hogares, que por momentos parecen haberse olvidado de ti. Y que juntos podamos dar gloria a Dios por las maravillas que hace en nosotros, tan pequeños, tan necesitados de su brazo fuerte con el cual levanta a todos los caídos, de su misericordia que nos acompaña de generación en generación.
Padre Eterno, al ofrecerte este misterio, rezamos para tener Caridad en nuestros corazones, para que podamos ser visitados por la Reina del Cielo y recibir el fuego ardiente de la Caridad, para que así te podamos adorar y también amar al prójimo.
Bello es confundirse durante las diez avemarías del misterio con tantas y tantas almas, unidas por vínculos de sangre, o domésticos, en una relación que santifica y por lo mismo consolida el amor de las personas amadas: con padres e hijos, hermanos y parientes, vecinos y compatriotas. Todo esto, con la finalidad y el propósito vivido de sostener, aumentar y hacer más viva la presencia de la caridad con todos, cuyo ejercicio proporciona la alegría más profunda y es el mayor honor de la vida.
María Madre de Dios, tú que llevaste en tu seno a Jesús, ayúdanos a confiar en que, impulsados por el Espíritu Santo, podremos colaborar con el reino que tu Hijo inauguró en este mundo. Un reino de luz en medio de la oscuridad, de justicia en medio de tantos atropellos, de gozo en medio de tantos dolores.
San José, tú que supiste cuidar de la Sagrada Familia, intercede ante el Padre para que podamos ser custodios de las personas y de toda la creación; que podamos ser pesebre, y así albergar en nuestro entorno al Salvador del mundo.
Padre Eterno, al ofrecerte este misterio, reconocemos a Jesús como el Rey de Reyes, nuestro Señor y Salvador, rezamos por todos los que no conocen al Señor para que vengan a la fuente de la Salvación. Señor Jesús, nace en todos los corazones y entrona tu reino.
En este misterio no quede una sola rodilla sin doblarse ante la cuna, en gesto de adoración. Nadie se quede sin ver los ojos del divino Niño que miran lejos, como queriendo ver, uno a uno, todos los pueblos de la tierra. Van pasando uno a uno ante su presencia, como en una revista, y los reconoce a todos: hebreos, romanos, griegos, chinos, indios, pueblos de África, de cualquier región de la tierra, o época de la historia. Las regiones más distantes y desérticas, las más remotas e inexploradas; los tiempos pasados, el presente, y los tiempos por venir.
María madre del consuelo, ayúdanos a presentar a tu Hijo en el templo de los corazones de las personas que tenemos a nuestro alrededor: ancianos, enfermos, otros sin fuerzas para seguir y también muchos enojados, llenos de ira y rencor. Que ninguna vida quede sin sentido, olvidada, ignorada. Que, guiados por el Señor de la vida, podamos celebrar todo fin con la esperanza de un nuevo comienzo.
Padre Eterno, al ofrecerte este misterio, rezamos para que nos podamos volver como niños, porque el Reino de los Cielos les pertenece a ellos. Señor tu nos diste nuestra madre celestial en la cruz cuando le dijiste a Juan, ” Ahí esta tu madre”. Te aceptamos madre María como nuestra madre y rezamos para que tu nos enseñes, guíes, ayudes, nutras y prepares para ser dignos de estar en la Presencia del Señor.
Jesús, en brazos de su madre, es presentado al sacerdote, y extiende sus brazos hacia delante. Es el encuentro de los dos Testamentos. Él, gloria del pueblo elegido, hijo de María, está dispuesto a ser “luz y revelación de las gentes”. Está presente y ofrece también san José, que participa por igual en el rito de las ofrendas legales de rigor.
Madre de la esperanza, nadie mejor que tú para comprender el dolor de la ausencia. Pero tú supiste guardar todo en tu corazón. Tú no perdiste la fe, sino que gracias a ella te mantuviste en pie y la compartiste con los primeros discípulos. Te pedimos que nos regales tu fe.
Que cuando sintamos que perdimos todo, tomados de tu mano, creamos en tu Hijo. Él se esconde de nuestra vista para ser encontrado en el templo que es cada persona, en el templo de la vida comunitaria, en el templo de la creación.
