Día 4: María, Madre, la siempre disponible para que Dios se sirviera de ti: enséñame a no quejarme y a estar
disponible.
Te ofrezco: no quejarme durante el día de hoy.
Día 4: No está completa si falta María
María, la madre del Verbo Encarnado, es esencial para el plan de salvación de Dios porque Jesús es la culmen de la historia de la salvación
La importancia de La Virgen María en el plan de salvación del Creador no se mide por el mero número de citas bíblicas; sino por su papel central en la revelación.
En su encíclica de 1987, Redemptoris Mater ("Madre del Redentor"), San Juan Pablo II señaló lo siguiente:
"El misterio de esa mujer, desde los primeros capítulos del Libro de Génesis hasta el Libro de Apocalipsis, acompaña la Revelación del plan salvífico de Dios para la humanidad".
Asimismo, en su carta apostólica de 1988, Mulieris Dignitatem, San Juan Pablo II señala que la Encarnación "constituye el punto culminante y definitivo del ser de Dios, revelación a la humanidad... una mujer se encuentra en el centro de este acontecimiento salvífico".
María, la madre del Verbo Encarnado, es esencial para el plan de salvación de Dios porque Jesús es la culminación de la historia de la salvación.
1.- Háblale a Jesús sobre María
Jesús mío, me gusta orar a María, tu Santa Madre, ella me enseña con su manera de vivir, a ser dócil a tu Palabra, a tomarla en serio, y a dejarse guiar por ella; pero también María se presenta como una servidora, como una que sale a ayudar a su prima Isabel, cuando esta la necesita.
Así quiero ser yo, mi Señor y mi Dios, quiero ser uno que es dócil a tu Palabra y que sale de sí a servir a los hermanos que tanto necesitan de Ti.
Gracias por darme la oportunidad de ver a María y de aprender de ella, gracias por su amor de Madre y por todas las bendiciones que a través de ella, nos has dado a nosotros que la amamos y la descubrimos como modelo de discípulo que Tú nos has llamado a seguir.
Confío en tu compañía y en tu Bendición Señor, gracias por todo lo bueno que me das por ayudarme a ser cada día un mejor ser humanos.
Cómo mi madre María, me uno a sus eternas palabras de entrega que hacen y harán eco en nuestra historia de salvación: Hágase en mí según tu Palabra.
Amén
2.- Oración inicial
Santa María, ¡Madre de Dios y Madre mía! Eres más madre que todas las madres juntas: cuídame como Tú sabes. Grábame, por favor, estas tres cosas que dijiste:
"No tienen vino": presenta siempre a tu Hijo mis necesidades y las de todos tus hijos.
"Hágan lo que Él les diga": dame luz para saber lo que Jesús me dice, y amor grande para hacerlo fielmente.
"He aquí la esclava del Señor": que yo no tenga otra respuesta ante todo lo que Él me insinúe.
3.- Día 4: No está completa si falta María.
La plaza de San Pedro, en Roma, durante siglos no había tenido una imagen de la Virgen. Un amigo mío, universitario, en mayo de 1980, al ver tantas estatuas e imágenes en la plaza comentó:
"¡Falta la Virgen!; si tengo oportunidad, se lo digo al Papa".
A los pocos días, en una audiencia de San Juan Pablo II con universitarios, el entonces Papa iba saludando por el pasillo central del aula a los más cercanos. Cuando pasó cerca de este amigo, le dijo:
"Santo Padre: en la plaza de San Pedro no está la Virgen, no está la Madonna...".
San Juan Pablo II lo pensó un momento y le contestó en castellano:
"La Plaza no está completa... Habrá que terminarla, habrá que terminarla...".
Al año siguiente, en 1981, San Juan Pablo II inauguraba un mosaico grande dedicado a María, Madre de la Iglesia, que se encuentra en una fachada, sobre la plaza.
"Me alegra inaugurar este testimonio de nuestro amor ( ... ), que todos los que vengan a esta plaza de San Pedro eleven la mirada a nuestra Señora, para dirigirle ( ... ) un saludo personal".
Si en tu habitación no tienes una imagen de la Virgen, tu habitación está incompleta. Si en la sala de estar de tu casa no tienes una imagen de la Virgen, está incompleta. ¡Ponla! Y ojalá te acostumbres a mirarla, a saludarle, cuando entres y salgas. Te ayudará a recordar que Ella te acompaña.
Madre mía, te quiero. Quiero quererte más; quiero acordarme más veces de ti. ¡Qué me sirvan tus imágenes! Continúa ahora hablándole un rato
4.- Oración final
Amado Jesús, al igual que María, tu Santa Madre, quiero estar abierto siempre a la acción del Espíritu Santo, configurarme completamente a tu amor y tu misericordia.
Como ella, acepto también ser tu esclavo, tu siervo, atento siempre a escuchar tu Palabra y hacerla una acción de vida.
