Día 18: María, Madre: ayúdame a no desanimar a nadie con mis amarguras y a no alejar a nadie con mis
críticas.
Te ofrezco: dar gracias a Dios por cada cosa que viva o que me ocurra.
Oh Madre mía, ojalá no deje nunca de ser pequeño en esto. ¿Por qué tantas veces me empeño en levantarme yo solo, en luchar yo solo, en sufrir yo solo?
Que en todas las circunstancias te llame. Además, a nosotros nunca nos separan los kilómetros...
¡Te llamaré! y perdona si sólo lo hago cuando te necesito, pero... ya sabes: los humanos siempre somos un poco egoístas con vosotras la madres. ¡No me sueltes de tu mano!
Meditación: Cuando Jesús comenzó su predicación la gente lo aclamó Profeta, Varón de Dios y aún lo quisieron hacer rey. María se conservaba oculta, en su soledad Ella no atraía sobre sí la fama ni la gloria como Madre de tal Hijo. Así debemos ser nosotros, sólo dispuestos a procurarle Gloria a Dios, porque todo lo bueno, aunque provenga a través nuestro, viene de Dios. Por ello no son nuestras victorias, sino sólo victorias del Señor. Demos Gloria a Dios con nuestros trabajos y obras, permanezcamos ignorados frente a los hombres. Recordemos “…vanidad de vanidades, todo es vanidad” (Eclesiastés 1,2-3). Estemos presentes como María en el Calvario, donde no hay palmas ni laureles, sino injurias y vilipendios para compartirlos con Jesús.
Oración: ¡Oh María Madre de la modestia!. Haz que nuestra alma no permanezca ciega por nuestras vanidades y miserias, que rinda sólo alabanza al Buen Dios que todo lo alcanza y que seamos a Su semejanza. Amén.
Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).
Florecilla para este día: Meditar sobre nuestra tendencia a hacer obras buenas buscando el reconocimiento y halago de los demás, en lugar de sólo pretender ser contemplados por los Ojos
de Dios.
Lirio
Mes de mayo
Día 18
San Francisco de Sales nos enseña que "la devoción no es más que una agilidad y una viveza espiritual, por cuyo medio la caridad hace sus obras en nosotros, o nosotros por ella, pronta y afectuosamente, y, así como corresponde a la caridad el hacernos cumplir general y universalmente todos los mandamientos de Dios, corresponde también a la devoción hacer que los cumplamos con ánimo pronto y resuelto. Por esta causa, el que no guarda todos los mandamientos de Dios, no puede ser tenido por bueno ni devoto, porque, para ser bueno es menester tener caridad y, para ser devoto, además de la caridad se requiere una gran diligencia y presteza en los actos de esta virtud".
Enseña, además, este Santo Doctor de la Iglesia que la devoción "nos incita a hacer con prontitud y afecto, el mayor número de obras buenas que podemos, aun aquellas que no están en manera alguna mandadas, sino tan sólo aconsejadas o inspiradas".
¿No es verdad que tenemos un falso concepto acerca de lo que es verdaderamente la devoción y en qué consiste?
¿No confundimos la devoción con una serie de ideas que tan sólo son una caricatura deformada de la misma?
Son muchos los que confunden la devoción con las devociones privadas. Y son muchos los que desconocen que no se puede ser buen cristiano si no se es un cristiano piadoso. Donde no hay piedad jamás podrá haber santidad, pues la devoción es la perfección de la caridad.
Fijémonos lo que dice el mismo San Francisco de Sales: "Si la caridad es la leche, la devoción es la nata; si es una planta, la devoción es la flor; si es una piedra preciosa, la devoción es el brillo; si es un bálsamo precioso, la devoción es el aroma, el aroma de suavidad que conforta a los hombres y regocija a los ángeles".
Podemos observar como en la base de la devoción está el amor de Dios que llamamos caridad, y como el cristiano devoto se conoce realmente por su estilo de vida:
"El azúcar endulza los frutos verdes y hace que no sean desagradables ni dañosos los excesivamente maduros. Ahora bien, la devoción es el verdadero azúcar espiritual, que quita la aspereza a las mortificaciones y el peligro de dañar a las consolaciones; quita la tristeza a los pobres y el afán a los ricos, la desolación al oprimido y la insolencia al afortunado, la melancolía a los solitarios y la disipación a los que viven acompañados; sirve de fuego en invierno y de rocío en verano; sabe vivir en la abundancia y sufrir en la pobreza; hace igualmente útiles el honor y el desprecio, acepta el placer y el dolor con igualdad de ánimo, y nos llena de una suavidad maravillosa".