Padre Eterno, al ofrecerte este misterio, rezamos para que vivamos
nuestras
vidas en conformidad con el Evangelio, puesto que somos templos del Espíritu
Santo, rezamos para que Tu nos ayudes a encontrarte al practicar las virtudes y aspirar a ser santos. Que podamos descubrirte Señor al vivir con paciencia, fe, esperanza, amor, humildad,
mansedumbre, caridad, paz, generosidad, fidelidad y control propio.
Ésta, que es la quinta decena, última de los misterios gozosos, reservémosla, con una intención especialísima, a favor de todos aquellos que han sido llamados por Dios –por su capacidad natural, por circunstancias de la vida, por voluntad de sus superiores- al servicio de la verdad: en la investigación o la enseñanza, difundiendo el saber antiguo, o las técnicas nuevas, mediante libros o técnicas audiovisuales. Todos ellos están llamados a imitar a Jesucristo: los intelectuales, profesores, periodistas. Todos, especialmente los periodistas, a quienes incumbe diariamente la tarea peculiarísima de hacer honor a la verdad, deben transmitirla con religiosa escrupulosidad, con agudo buen sentido, sin distorsionarla ni desfigurarla con fantasías.
Si, sí, recemos por todos ellos: recemos por ellos, sean sacerdotes o seglares; para que sepan escuchar la verdad; y cuánta pureza de corazón se necesita para que sepan comprenderla; y cuánta humildad íntima de pensamiento es necesaria para que sepan defenderla, ya que desde entonces se hace inevitable la obediencia, que fue la fuerza de Jesús, y es la fuerza de los santos. Sólo la obediencia obtiene la paz, es decir, la victoria.
Jesús, tú que experimentaste el dolor del abandono de los tuyos, mira nuestros corazones que tantas veces se sienten decepcionados y traicionados por aquellos de quienes esperamos recibir amor.
Enséñanos a unir nuestro dolor al Tuyo, para que podamos responder contigo y como Tú: confiando en Dios, nuestro Padre, confirmar nuestro deseo de construir tu Reino. Madre de todo consuelo: tú que fuiste fuerza para Jesús en su agonía, no dejes de acompañarnos en nuestros desánimos.
Con ánimo conmovido se vuelve una y otra vez sobre la imagen de Jesús en la hora y el lugar del supremo abandono. “Y sudó como gruesas gotas de sangre, que corrían hasta la tierra”. Pena íntima en su alma, amargura insondable de su soledad, decaimiento en el cuerpo abrumado. Su agonía no se precisa sino por la inminencia de la pasión que Jesús, a partir de ahora, ya no ve lejana, ni siquiera próxima, sino presente.
La escena de Getsemaní nos conforta y anima a realizar un esfuerzo voluntario de aceptación. La aceptación incondicional del sufrimiento, cuando es Dios quien lo quiere o permite: “No se haga mi voluntad, sino la tuya”. Palabras que desgarran y curan, porque enseñan a qué grado de fervor puede y debe llegar el cristiano que sufre, unido a Cristo que sufre. Ellas nos dan, como en última pincelada, la certeza de méritos inefables, el merecimiento de la vida divina para nosotros, vida palpitante hoy en nosotros por la gracia, mañana en la gloria.
En este misterio se presenta ante nuestra mirada una intención particular: “la preocupación por todas las Iglesias”. Solicitud que impulsa con apremio la oración diaria del Santo Padre, como el viento que azotaba el lago de Genesaret, “viento contrario”. Pensamiento anhelante en las situaciones más comprometidas de su altísimo ministerio pastoral. Preocupación por la Iglesia, que esparcida por la redondez de la tierra, sufre unida a él, y él, por su parte, unido a ella, presente en él y sufriendo con él. Afán dolorido por tantas almas, porciones enteras del rebaño de Cristo, sujetas a persecución, sin libertad de creer, de pensar, de vivir. “¿Quién desfallece que no desfallezca yo?”