Deseo responderte siempre con generosidad y sencillez, como lo hizo María, quien supo escucharte y obedecerte desde siempre.
Y a ti, Oh María, amada universal del Verbo, la nueva Eva escogida, auxilio de los pecadores y de los que buscan tu intercesión, acógeme siempre bajo tu manto protector, soy también tu hijo y sé que te preocupas por mí.
Te ruego que poses tu mano sobre mis hombros y me guíes por el camino de tu hijo Jesús.
Como tú, quiero poder decir y sentir con toda la pasión de mi alma: "Mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador".Amén.
Meditación: “De Ella nació Jesús, llamado el Cristo” (Mateo 1,16). Jesús significa Salvador, y es el Cristo, es decir el Ungido, el Mesías enviado por Dios para la Salvación de Su pueblo. Y Su Madre, Madre de Cristo, del Ungido, ha sido asociada a Su Empresa Redentora. Ella es Corredentora con su amor y su dolor. También Cristo nos llama a cada uno a participar en Su grandiosa Empresa de salvar a todos los hombres.
Oración: ¡Oh Madre de Dios, oh Madre del dolor!. Como Corredentora que sos, imprime en nuestro corazón las Llagas del Señor, para participar de la Fiesta de la Salvación. Amén.
Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).
Florecilla para este día: Examinar y renovar mi consagración a Cristo y a Su Sagrado Corazón.
Flor de Lis
Mes de mayo
Día 4
De tu fe firme y profunda, de tu confianza en el Señor, brota en Ti, oh María, como blanca flor de iris la esperanza.
Eres agraciada por Dios en tan alto grado que podemos felicitarte como la llena de fe, la llena de confianza, la llena de esperanza.
Dios se vuelca en Ti. Vierte en tu Corazón Inmaculado el regalo de sus gracias, y Él mismo se derrama y entrega en tu seno virginal transformándote en sagrario y morada de Dios.
Dios se te da y Tú correspondes dándote enteramente a Él.
Tu Corazón es sagrario de fe, de confianza, de esperanza.
Tu Corazón Inmaculado es sagrario divino, puerta del cielo siempre abierta para que nosotros, pobres pecadores, podamos entrar al encuentro de Aquél que por medio de Ti viene a nosotros en el nombre del Señor para sanarnos, purificarnos y agraciarnos.
¡Bendita Tú, oh María, Madre de la esperanza!
¡Bendita Tú, Oh María, Madre de Jesús!
¡Bendita Tú, Santa Madre de Dios y Madre de todos los hombres!
Disipa todas las oscuridades que se ciernen sobre nuestra alma y sobre nuestra vida y haz brillar en nosotros la luz radiante de la esperanza.
Disipa las tinieblas que amenazan nuestro mundo y haz que brille para todos el Sol de Justicia que es Cristo tu Hijo amado.
Enciende la llama de la esperanza en los corazones de los pobres, de los enfermos y angustiados, de los perseguidos y encarcelados, de los hambrientos y desterrados.
Haznos sembradores de esperanza llevando a todos nuestro hermanos el consuelo de Jesús, el ánimo de Jesús, la misericordia y la dulzura de Jesús.
Que la luz de Cristo, nuestra esperanza, se refleje a través de nuestras obras para así iluminar el mundo y ser fermento de justicia, de paz y de amor.
Madre de la esperanza, haznos desear cada vez más ardientemente alcanzar las promesas de Jesucristo tu hijo, a quien Tú nos llevarás y mostrarás después de este destierro, oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María.
Fruto: la esperanza
4 de Mayo
Hoy, te pedimos dirijas tu mirada cariñosa hacia las familias que viven separadas o en conflicto. Dulce Madre y Señora de la Paz, que dabas sabor y calor al humilde y feliz hogar de Nazaret, alcanza para estas familias el amor fiel entre los esposos, la docilidad hacia los padres, la compasión bondadosa entre los hermanos. Anima entre ellos la mansedumbre, la humildad y el mutuo perdón.
Obsequio.- Perdonar y pedir perdón en nuestra familia, quitando en nosotros los defectos que a los demás les da tristeza.
Día cuatro
I. La yerba buena o yerba sana, y la rosa sin olor
1. Lo que llamamos yerba buena es uno de los adornos de nuestros jardines y huertas. Es verdad, no tiene otras cualidades que su color verde, su perpetuidad, su gran multiplicación al borde de los arroyos, y además, su gran fragancia cuando se toca, se divide y se pisa. Tiene, además, varias virtudes y propiedades para el servicio nuestro. Unase la yerba buena con la rosa sin olor, y tendrá el ramillete de hoy olor y belleza.