Esta diligencia para hacer el bien y practicar la virtud la vemos encarnada en la Santísima Virgen cuando se pone en camino para ayudar a su prima Santa Isabel. A pesar de su estado Ella acude con presteza a las montañas de Judea ofreciéndose como servidora a quien la necesita.
Vemos el brillo de la devoción verdadera también en la vida de San José, siempre disponible y dispuesto para responder amorosamente a todos los desafíos que en la vida de la Sagrada Familia se van presentando.
María y José obran en todas las cosas con prontitud y con amor, tanto en las cosas más sencillas y cotidianas, como en aquellas que requieren el ejercicio de las virtudes heroicas.
Ellos no se conforman con mínimos, no se quedan en el límite justo entre el bien y el mal, por el contrario se adentran con ánimo y con gran resolución por los caminos de la entrega total y del amor sin condiciones ni reservas de ningún tipo. ¡Eso es la devoción!
San Francisco de Sales la llama la reina de las virtudes, precisamente por ser la perfección de la caridad.
Para alcanzar esta perfección en el amor se necesita vivir muy atentos a las mociones que el Espíritu Santo nos va sugiriendo de continuo en el centro de nuestra propia alma. Y ser dóciles a sus mociones.
El Santo Espíritu soplará con fuerza y nos guiará por las sendas del amor. Él es el único capaz de infundirnos esa diligencia y esa prontitud para que todo lo hagamos por amor a Dios y buscando glorificarle en todas las cosas, comenzando por aquellas más sencillas y cotidianas como son el cumplimiento de nuestras obligaciones de estado: obligaciones familiares, laborales, sociales, etc. Pero para que el soplo del Santo Espíritu pueda movernos requiere que nosotros tengamos desplegadas las velas de nuestro corazón. Es entonces como avanzaremos y nos adentraremos en el océano inmenso y maravilloso de la santidad.
Pidamos la gracia de ser verdaderamente devotos a Nuestra Madre María y al Glorioso San José.
Fruto: la devoción
18 de Mayo
Hoy, nuestra sentida oración solicita tu misericordia en favor de las almas que habiendo terminado los combates de la vida, expían en el Purgatorio sus imperfecciones; oh Madre de la divina gracia, muéstrales ya el dulce objeto de sus ansias, y te alabarán eternamente con los ángeles del cielo.
Obsequio: Ofrecer a la Santísima Virgen acordarnos de nuestro difuntos en todas la Misas y rezar por ellos a San José, Patrono de la buena muerte.
Día dieciocho
I. Claveles en ramillete
1. Entre las varias especies de clavelinas hay una que florece todas las estaciones del año, saca sus varitas rectas, produce sus tallos con una piña de botoncitos, y éstos, cuando revientan, forman un ramillete. Si bien no son tan grandes como otros de su especie, pero tienen el don de abrirse muchos a la vez en una misma piña: su olor es especial.
II. La magnanimidad y la magnificencia
2. Ordenada la vida según Dios y en Dios, y sentado el orden, se ha de preparar el ánimo para dos actos, el uno es ejecutar lo que la ley manda, Dios inspira y la conciencia dicta, y el otro sostener con constancia y firmeza y con ánimo invicto, el orden puesto a nuestra vida en medio de las batallas, contradicciones y oposiciones que encuentra de todos lados la virtud; y estos actos pertenecen a la magnanimidad. Es una virtud que nos da un corazón grande, infractible , capaz de emprender cuanto Dios le ordene. El decaimiento de ánimo, un abatimiento de fuerzas morales o la pusilanimidad, mata el alma. Si las empresas que Dios ordena traen consigo gastos de mucha consideración, en su ejecución necesitamos otra virtud compañera de la magnanimidad, y es la magnificencia.
III. Estas virtudes en María
3. María fue magnánima en toda su vida. Nos vio perdidos a todos, propuso en su ánimo salvarnos; perseveró en su propósito y lo consiguió. En la muerte de su Hijo stabat mater recibió en su corazón los golpes terribles que caían sobre su Hijo; la lanza traspasó su alma y no se intimidó, ni sea cobardó, ni desfalleció.