“Participar en el dolor del prójimo, padecer con quien padece, llorar con quien llora” es un beneficio, un mérito para toda la Iglesia. La “comunión de los santos” es este tener en común, todos y cada uno, la Sangre de Cristo, el amor de los santos y de los buenos, y, también, Dios mío, nuestros pecados, nuestras debilidades. ¿Se piensa lo suficiente en esta “comunión”, que es unión, y, como diría Jesucristo, casi unidad, “que sean uno”? La cruz del Señor no sólo nos eleva a nosotros, sino que atrae a las almas. Siempre. “Y yo, cuando fuere levantado de la tierra, atraeré todos a mí”. Todo. A todos
Padre Eterno, al ofrecerte este misterio, rezamos para que podamos sentir dolor por nuestros pecados, rezamos por la conversión del mundo entero. Enséñanos Señor a rezar y a aceptar siempre tu Divina Voluntad. “Que se haga tu voluntad y no la mía”
Dios te salve María, llena eres de Gracia; El Señor es contigo. En la Agonía del Señor en Getsemaní bendita tu Eres entre todas las mujeres y bendito es es fruto de tu vientre Jesús. Santa María Madre de Dios, madre mía, ruega por nosotros los pecadores para que nos convirtamos, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amen.
Madre de los dolores, tú que recoges la Sangre de Jesús y le das ánimo para que cumpla la voluntad de su Padre, sigue volcando toda tu ternura en nuestros hermanos que son víctimas de abusos y de violencia. Enséñanos a reconocer a Jesús en ellos, y a no ser caer en la locura ciega de la indiferencia.
La flagelación del Señor
El misterio trae al recuerdo del suplicio despiadado de latigazos innumerables sobre los miembros santos e inmaculados del Señor.
El hombre es cuerpo y alma. El cuerpo está sujeto a tentaciones humillantes. La voluntad, más débil aún, puede ser arrastrada fácilmente. Se hallará en el misterio una llamada a la penitencia saludable, que lo es porque implica y causa la verdadera salud del hombre, al ser higiene del vigor corporal y juntamente confortación en orden a la salvación espiritual.
De aquí se desprende una valiosa enseñanza para todos. No estaremos llamados al martirio sangriento; pero a la disciplina constante y a la diaria mortificación de las pasiones, sí. Por este medio, verdadero “via crucis” de cada día, inevitable, indispensable, que en ocasiones puede incluso llegar a ser heroico en sus exigencias, se llega paso a paso a una semejanza cada vez más estrecha con Jesucristo, a la participación en sus méritos, a la ablución por su sangre inmaculada de todo pecado en nosotros y en los demás. No se llega a esto por fáciles exaltaciones, fanatismo, ojalá inocente, jamás inofensivo.
La Madre, dolorida, lo vio así de flagelado. Pensemos con qué amargura. Cuántas madres querrían poder gozar del éxito en la perfección de sus hijos, dispuestos, iniciados por ellas en la disciplina de una buena educación, en una vida sana, y en cambio tienen que llorar la pérdida de tantas esperanza, el dolor de que tantos afanes se hayan perdido.
En las Avemarías del misterio pediremos al Señor el don de la pureza de costumbres en la familia, en la sociedad, particularmente para los corazones jóvenes, los más expuestos a la seducción de los sentidos. Y juntamente pediremos el don de la firmeza de carácter y de la fidelidad a toda prueba a las enseñanzas recibidas, a los propósitos hechos
Padre Eterno, al ofrecerte este misterio, rezamos para que nos concedas las gracias de la pureza y castidad de acuerdo a nuestro estado de vida. Rezamos para que nos perdones los pecados cometidos en nuestros cuerpos que son tu templo, y te pedimos que nos perdones y perdones toda la humanidad.
Dios te salve María, llena eres de Gracia; El Señor es contigo. En la Flagelación bendita tu Eres entre todas las mujeres y bendito es es fruto de tu vientre Jesús. Santa María Madre de Dios, madre mía, ruega por nosotros los pecadores para que venzamos la carne, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amen.
