Día 22: Como decía san Luis Mª Grignon de Monfort: «Cuando María ha echado raíces en un alma, produce allí
maravillas de gracia».
Te ofrezco: consagrarme a ti durante el día.
Meditación: Reunida en Jerusalén, María aguardaba junto a los apóstoles la venida del Espíritu Santo, y lo hacia orando. Ella, que tenía en sí la plenitud de todos los Dones, se refugió en el apostolado, en piadoso retiro para unir su oración a la de los apóstoles. “A cada cual ha dado Dios cargo de su prójimo” dice el apóstol. La oración y el amor nos señalan a Dios como signo de vida interior y santificación, darse por los demás y orar, por los vimos y muertos, por los justos y pecadores, por los conocidos y los que nunca hemos visto, por los que te quieren bien y te quieren mal. ¡Ora y a Dios escucharás!.
Oración: ¡Oh María, la que en Dios siempre confía, oh María, Reina mía!, alcánzame el don de la piedad y enséñame a todo dar, para así con Dios hablar. Amén.
Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).
Florecilla para este día: Borrar el propio ego, vaciarse interiormente y preparar nuestra alma para que sea un refugio en el que pueda anidar el Espíritu Santo.
Lilas
Mes de mayo
Día 22
Entre todos los atributos de Dios, este de la misericordia es sin duda el más atractivo y consolador para el corazón humano. Pero es quizás también el más admirable.
Dios Todopoderoso se inclina hacia nosotros, se compadece de nuestras miserias y trata de aliviarlas. Su amor le lleva a perdonar y remediar nuestros pecados.
Dios nos entrega su corazón, a nosotros que somos desgraciados a consecuencia de nuestros pecados y de nuestras maldades. Y con su corazón nos rodea de compasión, de indulgencia y de perdón.
Por su infinita misericordia el Señor nos trata con amor a quienes estamos lejos de su amor y nos hemos comportado como enemigos de ese amor divino.
Es tan grande y misterioso el amor de Dios hacia el género humano que Él mismo se hace hombre para remediar nuestras desgracias, para sacarnos del hoyo mortal y elevarnos a una vida nueva.
Dios quiere hacernos uno con Él: "Yo te desposaré para siempre, te desposaré en la justicia y el derecho, en el amor y la misericordia" (Os 2, 21).
La Sagrada Escritura nos revela cómo es la misericordia de Dios hacia nosotros. Así nos dice: "La misericordia del Señor no se extingue ni se agota su compasión" (Lam 3, 22). Y también: "Él tiene misericordia con los que aceptan la instrucción y están siempre dispuestos a cumplir sus decretos" (Ecli 18, 14).
El Nuevo Testamento es la plenitud de la Revelación del amor de Dios y de su misericordia, hasta el punto que Jesús mismo es la misericordia encarnada. Todas sus palabras, gestos y actitudes son revelación de su corazón misericordioso. Su evangelio, es evangelio de la misericordia.
Al proclamar las bienaventuranzas, Jesús exclama: "Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia" (Mt 5, 7) Y en sus invectivas contra los fariseos y los escribas les dice abiertamente: "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta, del hinojo y del comino, y descuidáis lo esencial de la Ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad! Hay que practicar esto, sin descuidar aquello" (Mt 23, 23).
La misericordia es una de las señales, o más bien la gran señal, de la llegada y de la instauración del reino de Dios: "Id y aprended qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores" (Mt 9, 13).
Entrar en el reino de Dios inaugurado por Cristo supone entrar en esta onda de su misericordia infinita, acogiendo con estupor y gratitud la misericordia con que Dios nos rodea y convirtiéndonos también nosotros en instrumentos de su misericordia en favor de todos los hombres, "Porque el que no tiene misericordia será juzgado sin misericordia, pero la misericordia se ríe del juicio" (Sant 2, 13).
María es testigo y embajadora de la misericordia divina. Ella testimonia con sus palabras y con su vida la misericordia que Ella misma experimenta en lo profundo de su alma.