IV. Claveles a María en ramillete
4. Después que has prometido y resuelto y propuesto practicar la virtud, venida la ocasión, en tiempo de pruebas , de tentación y de contradicción, ¿cómo te portas? ¿decae tu ánimo? ¿te desalientas? ¿desmayas y desfalleces? Tu corazón ¿se mantiene siempre abierto, siempre grande, invicto, firme, invulnerable? Medítalo bien, y guárdate de la pusilanimidad y del apocamiento espiritual: coge esta magnanimidad y al dar a María tu flor, dile:
Presentación de la flor
ORACIÓN . Magnánima Judit: Recibid la flor de hoy, es el clavel ramillete, emblema de mi magnanimidad. Yo os prometo, yo propongo guardar entero, sincero nunca abatido, decaí - do ni pusilánime mi ánimo en tiempo de prueba y de tentación. Unid mi ánimo al vuestro, y será siempre magnánimo. A vuestro cuidado y solicitud maternal fío mi clavelina.
DÍA 18
¡Oh Dios, de quien procede toda paternidad en el Cielo y en la Tierra. Padre, que eres amor y vida, haz que cada familia humana sobre la Tierra se convierta, por medio de Tu Hijo Jesucristo, nacido de mujer y del Espíritu Santo, fuente de caridad divina, en verdadero santuario de la vida y del amor para las generaciones que siempre se renuevan.
Haz que tu gracia, guíe los pensamientos y las obras de los esposos hacia el bien de sus familias y de todas las familias del mundo. Amén.
LA CRUZ DE MARÍA 18 DE MAYO 1. Saludo Una de las claves, para entender, comprender y celebrar bien este mes de mayo dedicado a la Virgen María, es encauzar sensatamente nuestro afecto hacia Ella. No la ponemos en un altar por ser diosa (no lo es) ni la rodeamos de cirios y flores porque sea un objeto de adoración (que tampoco lo es). Nuestro corazón y nuestros sentimientos, afloran especialmente en este mes de las flores, porque Ella nos alienta, anima, ayuda y nos inspira fortaleza y fe en Jesucristo. Una de las catequesis que más nos pueden ayudar a ver el papel de la Virgen María en el Misterio de la Salvación, es precisamente la cruz. ¿Dónde estuvo María? ¿En la cruz o al pie de la cruz?
¿Quién habló? ¿Jesús o María? ¿Quién recogió a quien? ¿María a Jesús o Jesús a María? María, al pie de la cruz, acogió y sostuvo - sin reprochar nada a Dios ni a los demás- el cuerpo inerte de Jesús. Ella hizo lo que tenía que hacer: permanecer fiel, silenciosa y con el corazón roto como el de cualquier madre que pierde a su hijo joven.
Por ello mismo, porque María fue en todo momento una lámpara encendida al servicio de Jesús, nosotros la veneramos en cualquier rincón de nuestras iglesias; le levantamos una casa o ermita en el corazón de las ciudades o en la cima de un monte; le elevamos la más artística catedral o la más humilde parroquia para que, Ella, nos ayude a vivir con autenticidad, radicalidad y convencimiento, una fe personal en Cristo. Que la Virgen nos señale el camino que nos conduce hacia un encuentro personal y comunitario con Jesús Resucitado. Puede ser la mejor flor de este día.
2. ORACIÓN EN LA CRUZ TE VÍ
Subí al calvario preguntando por Jesús; una voz -dulce y misteriosa- me respondió: no mires hacia abajo allá, en lo alto, ese que cuelga es mi único hijo.
Subí al calvario, y pregunté el por qué de aquello. Una voz, paciente y serena, me respondió: no preguntes demasiado con que digas ¡creo! a El le basta
Subí al calvario, preguntando el por qué tanta sangre. Una voz, familiar y conmovedora, me respondió: el amor, cuando va con sufrimiento, tiene más valor
Subí al calvario, y pregunté por Jesús de Nazaret. Una voz, virginal y humana a la vez, me respondió: Aquel, del cual, su costado emana vida Aquel que está clavado de manos de pies Aquel, aunque no te lo parezca, El es.
Subí al calvario, preguntando, ¿por qué tanta cruz? Una voz, débil y fuerte a la vez, me respondió: Yo, como Madre, también me pregunto eso y más pero, Dios, en lo más hondo de mis entrañas me dice que, después de la tiniebla vendrá el sol, a continuación del llanto el gozo y después de la muerte, la Resurrección. Sólo sé que, a mí, me toca estar, acompañar, rezar y esperar Amén.