Señor Jesús, tú que supiste llevar el dolor sin condenar, ayúdanos a vivir este tiempo con comprensión hacia nuestros hermanos. La pandemia nos ha puesto en lugares que no esperábamos y nuestra fragilidad se ha presentado con rostros nuevos. Señor, en tu actitud frente a la humillación, descubrimos el camino a seguir.
La contemplación del misterio se orienta de modo particular hacia aquellos que llevan el peso de graves responsabilidades en la sociedad. Es, en efecto, el misterio de los gobernantes, legisladores, magistrados. Sobre la cabeza de Cristo, rey, una corona de espinas. Sobre la de ellos también otra corona, innegablemente aureolada de dignidad y excelencia, símbolo de una autoridad que viene de Dios y es divina, pero que lleva en su urdimbre elementos que pesan y punzan, y causan perplejidad, y llegarán incluso a la amargura. Espinas y disgustos, en suma. Sin hablar del dolor que causan las desgracias y culpas de los hombres cuando se les ama tanto y se tiene el deber de representar ante ellos al Padre celestial. Entonces el mismo amor llega a ser, como para Jesucristo, una corona de espinas con que corazones duros hieren la cabeza de quien les ama.
Es el misterio cuya contemplación se ajusta mejor a aquellos que llevan el peso de graves responsabilidades en el cuidado de las almas y en la dirección del cuerpo social; por tanto, el misterio de los Papas, se los Obispos, de los Párrocos; el misterio de los gobernantes, de los legisladores, de los magistrados. También sobre su cabeza hay una corona en la cual está, sí, una aureola de dignidad y de distinción, pero que por ello mismo pesa y punza, procura espinas y disgustos. Donde está la autoridad no puede faltar la cruz, a veces de la incomprensión, la del desprecio, o la de la indiferencia y la de la soledad.
Podría ser otra aplicación del misterio pensar en la grave responsabilidad de quien por haber recibido más talentos, está por ello mismo, más obligado a hacerlos fructificar con abundancia, mediante el ejercicio constante de sus facultades, de su inteligencia. El servicio del pensamiento, quiero decir, lo que se espera de quien está mejor dotado, como luz y guía de los demás, debe prestarse con paciencia serena, rechazando tentaciones de orgullo, de egoísmo, del distanciamiento que destruye.
Padre Eterno, al ofrecerte este misterio, rezamos para que nos ayudes a vencer el materialismo de nuestras vidas. Nos hemos aferrado a tantas cosas visuales y temporales que hemos menospreciado tu llamado. Concédenos aferrarnos solamente a tu Sacratísimo Corazón.
Dios te salve María, llena eres de Gracia; El Señor es contigo. En la Coronación de espinas bendita tu Eres entre todas las mujeres y bendito es es fruto de tu vientre Jesús. Santa María Madre de Dios, madre mía, ruega por nosotros los pecadores para que venzamos al mundo, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amen.
Jesús, Tú que en camino al Calvario fuiste ayudado por Simón de Cirene, ayúdanos a reconocerte en todo el que sufre, en los condenados por la justicia humana, en los descartados por la sociedad, en los que sufren violencia e injusticia. Que sintamos sus cargas como propias, y que nos sepamos responsables de ayudarles a cargarlas.
La vida humana es un continuo caminar, largo y pesado. Siempre hacia arriba, por la cuesta áspera, por los pasos marcados a todos en el monte. En este misterio Jesucristo representa al género humano. ¡Ay, de nosotros si su cruz no fuera para nosotros! El hombre, tentado de egoísmo o de dureza, sucumbiría en el camino, tarde o temprano Contemplando a Jesucristo que sube al Calvario, aprendemos, antes con el corazón que con la mente, a abrazarnos y besar la cruz, a llevarla con generosidad, con alegría, según las palabras del Kempis: “En la cruz está la salvación, en la cruz la vida, en la cruz está la defensa contra los enemigos, en ella la infusión de una suavidad soberana”.
¿Y cómo no extender nuestra oración a María, la Madre dolorosa que siguió a Jesús, con un espíritu de total participación en sus méritos, en sus dolores?