María no puede ni quiere callar el testimonio de la misericordia divina, por ello proclama abiertamente: "Su nombre es santo, y es misericordioso siempre con aquellos que le honran" (Lc 1, 49-50). "Tomó de la mano a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros antepasados, en favor de Abrahán y de sus descendientes para siempre" (Lc 1, 54-55)
La Santísima Virgen experimenta en su vida la misericordia del Padre. Ella acoge en su seno a Aquél que es la Misericordia divina y lo da al mundo.
El gran testimonio de la misericordia de María se realiza cuando Ella ofrece al Padre a su Hijo que se inmola en la cruz por nosotros y por nuestra salvación. Como Madre de misericordia consiente, ofrece y participa en aquél holocausto de amor y de misericordia.
María es nuestra Dulcísima Madre de misericordia porque siendo pecadores nos acepta y nos recibe como hijos suyos.
El ejercicio de su misericordia maternal se renueva a cada momento por su intercesión constante en nuestro favor, por su mediación ante su Hijo para alcanzarnos las gracias que necesitamos y distribuirlas maternalmente.
El ejercicio de su misericordia se renueva al renovar Ella misma la ofrenda de su Hijo y su ofrenda personal cada vez que en el altar se renueva el Sacrificio de la Cruz.
María es nuestra Madre de misericordia, siempre dispuesta a acoger a sus hijos pecadores para llevarlos hasta Jesús.
Fruto: Acoger la misericordia divina y ser misericordiosos.
22 de Mayo
Hoy, ponemos bajo tu amparo, Primera Adoradora que todo lo conservabas en tu corazón, aumentes el número de Adoradores que forman en torno a Jesús Sacramentado una constante guardia de honor. Infunde en ellos el Espíritu de oración, para que en su “silencioso amor correspondido” , acompañen a Jesús, el Divino Prisionero de Amor. Madre, enseña a tus hijos balbucientes cómo conversar con tu Hijo.
Obsequio: Comprometernos a multiplicar el número de los Adoradores del Santísimo en nuestra Capilla de Adoración Perpetua, tomando nosotros la delantera.
Día veintidós
I. Viola morada simple y doble
1. El alhelí es una de las flores que se abren las primeras al acercarse la bella estación de la prima vera; y si tiene buena tierra, estiércol, agua y buen clima, da una abundancia de flores fabulosa. No es delicada en el cultivo, y es muy varia en sus colores, los que sostiene siempre en sus especies en un mismo tinte . La morada sencilla y doble nos significan:
II. La abstinencia y la sobriedad
2. Estas virtudes moderan al hombre en el comer y beber y se sostienen con el ayuno. Son atacadas por la gula y por la embriaguez. La abstinencia y la sobriedad van juntas. Plántese una al lado de otra, y tocándose sus hábitos en un mismo corazón, la una fecundizará a la otra, y doble y sencilla formarán un fragantísimo y bello ramillete .
III. La abstinencia y sobriedad en María
3. Ni María ni su Hijo se presentaron al mundo vestidos de saco y cilicio, sin comer ni beber, como el Bautista y otros anacoretas. Así con venía para la edificación de la Iglesia, a fin de que se creyera en la humanidad del Hijo de Dios .
IV. Estas flores a María
4. En el comer y beber has de ser moderado: toma un justo medio. Socorrer las necesidades de la vida es la regla. Come y bebe a tiempo y horas fijas una cantidad regulada, no exorbitante. Presérvate de la suntuosidad, de la esplendidez y de los gastos inútiles y superfluos en los convites y banquetes. No busques con afán manjares exquisitos, raros y delicados y no olvides que se trata de socorrer las necesidades de la naturaleza y no de recrearla, saborearla y deleitarla con peligro de la salud del alma y del cuerpo. Promete a María sobriedad y abstinencia, y, al poner sobre sus altares un ramillete de estas flores, le dirás: Presentación de la flor
ORACIÓN. Señora: Os ofrezco un ramillete de violas, color morado, símbolo de mi abstinencia y sobriedad. Yo os pro - meto batallar con estas armas contra la gula y sus cinco hijas: la alegría vana, la bufonería, la inmundicia, la charlatanería y la estupidez. Recibid, Señora, esta mi ofrenda, y dad fuerza a mis propósitos.
