Día 9: María, Madre, tú sembrabas confianza en torno a ti, sabías contar con sencillez tus cosas y estabas siempre
abierta al diálogo: enséñame a tener más confianza con los que me rodean y a escucharlos con amor e interés.
Te ofrezco: tratar de dar conversación a mis familiares.
Meditación: María nos aconsejó en las bodas de Caná, “Haced lo que El os diga (Juan 2,5), y nos lo vuelve a dictar. ¿Qué quiere Cristo de mi?. ¿Lo podemos seguir cuando nos dice “deja
todo y sígueme?.
“Hijo, ¿por qué nos haz hecho esto?” (Lucas 2,48). Cristo tenía que mostrarnos ante todo más el amor a Dios que el de la familia. ¡Pero cuántas veces abandonamos a nuestra Madre por
amores, caprichos, vanidades y miedos!.
Oración: ¡Oh dulce consejera del alma, oh hermosa Esclava!. Entrega a Dios nuestra alma para que se haga santa, que abramos nuestros oídos y seamos hijos solícitos. Amén.
Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).
Florecilla para este día: Ser un verdadero Cristo al aconsejar a mi hermano.
Orquídea
Mes de mayo
Día 9
Así como la luna refleja la luz del sol, así Tú María reflejas la luz de Dios.
El brillo de tus virtudes es la luz de Dios en Ti, y que a través de Ti nos ilumina también a nosotros.
La luz de Dios es cegadora, más que la luz del sol. Pero cuando esa luz nos llega a través de Ti, es luz cálida que no hiere los ojos, es suave y dulce.
Tu luz maternal ilumina las noches de nuestra vida haciéndonos llegar a través de Ti la ternura de Dios que endulza nuestras penas y pacifica nuestros corazones.
Es el nuestro un mundo convulso, lleno de inseguridades, oscurecido por las negras sombras del hambre y de la injusticia, amedrentado por la permanente amenaza del monstruo de la guerra, sometido a la tiranía de los odios, de los deseos de venganza, de las luchas de poder y donde proliferan la mentira, la calumnia, la difamación, las rivalidades y la falta de humanidad.
Es como si la luz de Dios hubiese sido ocultada por oscuros y amenazantes nubarrones.
¡Madre, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos y muéstranos a Jesús fruto bendito de tu vientre!
En este mundo que tanto hemos deformado y en el que nosotros mismos nos hemos dejado deformar por la acción siniestra del Príncipe de este mundo, haznos redescubrir, ansiar y gustar la belleza que nos disponga a desear vivamente el encuentro con la Hermosura Soberana que es, en definitiva, el ansia profunda del corazón humano, nuestra mayor necesidad consciente o inconsciente.
La belleza es el camino que va dilatando nuestro corazón para ir a Dios y hacernos sentir gusto, necesidad y ansias de alcanzar a Dios.
La dulzura es el fruto de la caridad que va instaurando y dilatando el reino de Dios en la tierra y en los corazones.
Atrae sobre nosotros el Espíritu Santo que nos haga gustar la verdad, el bien, la bondad, la dulzura, la belleza que es reflejo de Dios en este mundo.
Nos volvemos hacia Ti y te invocamos como Madre Dulcísima, porque sentimos todos la necesidad de ser amados, la necesidad de experimentar la ternura, la necesidad de espantar nuestros miedos e inseguridades. Esto sólo es posible si Tú nos llevas a Jesús, si Tú aliada con el Espíritu Santo como Madre que eres de la humanidad transformas nuestros corazones.
Fuera de la belleza, de la verdad, del amor y de la ternura no hay vida a la altura de la dignidad concedida por Dios al ser humano.
Infúndenos el espíritu de contemplación para que logremos discernir conforme a la verdad de Dios y nos entreguemos enteramente a Él y a su causa de regeneración de la humanidad caída.
Fruto: la belleza y la dulzura
9 de Mayo
Vírgen Castísima y Madre Purísima, tú sabes que muchos jóvenes viven virtuosamente. Pero no se te oculta, Madre Inmaculada, que existe una inmensa cantidad de jovenes, víctimas de los “enemigos del alma”, el mundo, el demonio y la carne. Te pedimos, Madre, por esta juventud, que vive encerrada en el sepulcro del pecado mortal y atada por las vendas contaminadas de los goces mundanos y carnales. Convierte, Madre Buena, a esta juventud, en un ejército de almas vivas, llenas de la Vida del Espíritu de tu Hijo, Jesucristo, nuestro Señor.
Obsequio: Vivir tan en comunión con Jesús que aborrezcamos todo lo que, incluso lejánamente, ponga en peligro nuestra pureza y castidad.
Día nueve El tornasol
1. El tornasol sube recto hacia el cielo, se eleva sobre las demás flores, y en magnitud las excede a todas. Su figura se asemeja a la del sol: forma un círculo perfecto, y envía fuera de él sus hojas amarillas semejantes a los rayos de este rey de los astros. Si tuviera perfumes y fragancia, disputara a la rosa el cetro y la corona, por este defecto está privado de esta gloria. Mientras puede, durante su infancia, juventud y virilidad, mientras puede doblarse y moverse, va siguiendo al sol en su curso de oriente a mediodía, de mediodía a poniente y mientras el sol corre escondido, él vuelve, durante la noche, de poniente a levante y allí le espera, y cuando amanece sobre el horizonte, inclina hacia él la cabeza y le sigue. Viejo ya, no pudiendo menearse, se queda inmóvil y tullido mirando a mediodía.