Que el misterio haga pasar ante nuestra mirada el espectáculo inenarrable de tantos seres atribulados: huérfanos, ancianos, enfermos, minusválidos, prisioneros, desterrados. Pidamos para todos ellos la fuerza, el consuelo capaz de dar esperanza. Repitamos con ternura, y, ¿por qué no?, con alguna lágrima escondida: “Salve, cruz, única posible esperanza”.
Padre Eterno, al ofrecerte este misterio, rezamos para que aprendamos a aceptar tu Santa Voluntad y para cargar tu cruz diariamente. Rezamos para que nos des la Virgen María como nuestro Cirineo para que nos ayude a llevar la cruz al Calvario.
Dios te salve María, llena eres de Gracia; El Señor es contigo. En el camino la cruz bendita tu Eres entre todas las mujeres y bendito es es fruto de tu vientre Jesús. Santa María Madre de Dios, madre mía, ruega por nosotros los pecadores para vencer a Satanás haciendo la voluntad de Dios, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amen.
Madre, tú que estuviste a los pies de la Cruz y acompañaste a Jesús en su último suspiro; hazte presente hoy en las camas de los moribundos, de las familias que no pueden acompañarlos, de quienes sienten probada su fe. Tómanos de la mano como hiciste con San Juan, para que aprendamos a esperar y a caminar contigo.
“La vida y la muerte se abrazaron en un duelo sublime”. La vida y la muerte representan los puntos clave y resolutivos del sacrificio de Cristo. Con su sonrisa de Belén, que prende en los labios de todos los hombres en el alba de su aparición sobre la tierra; y su deseo y último en la cruz, que unió al suyo todos nuestros dolores para santificarlos, que expió todos nuestros pecados, cancelándolos al fin, he ahí la vida de Jesús entrando en la nuestra. Y María está junto a la cruz, como estuvo junto al Niño en Belén. Supliquémosle a ella que es madre; pidámosle que también ella interceda por nosotros “ahora y en la hora de nuestra muerte”.
Vida y muerte representan los dos puntos preciosos y orientadores del sacrificio de Cristo: desde la sonrisa de Belén que quiere abrirse a todos los hijos de los hombres en su primera aparición
en la tierra, hasta el suspiro final que recoge todos los dolores para santificarnos, todos los pecados para borrarlos. Y María está junto a la cruz, como estaba junto al Niño de Belén. Recemos a
esta piadosa Madre a fin de que Ella misma ruegue por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte.
Aquí está iluminado también el gran misterio de los pecadores obstinados, de los incrédulos, de aquellos que no recibieron ni recibirán la luz del Evangelio, que no sabrán darse cuenta de la
sangre vertida por ellos también, por el Hijo de Dios.
Pensando en esto de la oración se sumerge en un deseo magnánimo, en una vehemencia reparadora, en un horizonte mundial de apostolado. Y se pide, con gran fervor, que la preciosísima Sangre derramada por todos los hombres, dé al fin, y les dé a todos ellos, conversión y salvación. Que la sangre de Cristo sea para todos arras y prenda de vida eterna.
Padre Eterno, al ofrecerte este misterio, venimos al Calvario con nuestras cruces, las cuales tu nos has dado en los sufrimientos, pruebas, malentendidos, limitaciones y enfermedad. Rezamos para que tu aceptes nuestro ofrecimiento, mientras crucificamos nuestra voluntad, nuestras pasiones, y las tentaciones del mundo, el demonio y la carne. Unenos O Señor Jesucristo a tu Preciocísima Sangre, ten Misericordia de nosotros y del mundo entero.
Madre de la esperanza, enséñanos a dejarnos encontrar por Cristo Resucitado, y a escucharle mientras nos explica las Escrituras de nuestra vida. Que sepamos reconocerlo cuando parte el pan, y que nos impulse a correr junto a nuestros hermanos, para anunciar con ellos su Reino.
Padre Eterno, al ofrecerte este misterio, rezamos para que la Luz de la Resurrección brille en nuestras almas renovándonos diariamente con el Espíritu Santo. Señor aumenta nuestra fe.
Dios te salve María, llena eres de Gracia; El Señor es contigo. En la Resurrección bendita tu Eres entre todas las mujeres y bendito es es fruto de tu vientre Jesús. Santa María Madre de Dios, madre mía, ruega por nosotros los pecadores, aumenta nuestra fe, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amen.