DÍA 22
¡Oh Virgen María, esperanza y aurora de la salvación para todo el mundo!, vuelve benigna tu mirada maternal hacia todos nosotros, reunidos aquí para celebrar y proclamar tus glorias.
¡Oh Virgen fiel, que fuiste siempre solícita y dispuesta a recibir, conservar y meditar la Palabra de Dios!, haz que también nosotros, en medio de las dramáticas vicisitudes de la historia, sepamos mantener siempre intacta nuestra fe cristiana, tesoro preciado transmitido por nuestros padres. Amén.
LA ALEGRÍA DE MARÍA 22 DE MAYO
1. Saludo ¿Cuál fue mayor? ¿La alegría de María en Belén o aquella otra de la mañana de Pascua? ¿Cuál fue más emotiva la de la Anunciación o, aquella otra, de la visitación a su prima Isabel? ¿Qué alegría fue más radiante? ¿La de las Bodas de Caná ante el agua convertida en vino o la sonrisa que apareció en sus labios en el encuentro con el Resucitado? Ni mayor, ni menor.
En María, todo es alegría y de la buena. Sabía que, en el principio y final de todas las cosas, Dios habitaba y, por lo tanto, sólo restaba el vivir con alegría. El mundo en el que nos movemos está sembrado de tristezas. Es raro encontrar dos semanas seguidas, dos meses continuos, sin sobresaltos que amenazan nuestra felicidad.
¿Cuál fue el secreto de la felicidad de María? Ni más ni menos que DIOS. Dios estaba inundando todo su ser; lo que era y pensaba, lo que creía y hacía, lo que soñaba y esperaba.
María, sabía perfectamente, que la armonía con Dios era fuente de paz y de felicidad. Algo parecido nos ocurre a muchos de nosotros (pueblos, ciudades, santuarios...) cuando ponemos a María muy cerca de nuestras batallas, proyectos, ilusiones y trabajos. Sentir su compañía en el caminar, su complicidad en nuestras decisiones, su mano en el día a día, hace que nos sintamos más felices, más contentos, más dispuestos a vivir con optimismo nuestra vida.
¿Es María causa de alegría para nuestra fe? ¿Es motor de sonrisas y de horizontes nobles? Dejemos ante su imagen, en este tiempo en el que nos preparamos a Pentecostés, estos globos. Quieren simbolizar la alegría de vivir con los colores de la fe y de la esperanza. Como María.
2. ORACIÓN NUESTRA SONRISA Porque necesitamos de una razón para estar alegres:
QUE SEAS TU, MARIA, NUESTRA SONRISA Porque queremos vivir con más ilusión:
QUE SEAS TU, MARIA, LA RAZÓN DE NUESTRO JUBILO Porque queremos amar con más tesón:
QUE SEAS TU, MARIA, EL MODELO DE LA ENTREGA Porque anhelamos buscar a Dios:
QUE SEAS TU, MARIA, UNA PISTA PARA LLEGAR A EL Porque aspiramos a la auténtica alegría:
QUE NOS LA TRAIGAS TU , MARIA, DESDE EL CIELO Porque ambicionamos lo que no es importante:
QUE SEAS TU, MARIA, EL SENTIDO COMÚN DE NUESTROS DESEOS Porque el desconsuelo nos visita con frecuencia:
QUE SEAS TU, MARIA, VIENTO QUE LO ALEJE Porque constantemente caemos abatidos:
QUE SEAS TU, MARIA, ALIENTO PARA LEVANTARNOS Porque no manifestamos el estar contentos con nuestra fe: INYÉCTANOS VITAMINAS DE ENTUSIASMO