II. La prudencia
2. Todas las virtudes morales han nombrado una reina que las gobierne, y la elección ha recaído en la prudencia Pero como ésta reconoce por superiora suya a la caridad, ha tomado el título de virreina de todas las virtudes morales . El tornasol es un emblema muy expresivo de esta virtud. Esta planta, que se ele va sobre las demás en nuestros jardines, mira siempre al Sol de justicia y le sigue doquiera que vaya; se inclina a su presencia, toma de él sus luces y consejos y gobierna en la familia vegetal según un dictamen que es siempre recto . Recta ratio agibilium. No tiene olor, pero siémbrense a su alrededor sus corifeos, que son ocho yerbas aromáticas de diferente especie, y suplirán con sus perfumes lo que falta a su principal, y todas juntas compondrán un ramillete perfecto . Corresponde a la prudencia el don de consejo .
III. La prudencia en María
3. María conoció desde su inmaculada concepción sus destinos a proporción que le fueron re velados. Se propuso un fin, y este fin no fue otro que el de la salvación de la raza humana, corrompida y perdida por el pecado. A esta tan alta y sublime misión ordenó toda su vida, todas sus acciones y todos sus movimientos, y consiguió su propósito dándonos un Salvador. La ordenación de toda su vida a la salvación del mundo, fue obra de la prudencia.
IV. El tornasol en manos de María
4. ¿Está en tu jardín el tornasol? En todas tus acciones , en todos tus negocios y empresas, ¿miras y consultas a Dios, a la recta razón, al dictamen de tu conciencia? ¿ha y orden en tu modo de vivir? ¿vives a tu gusto, haces lo que te place, obras según tus caprichos? Si así es, no hay en ti la prudencia. Fija tu vista hacia el fin de tu creación, y dirige según él y hacia él toda tu vida, y serás prudente. Si no tienes prudencia, vives en desorden, y eres un jardín arruinado .Busquemos esta flor y pongámosla en las manos de María, y para sembrarla le dirás...
Presentación de la flor
ORACIÓN. Señora: Yo desde hoy me comprometo, yo propongo y me resuelvo a vivir en adelante según Dios, según el dictamen recto de mi conciencia y según razón. Fuera caprichos, juicio propio y pasiones malas: ordenaré mis acciones y mi vida según los eternos designios de Dios: así lo tengo resuelto practicar. Recibid, Señora, esta flor; a vuestra maternal solicitud confío su cultivo.
DÍA 09
Te amo, Madre mía, y quisiera un gran corazón que te amara por todos los que no te aman.
Quisiera una lengua que pudiera alabarte por mil que no te alaban, y mostrar al mundo tu grandeza, tu santidad, tu pureza, tu misericordia y el amor con que amas a los que te quieren.
Quisiera en fin, si falta hiciera, dar por Ti y por tu gloria, hasta la vida. Amén.
LOS BRAZOS DE MARÍA 9 DE MAYO
1.Saludo ¿A quién no le impresiona contemplar, la figura de María, al pie de la cruz? Aquella que, tantas veces, advertiría a Jesús sobre la necesidad de ser fuertes ante las dificultades, ha de estar - ahora ella- con sus brazos abiertos para recoger a Jesús bajado de la cruz. ¡Cuánto se agradecen los brazos extendidos! ¡Y, cuántas veces, brazos cerrados ante el drama de muchas personas! La alegría de la Pascua, nos hace recordar el detalle evangélico: "al pie de la cruz estaba María". Porque, precisamente sus brazos con la ayuda de otros -pocos pero privilegiados- fueron los encargados de dejar el grano de trigo, Jesús muerto, en el sepulcro vacío.
Los brazos de María, supieron acariciar a Aquel que estaba llamado a la vida y llamándonos a la eterna vida. En Belén, los brazos de María, recibieron a Jesús con emoción y pobreza. En el Gólgota, los mismos brazos -tal vez más arrugados, caídos y cansados- apretaron con el mismo amor, a un Cristo humillado y desangrado por la humanidad. Que María, con sus brazos abiertos, nos ayude a no vivir de espaldas a esas situaciones que reclaman nuestro compromiso activo. A veces podemos correr el riesgo de pensar que, nuestros brazos, no ayudan en nada; que nadie los nota; que no podemos aligerar penas y sufrimientos. Lo importante, además de ayudar, es no dejar de intentarlo. No echarse atrás. Como María, que estemos ahí. Presentamos, en este día del mes de mayo, estas manos. Queremos comprometernos en estar al pie de la cruz de los demás.
2. ORACIÓN TUS BRAZOS Y MIS BRAZOS Los tuyos, María, siempre abiertos Los míos, de vez en cuando, cerrados
Tus brazos, María, sosteniendo y animando Los míos, en algunas ocasiones, echando peso
Tus brazos, María, aguardando Los míos, a veces, desesperados
Los tuyos, Virgen María, acariciando Los míos, queriendo o sin querer, arañando
Tus brazos, María, contemplando a Cristo Los míos, María, perdidos en cosas secundarias
Los tuyos, María, arropando y acunando Los míos, María, vacíos y egoístas Los tuyos, María, acompañando al que sufre Los míos, María, volcados en sí mismos
Tus brazos, María, elevados hacia Dios Los míos, María, buscando las cosas de cada día Tus brazos, María, empujando hacia adelante Los míos, María, cansados de la lucha de cada jornada Tus brazos, María, reconfortando Los míos, María, abatidos y deseando ser abrazados ¿Dónde el secreto de tus fuertes brazos? ¿Dónde la fuerza que los mantiene eternamente abiertos? ¿Dónde el secreto de su ser divino? No me lo digas, María, ya lo sé: Tus brazos son prolongación de aquellos otros brazos que nos aguardan en el cielo: los de Dios. Amén.