Jesús, ayúdanos a sentirnos responsables de nuestros hermanos y de nuestra Casa Común. Que podamos caminar confiando que Tú nos miras desde la diestra del Padre, y que contigo todo lo podemos.
Padre Eterno, al ofrecerte este misterio, rezamos para tener confianza en Jesús quien ha ascendido a los cielos para interceder por nosotros y para preparar un lugar para nuestras almas. Concédenos Señor que siempre podamos confiar en Ti con la gracia de la Esperanza.
Dios te salve María, llena eres de Gracia; El Señor es contigo. En la Ascensión bendita tu Eres entre todas las mujeres y bendito es es fruto de tu vientre Jesús.
Santa María Madre de Dios, madre mía, ruega por nosotros los pecadores, aumenta nuestra confianza en Dios, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amen.
Espíritu Santo, junto con María, deseamos que tomes el control de nuestras vidas. Queremos ser dóciles a tus inspiraciones, convencidos de que Jesús quiere hacer obras grandes por medio de nosotros.
Que ante la misión no nos preguntemos si podemos o no podemos, sino si Tú lo quieres, porque sabemos que Tú eres toda nuestra fuerza.
Padre Eterno, al ofrecerte este misterio, rezamos para que la pequeña llama de amor que pusiste en nuestros corazones en el bautismo pueda crecer constantemente, para así adorarte y amar a nuestro prójimo. Ungenos Señor con el fuego de tu Amor Divino, purifícanos, sánanos, bendícenos y santifícanos con el poder de tu Espíritu Santo.
Dios te salve María, llena eres de Gracia; El Señor es contigo. En el Descenso del Espíritu Santo bendita tu Eres entre todas las mujeres y bendito es es fruto de tu vientre Jesús.
Santa María Madre de Dios, madre mía, ruega por nosotros los pecadores, aumenta nuestro amor, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amen.
Madre, tú que fuiste mujer de un carpintero y sabes lo que significa comer del trabajo cotidiano, mira ahora a todos nuestros hermanos que sufren por la pérdida de su trabajo, que viven en condiciones precarias, que tienen sus negocios a punto de quebrar.
Tú que has sido llevada al cielo, habla al Padre de nuestras necesidades y de nuestros dolores. Sostén a quienes desesperan por no tener pan para llevar a sus casas, y abre los ojos a quienes pueden hacer algo por ellos.
Padre Eterno, al ofrecerte este misterio, rezamos para que podamos tener gran amor por la Virgen María. Reconocemos su dignidad como la hija perfecta de Dios el Padre, la madre de Dios el Hijo y la esposa celestial de Dios el Espíritu Santo.
Virgen María, ayudanos a crecer en humildad, pureza, fe, esperanza, amor, caridad, obediencia, desapego a lo terrenal, prudencia, silencio, paciencia, oración y contemplación.
Dios te salve María, llena eres de Gracia; El Señor es contigo. En la Asunción bendita tu Eres entre todas las mujeres y bendito es es fruto de tu vientre Jesús.
Madre, Reina del cielo y Madre nuestra, tú sabes cuántas veces nos distraemos y no dedicamos tiempo a quienes más queremos. Tú conoces los ruidos que crean interferencias en las relaciones que para nosotros son más importantes.
Mira ahora a nuestras familias, y tómanos de tu mano para que este tiempo sea un momento de conversión familiar, donde aprendamos a ponerlos a ellos en primer lugar.
Padre Eterno, al ofrecerte este misterio, rezamos para mantener nuestros ojos espirituales siempre fijos en las cosas del cielo, rezamos para que el Reino de los Cielos sea entronado en nuestros corazones los cuales abrimos a Jesús y María. Concédenos la perseverancia final.
Dios te salve María, llena eres de Gracia; El Señor es contigo. En tu Coronación bendita Eres entre todas las mujeres y bendito es es fruto de tu vientre Jesús.Santa María Madre de Dios, madre mía, ruega por nosotros los pecadores para que tengamos santo temor de Dios y perseveremos, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amen.