II. La misericordia
2 . La caridad para con los prójimos, o sea el amor de Dios, al difundirse desde nuestros corazones hacia los prójimos, produce en nuestras almas un efecto que le es muy natural, tal es la misericordia; esto es, le dispone a tomar parte y a mirar por propias las necesidades de nuestros prójimos. El que no tiene un corazón que parte las penas con sus prójimos, mirándolas como cosa suya, no tiene misericordia; esto es, un corazón afectado a la presencia de la miseria y de las necesidades ajenas; y el que no usa de misericordia, no hallará en Dios misericordia. En el jardín misterioso de la Iglesia, ninguna planta hemos encontrado que más se acomode en sus propiedades y virtudes a la misericordia que la yerba buena o yerba sana.
III. La misericordia en María 3. María, desde su concepción inmaculada, tomó como propia la causa de todos los hijos de Adán, y movida e impulsada por esta virtud, negoció eficazmente con Dios nuestra salvación. Esa Madre de misericordia toma por suyas las necesidades de sus hijos.
IV. Yerba buena y la rosa de todo el año a María
4. ¿Tienes amor verdadero a Dios y a tus prójimos? Si tienes caridad, la misericordia es una hija suya, y estará contigo: y si hay en ti misericordia, padecerás por todas aquellas causas y motivos por los que sufrió y padeció Jesús y María su santísima Madre. Tendrás pena y compasión de los males morales gravísimos que afligen a nuestra santa madre la Iglesia; y tomando por propias las miserias y necesidades espirituales de las almas, te sacrificarás por ellas. Presentación a María de este ramillete
ORACIÓN. Señora, ¿qué puedo yo hacer para el bien de las almas? Yo me ofrezco en sacrificio al pie de la cruz para su salvación. Yo me obligo, yo me comprometo a poner por obra la misericordia de aquel modo y bajo la forma que me sea designada por las leyes de la caridad. Recibid, Señora, esta mi ofrenda; aceptad este ramo siempre verde; bendecid mis propósitos; alcanzadme las gracias y dones que necesito para conservar esta virtud en mi corazón
DÍA 04
Oh Virgen María, Salud de los enfermos, que has acompañado a Jesús en el camino del Calvario y has permanecido junto a la cruz en la que moría tu Hijo, participando íntimamente de sus dolores, acoge nuestros sufrimientos y únelos a los de Él.
Quédate junto a nosotros en el momento de la prueba y ayúdanos a repetir cada día contigo nuestro “sí”, seguros de que Dios sabe sacar de todo mal, un bien más grande. Amén.
LOS PIES DE MARÍA 4 DE MAYO
1.Saludo Ponerse en camino es sentirse vivo. Cuando nos visita la suerte (en sus diversas formas) ¿qué solemos hacer? Simplemente, comunicarlo. María, con los pies polvorientos, se puso en camino hacia la casa de su prima Isabel. Salió de su casa. No le importó nada, aunque el evangelio no lo diga, correr riesgos ni dificultades: ¡se puso en camino y se acabó¡ Los pies de María son dinámicos. Se aventuran a perderse en los amplios caminos de la vida para que, los hombres, conozcamos a Jesús.
No nos podemos instalar en la comodidad. Los pies de María, nos invitan a salir de nosotros mismos. A no cerrarnos en los cómodos muros de nuestros problemas o éxitos, alegrías o tristezas. Salir al encuentro de los demás (y no sólo de los familiares) es hacerles partícipes de nuestros sueños y de nuestras conquistas, de nuestras inquietudes y también de nuestros fracasos. No esperemos a que nadie llame a la puerta de nuestro hogar para reclamar o pedir ayuda. La caridad o la delicadeza, cuando surge espontáneamente, tiene hasta más valor. Presentemos a María, en este momento, la flor de nuestro servicio. Que nuestros pies, lejos de buscar caminos cortos y esquivar miedos, los dirijamos por las sendas que conducen hacia las personas que nos esperan y que, sin nosotros, tal vez no podrán seguir adelante.
2. ORACIÓN
TUS PIES, MARÍA Van al ritmo de tu pensamiento: tengo que salir Caminan con el timón de tu fe Sorprenden por la rapidez de tu disposición Avanzan sin tener más horizonte que el llegar para servir. TUS PIES, MARIA Apuntan en la dirección que Dios te marca Corren presurosos para no llegar tarde Se resienten cuando se detienen, y sanan cuando peregrinan
TUS PIES, MARIA No saben estar en propia casa suspiran siempre otra donde Tú puedas estar otros a los que tú puedas lavar o curar
TUS PIES, MARIA No conocen el descanso ni la tregua siempre están en movimiento fecundamente avanzan constantemente se mueven y sin pereza para dejar tu casa.
¿Cuales es, María, el secreto de tus pies? ¿No será acaso, María, los hermanos que te esperan? ¿No será, María, que no puedes permanecer sin hacer el bien? ¿No será, tal vez, que en los mil detalles es donde Tú disfrutas? Gracias, María, por venir a visitarme Como tu prima Isabel yo también necesito de tus atenciones: mi corazón anhela una caricia de madre mis ideas necesitan ser ordenadas mi cabeza un regazo donde repostar un momento. Gracias, María, por poner tus pies en dirección a mi humilde casa. Amén