Gracia de nuestro Bautismo
Padre Eterno, al ofrecerte este misterio, rezamos por la gracia de una profunda conversión. En nuestro Bautismo hemos recibido la luz de Cristo en nuestros corazones, que pueda su Gracia renovarnos constantemente y también alcanzar a aquellos que no han sido bautizados y no le conocen. La Santísima Trinidad estuvo presente en este misterio, como un signo del gozo de Dios por todos sus hijos cuando son bautizados y se vuelven miembros del cuerpo de Cristo.
Con San Juan el Bautista, seamos transformados al decir "Yo tengo que disminuir mientras el Señor tiene que aumentar"
Dios te salve Maria, llena eres de Gracia, el Señor está contigo en el Bautismo del Señor. Bendita seas entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre Jesús.
Santa María, madre de Dios, nuestra madre. Ruega por nosotros los pecadores para que abramos nuestros corazones con humildad y perseverancia a las gracias del Bautismo, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Señor, El Bautismo nos restaura y nos abre las puertas a una nueva vida, la de la Iglesia. Pero las puertas de las Iglesias que concurríamos están cerradas y algunos llevamos varias semanas encerrados en nuestras casas por el coronavirus.
Otros llevamos años espiritualmente encerrados por otros virus que nos han enfermado el cuerpo, el alma y/o el corazón. Anhelamos empezar de nuevo, volver a socializar, pero en verdadera comunión. Queremos regresar a los parques, a las plazas, a las calles, a las parroquias.
Pero no queremos volver a lo mismo, como si nada hubiese pasado. Ayúdanos a descubrir la fraternidad que brota del bautismo y, confiados en nuestro Padre, promover la solidaridad entre nuestros hermanos y hermanas, una nueva solidaridad universal.
Confianza en el poder de Dios, Fe en la intercesión de la Virgen María
Padre Eterno, al ofrecerte este misterio, rezamos en agradecimiento por revelarnos el poder de tu Hijo Nuestro Señor Jesucristo. Tal como Jesús transformó el agua en vino, rezamos para que seamos transformados por tu luz a través de la intercesión de la Virgen María.
María le dijo a Jesús: Ellos no tienen mas vino, el Señor respondió haciendo este, su primer milagro. Cuando ponemos nuestra fe en la intercesión de nuestra Madre Celestial, tenemos una forma segura de recibir milagrosamente del Señor.
También rezamos en este misterio por la bendición de todas las familias, puesto que Jesús y María se complacen en el Sacramento del Matrimonio.
Dios te salve Maria, llena eres de Gracia, el Señor está contigo en el Milagro de las Bodas de Caná. Bendita seas entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre Jesús.
Santa María, madre de Dios, nuestra madre. Ruega por nosotros los pecadores para que confiemos en el poder de Jesús a través de tu intercesión, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Madre de Caná, tú sabes lo que anhelamos: los reencuentros, los festejos, las celebraciones familiares. Contemplando tu presencia en aquellas bodas te pedimos que renueves nuestra confianza en ti.
Que veamos las necesidades de nuestros hermanos y nos sintamos comprometidos con ellas. Que contigo las presentemos a Jesús, para que transforme nuestra agua en vino.
Fe en la palabra de Dios
Padre Eterno, al ofrecerte este misterio, abrimos nuestros corazones a las enseñanzas de tu Hijo, nuestro Señor JesuCristo, la Palabra de Dios encarnada. Venimos en nuestra oscuridad para ser iluminados por la luz de Cristo, quien dice "Yo soy la luz del mundo".Venimos en nuestro vacío para llenarnos de su Sabiduría, confesamos nuestro pecado y rezamos por la gracia de ser transformados por sus palabras y volvernos santos.
Dios te salve Maria, llena eres de Gracia, el Señor está contigo en la Proclamación del Reino de los Cielos. Bendita seas entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre Jesús. Santa María, madre de Dios, nuestra madre. Ruega por nosotros los pecadores para que hagamos de la Palabra de Dios nuestra casa, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Jesús, sabemos que tu Reino no es de este mundo y que el mismo está creciendo en medio de nosotros como la semilla de mostaza. Ayúdanos a reconocerlo y a ser colaboradores tuyos. Que el Reino sea nuestro horizonte hacia el cual nos animemos a caminar con otros para construir un mundo según tu Corazón.
Reconocimiento de la Divinidad de Cristo - Transformación en la semejanza de Cristo
Padre Eterno, al ofrecerte este misterio, rezamos para que la luz de Cristo transforme nuestras vidas, levantándonos del polvo de nuestra existencia humana a la luz de la divinidad.
Luchamos con San Pablo para llevar una vida santa y para decir con él, "No soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mi".
Con San Pedro nos regocijamos en la vida espiritual y decimos "Señor, es tan bueno estar aquí".
Dios te salve Maria, llena eres de Gracia, el Señor está contigo en la Transfiguración. Bendita seas entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre Jesús.
Santa María, madre de Dios, nuestra madre. Ruega por nosotros los pecadores para que seamos transformados en la semejanza de Cristo, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Señor, necesitamos que nos reveles tu Rostro Transfigurado. Mira a quienes desesperan y se han cansado ya de esta crisis. Necesitamos recordar tu presencia transfigurada, y saber que Tú eres Señor de la vida y de la historia.
Gran fervor por la comida de nuestras almas
Padre Eterno, al ofrecerte este misterio, te agradecemos por proveernos con nuestro pan diario espiritual, la luz de nuestras almas. Rezamos para que podamos sentir hambre por la Sagrada Eucaristía y altísima reverencia por la Presencia de tu Hijo, Emmanuel, El pan de la vida, Dios con nosotros en el Sacrificio de la Santa Misa.
Rezamos por adoración al Santísimo Sacramento, la Presencia Eucarística de Jesús: carne, sangre, alma y divinidad en el pan y vino consagrados.
Rezamos por todos los sacerdotes para que sean santos, por la digna recepción de este Santo Sacramento con la preparación de los fieles a través de una buena confesión. Rezamos por el esparcimiento del Reino Eucarístico a través del mundo para que transforme los hijos de Adán en Hijos de Dios.
Dios te salve Maria, llena eres de Gracia, el Señor está contigo. En el Bautismo del Señor bendita seas entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre Jesús.
Santa María, madre de Dios, nuestra madre. Ruega por nosotros los pecadores para que vengamos dignamente a este banquete que has preparado para nosotros, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Jesús Eucaristía, nunca como en este tiempo nos ha faltado tu presencia Eucarística, y hemos anhelado reunirnos alrededor de ese pan partido para todos. ¡Qué alegría será, Señor, cuando podamos volver a vivir estos momentos juntos, y nos abracemos para compartir ese gozo que solo tú puedes dar!
Nos sentimos cercanos a todos aquellos que no pueden vivir esta alegría porque son perseguidos. Solo ahora entendemos completamente su sufrimiento. Señor, ofrécete hoy por nosotros y con nosotros. Gracias Señor, porque en el pan partido nos haces, hoy más que nunca, hermanos.
MISTERIOS GOZOSOS :
1- Señor quiero servirte siempre
2-Señor,verdadero amor al projimo
3-Señor hazme pobre de Espiritu
4-Señor ayudame a cumplir Tu ley
5-Señor que nunca te pierda
Misterios Dolorosos :
1-Señor que siempre ame Tu Voluntad
2-Señor enseñame a Ser mortificado
3-Señor frena mi soberbia
4-Señor Ayudame a llevar con amor Mi cruz
5- Señor concedeme morir en Tu gracia
Misterios Gloriosos :
1-Señor Salvame
2-Señor llevame al cielo
3- Señor derrama siempre Tu Espiritu en Mi
4- Señora bajo Tu amparo Me acojo
5-Señora Se siempre Mi Reina
Misterios Luminosos :
1-Señor que Imite tanto a Jesus que llegue a complacerte
2- Señor que Este atento a las necesidades de los demas
3-Señor quiero seguir siempre Tus caminos,Ayudame a lograrlo
4-Señor Es bueno Esttar siempre contigo
5-Sangre de Cristo Embriagame